viernes, 22 de diciembre de 2017

FELIZ NAVIDAD


El otro día me enviaron un vídeo que me encantó.  Un padre de familia se levantaba y todo a su alrededor estaba envuelto con papel de regalo, él mismo, su mujer, sus zapatos, su desayuno, la alcachofa de la ducha, sus hijos, su perro, sus zapatos, su coche… Me pareció genial y me hizo pensar en la suerte tan enorme que tengo.

Porque cada día es un regalo y todo lo que nos rodea son regalos de la vida. No quiero parecer cursi, ni noña, solo quiere ser realista y sobre todo, agradecida.


Agradecida por despertar cada mañana. Por haber nacido en esta parte del mundo. Por cada abrazo y beso de mis hijos. Por cada risa compartida. Por la capacidad de querer y de ser querida. Por cada cosa cotidiana que doy por hecha pero que un día me podría faltar como les falta a muchos. Por el cariño que siento por tanta gente y por el que sé que tanta gente siente por mí. Por unos fantásticos padres que espero sigan mucho tiempo con nosotros pero que un día no estarán.  Por unas hermanas únicas. Por una familia maravillosa. Por una casa acogedora.  Por un marido siempre pendiente de todo. Por unos amigos geniales.  Por unos compañeros de trabajo con los que tan bien me lo paso. Por tanta gente anónima a mi alrededor que me hace la vida más fácil y a la que no me paro nunca a dar las gracias.  Por un trabajo en el que disfruto. Por tantas personas indispensables e incondicionales que forman parte de mi vida. Por tener salud, por poder andar, por poder ver y poder oír. Por tener ejemplos cercanos y muy grandes que seguir. 

Porque todo esto lo tengo yo y muchos no lo tienen, ni lo han tenido jamás. Porque otros lo tenían y muy a su pesar, lo perdieron.  Y porque muchos lo tienen y no lo valoran.

No necesito que me toque la lotería ni que nadie me regale nada. El regalo que pediría esta Navidad es muy difícil de conseguir y soy consciente. Pero confío en el Dios niño que está a punto de nacer y sólo a Él se lo pido.


¡¡FELIZ NAVIDAD!!

martes, 19 de diciembre de 2017

Escapada a Oporto

Hoy toca post viajero. Hace unos días visitamos Oporto, Porto en portugués, la ciudad que dio nombre al país.

Oporto es una ciudad apasionante que lo tiene casi todo. Tiene historia y arte, tiene un maravilloso río que es el Duero, tiene océano, el Atlántico, vino de fama mundial, quesos, dulces, artesanía, marcha .... poco más se puede pedir. Así que, intentar resumirlo todo en un post parece un poco complicado, pero al menos daré algunas pinceladas.

Oporto es una ciudad para pasear tranquilamente, para dejarte llevar. Su centro histórico fue declarado hace unos años Patrimonio de la Humanidad y es realmente precioso, lleno de rincones con muchísimo encanto. Además, el tamaño de la ciudad es perfecto para recorrerla a pie y si te cansas, siempre puedes coger un tranvía.



Nuestro centro neurálgico era la calle Santa Catarina, una calle peatonal muy animada con edificios preciosos y llena de tiendas.  En la calle Santa Catarina es donde está entre otras cosas el suntuoso Café Majestic, que no hay que dejar de visitar aunque suele estar a tope. Al lado esta también el Mercado Bolhao, otra parada obligatoria.




Desde Santa Catarina es muy fácil llegar a  la Avenida de los Aliados y a la imponente Plaza de la Libertad bordeada con sus monumentales edificios,  a la  Torre de los Clérigos, uno de los principales iconos de la ciudad, a la calle de Las Flores, una de mis favoritas, llena de cafés y tiendas, a la bulliciosa estación de San Bento, con su hall lleno de  historia, o al espectacular Palacio de la Bolsa.



Uno de los paseos mas bonitos es el de la Ribeira, el paseo a lo largo del río, la imagen más pintoresca y colorida de la ciudad.  Casitas de colores, restaurantes, terrazas, pescadores, paseos en barco...



Desde Ribeira atravesamos el río por el magnifico puente Luis I, diseñado por Eiffel y desde el cual se puede disfrutar de unas espectaculares vistas, y llegamos a Vilanova de Gaia, donde están las famosas bodegas. En todas ellas te ofrece degustación de sus vinos, un plan muy divertido.





Otra cosa que llama la atención en Oporto son sus iglesias, la mayoría de ellas con un denominador común, los preciosos azulejos, que se han convertido en el símbolo típico de la ciudad. Merece la pena visitar la Catedral, la Iglesia de San Francisco con sus catacumbas, la Iglesia del Carmen o la Capilla de las Almas.



Y para más inri, en Oporto se come genial y muy bien de precio. Hay restaurantes de todo tipo. Restaurantes de moda como Flow, con ambientazo, restaurantes de tapas, que allí se llaman petiscos, como Cantina 32 o Trasca y restaurantes en los que tomarte una deliciosa franceshina, como el clásico café Santiago... La  francesina es un plato muy típico de Oporto, que no hay que dejar de probar. Consiste en una especie de sándwich relleno de jamón o mortadela, salchicha y filete, todo recubierto con queso y una  deliciosa salsa de tomate picante y como si fuera poco encima te ponen un huevo frito y lo acompañan de patatas fritas. Super light vamos.


Tampoco hay que dejar de probar los llamados lanches, que nos recomendó nuestro amigo portugués Pedro, y que son una especie de hojaldres rellenos de jamón y queso deliciosos, y por supuesto, los famosos pastelitos de nata, que encuentras por todos lados y a los que es imposible resistirse.

Y para rematar, Oporto también es fantástica para irte de tiendas, porque hay tiendas muy especiales. Un buen ejemplo la librería Lello, la tercera mas bonita del mundo y en la que dicen que se inspiró la autora de Harry Potter, J.K.Rowling. Justo al lado está la preciosa tienda A vida portuguesa, que no hay que dejar de visitar porque merece la pena. Otras tiendas también muy bonitas son Hats and cats,  todas de sombreros o mi tienda favorita, Castelbel,  dónde puedes encontrar jabones, velas y perfumes para la casa de la marca Portus Cale... Una delicia.






Tampoco hay que perderse el mercadillo de la calle Galerías de París, una de mas zonas mas chic de la ciudad. Allí me compré unos platitos de pan de cristal antiguo preciosos.  Me quedé, por cierto, con ganas de alguna pieza de porcelana portuguesa... Tendré que volver!!  Y no puedo dejar de mencionar otra tienda muy original, La casa oriental, que aunque muy turística, parece sacada de un cuento y en la que solo venden sardinas, eso sí, enlatadas se manera muy peculiar.

Y por último, merece la pena dedicar una mañana a Foz do Douro dónde el Duero  desemboca en el Océano Atlántico, con un paseo marítimo precioso por el que merece la pena pasear tranquilamente y comer en alguno de los restaurantes de la zona. Nosotros lo hicimos en Casa Vasco y nos gustó mucho.



En fin que nos ha encantado Oporto y recomiendo completamente una escapada para descubrir esta bella ciudad!!  Feliz semana!!

domingo, 3 de diciembre de 2017

La cuarta dimensión

Siempre me ha llamado la atención eso de la cuarta dimensión.

Me encanta pensar como será. ¿ Acaso será una especie de mundo imaginario al que acceder por una puerta insospechada?

Como colarse en un espejo y entrar en un mundo mágico más allá del mundo real. O como cuando un mago hace desaparecer a alguien durante un rato.  ¿Dónde está ese alguien durante ese tiempo? ¿Visitará quizá la cuarta dimensión?

O como Alicia en el país de las maravillas, cuando se cae por el agujero y llega a un mundo fantástico,  a un mundo al revés. O cuando Narnia descubre el reino de las nieves en el fondo de un armario. ¿Quizá sea eso la cuarta dimensión?


A veces me pregunto también si será la cuarta dimensión  el lugar por el que vagan las almas. Ya sé que para muchos eso es el purgatorio pero...¿dónde está ese purgatorio?¿En que dimensión se aloja? En este mundo terrenal y cada vez más descreído veo poca cabida para esas almas errantes, la verdad. Hasta el "cielo", me refiero al cielo divino, puede estar en la cuarta dimensión ¿o en este caso se trata de una dimensión infinita más allá de todo... ?no lo sé...

¿Habrá tiempo en la cuarta dimensión? ¿Existirá el pasado y el futuro? O las características de lo que conocemos como "mundo real" no resultarán de aplicación en esta otra dimensión? ¿Podrás encontrarte allí con gente que dejó de ser tridimensional? Me intriga, a la vez que me atrae la idea.

Quizá los propios sueños sean una puerta de entrada a la cuarta dimensión que abrimos al dormir pero cerramos al despertar.  A lo mejor la cuarta dimensión sea algo tan sencillo como Babia. Porque cuando estamos en Babia está claro que nos trasladamos a otro mundo sin apenas darnos cuenta.

Quizá existe una frontera en nuestro mundo y cuando la traspasas descubres otra realidad.

 Quizá esa frontera es una imperceptible rendija que muy pocos ven.

Quizá debemos animarnos a romper nuestra limitada percepción de lo que nos rodea y atrevernos a buscar nuevos caminos que nos conduzcan hacia otras realidades..

Quizá para ello no haga falta atravesar espejos ni desaparecer dentro de un caja mágica.

Quizá baste con mirar  a nuestro alrededor con ojos distintos.

Quizá la cuarta dimensión esté en nosotros y no tenemos nada más que descubrirla.  Aunque ello requiera seguramente realizar algunos cambios en uno mismo como le  pasó a Alicia, que tuvo que hacerse diminuta y luego gigante.

Quizá merezca la pena cambiar un poco... Porque como decía Graham Bell "de vez en cuando vale la pena salirse del camino, sumergirse en el bosque. Encontrarás cosas que nunca habías visto".

Feliz semana!!!

jueves, 30 de noviembre de 2017

Barquitos de papel

Ayer hablaba con una amiga que está a punto de separarse. Era un matrimonio aparentemente feliz pero la convivencia fue deteriorándose poco a poco y han decidido seguir cada uno por su lado. Me dio mucha pena porque apreciaba de verdad a los dos.

Mientras hablaba con mi amiga pensaba en un barquito de papel. Lo construyes con toda tu ilusión, con paciencia, buscando siempre el equilibrio perfecto. Doblas y desdoblas varias veces el papel para que todo cuadre. Prestas atención a los detalles, a las esquinas, a las aristas. Te esmeras al máximo. Quieres que el barco quede perfecto, que no se hunda. Luego lo lanzas al agua con la confianza en que no se hundirá, convencida que tu barquito navegará y llegará donde quiera llegar. No importa que otros se hundan. El tuyo sobrevivirá. Pero de repente el barco empieza a mojarse. Por un lado, por otro... Al principio no le das importancia, después de todo es un barco de papel, es normal que se moje. Pero poco a poco el barco se va empapando más. Y empiezas a perder la esperanza de recuperarlo, lo ves desde la orilla sin saber cómo salvarlo. Hasta que el barco se hunde y tú sigues en la orilla triste, desconsolado. Para los demás era un barco más para ti era el tuyo y no querías que se hundiese.


En esta vida loca y acelerada a veces se nos olvida lo más importante. Los "cimientos" con los que construyes tu barco. Para construir un barco que quiera navegar necesitas un armazón resistente, no valen cimientos falsos, poco consistentes, endebles, comprados en los chinos. Porque cuando el agua transcurre calma todo va bien, pero a veces hay tempestad, olas, tormentas, marejada, hasta trasatlánticos enormes, aparentemente inofensivos pero que terminan arrasando a tu pobre barquito desprotegido.

Si tu barco está bien construido quizá se hunda, no digo yo que no, pero está claro que tendrá más probabilidades de resistir y continuar su viaje. Y en caso de que así sea, tampoco vale relajarse. Uno no puede sentarse en la orilla a mirar sin más. Porque, como digo, aun con sólidos cimientos el barco puede hundirse. A lo largo de la travesía necesitas hacer apuntalamientos constantes, reforzar tu barco para que siga navegando contra viento y marea. 

En fin, que esto de los barquitos no es fácil y quien piense lo contrario que tire la primera piedra. No hay más que ver la cantidad de ellos que navegan a la deriva y los muchos que se hunden sin solución. Nos guste o no nos guste, toca apuntalar a menudo, y entre tanto… como diría el dicho popular, que cada mastil aguante su vela!

Feliz semana!


jueves, 23 de noviembre de 2017

A mis amigas

Ahora que llega la Navidad empieza la costumbre de los amigos invisibles.Amigo invisible por aquí, amigo invisible por  allá. Tengo varios amigos invisibles pendientes. El tema me estaba empezando a estresar hasta que me he dado cuenta que no me puede estresar un amigo invisible porque a mi lo que de verdad me va son las amigas visibles y bien visibles. Aclaro, también tengo amigos estupendos, pero, con su permiso, este post va dedicado a ellas. A mis amigas.


A esas amigas con las que compartes conversaciones interminables y no te cansas porque lejos de agotarse los temas se te acumulan.
A esas amigas que no siempre te dicen lo que quieres oír sino lo que de verdad creen bueno para ti.
A las que, aún sin quererlo ni saberlo, son un ejemplo diario.
A las que ejercen de estilistas, de peluqueras, de enfermeras, de asesoras matrimoniales, de cocineras,  de costureras o de lo que haga falta.
A esas que te notan tu estado de ánimo nada más oir tu voz.
A las que siempre ponen su hombro y a las que no les importa pedirte el tuyo cuando lo necesitan, sin guardar las apariencias.
A las que conocen tus debilidades y tus fortalezas. A las que son pura generosidad y abren siempre su casa y sus brazos.
A las que les encanta darlo todo en la pista de baile.
A las que  repiten contigo  postre sin importarles la calorías.
A las que bailan contigo delante del espejo como si fuerais quinceañeras.
A las que te leen el pensamiento.
A las que siempre están en tu misma onda.
A las que te tomas un café con ellas y te alegran un día gris.
A las que comparten contigo sobremesa, copa y puro si hace falta.
A las que de vez en cuando aguantan tu mal humor.
A las que te prestan la ropa siempre que se lo pides.
A las que te conocen de niña, de joven y de menos joven y siempre te ven igual de maravillosa porque te quieren por dentro.
A las que te suben la autoestima.
A las  que te ayudan de forma incondicional.
A las que te hacen reír sin parar y a las que también a veces te hacen llorar.
A las que se alegran con tus alegrías como si fueran suyas.
A las que se sinceran y abren su corazón aunque les duela.
A las que puedes confiar secretos y confidencias segura de que no los desvelarán.
A las que les emocionan las mismas canciones que a ti.
A las que te recomiendan los mejores libros.
A la que confían en ti siempre y te ven capaz de lo que te propongas.
A las que no son perfectas y lo han asumido.
A las que a veces meten la pata pero eso no las hace peores.i
A las que saben pedir perdón.
A las que comparten "momentos retina" de esos que son únicos e irrepetibles.

A todas ellas, a mis AMIGAS, incluidas por supuesto mis queridas hermanas, grandes y maravillosas personas dedico hoy este post.

Feliz semana!!




lunes, 20 de noviembre de 2017

Pensamientos


Mi mente está llena de pensamientos. Me tienen loca. Últimamente les ha dado por organizarse en dos batallones y no paran de luchar. Creo que por eso me duele tanto la cabeza.

Por un lado está el batallón de los pensamientos positivos. Redondos, sonrientes, ligeros, dispuestos a actuar en cuanto les deje. Algunos de ellos son cándidos, inocentes, no aguantan un envite duro, y se pinchan como un globo cuando les ataca un malo. Otros pensamientos buenos tienen una fuerza increíble aunque muchas veces no son conscientes de ello. 

Al otro lado está el batallón de los pensamientos negativos.  En este segundo batallón hay varios niveles. Están los pensamientos malos malísimos, hay pocos, afortunadamente, pero alguno hay no voy a negarlo. Suelen estar acechados en la oscuridad, agazapados donde nadie los ve pero pendientes de salir en el momento más inesperado.  También los hay malos sin más. De esos hay muchos, va por temporadas. Algunos pensamientos malos empiezan siendo delgaditos y poco a poco engordan. Otros son muy gordos desde el principio. En estos casos necesitan que los ponga a régimen. Si no lo hago crecen y crecen. Se esparcen. Creo que una táctica de batalla. Al esparcirse arrasan en su camino a muchos buenos y discretos a los que pillan completamente desprevenidos. Hay malos a los que les gusta raptar a los buenos. Los atrapan y los tienen ocultos hasta que consigo pagar el rescate con mucho esfuerzo, y liberar a los pobres pensamientos buenos.


Es tremendo la cantidad de tácticas que conocen los malos para vencer. Eso les hace parecer poderosos frente a los buenos.  Pero ojo, muchas veces ese poder es pura apariencia porque muchos pensamientos buenos, como digo, lejos de ser blandos tienen una fuerza desbordante, sólo hay que entrenarlos y advertirles, desde la confianza en su victoria, de lo dura que puede llegar a ser la batalla. Entonces se vienen arriba y luchan por imponerse.

Unos pensamientos a los que tengo mucha manía son  los que llamo rumiantes. Se pasean por mi cabeza como vacas. No paran de rumiar y no sé cómo detenerlos. Son muy pesados. No dan tregua. Excesivamente intensos. Muy perseverantes en su rumiación. Me han dicho que haciendo yoga o practicando  meditación puedo conseguir construir verdaderas vallas donde tener aislados a mis rumiantes. Lo he intentado alguna vez pero siempre hay algún rebelde que se escapa del prado vallado y no hay quien lo vuelva a meter.

Lo que ellos no saben es que ellos son solo pensamientos y como tales solo existen en mi mente. Pero yo soy real y soy la que tiene el poder de destruirlos o potenciarlos, yo mando. Por eso quiero dejar escapar un pensamiento bueno cada mañana, y otro al irme a acostar, quiero mantener a raya a los malos, que no se acomoden en ningún rincón de mi mente, quiero construir vallas indestructibles para los rumiantes, para no oírlos, quiero dar de comer a los buenos pero delgaditos para que se hagan fuertes y se reproduzcan en mi mente. Todo eso quiero hacer. En ello estoy. Entre tanto… feliz semana!!


martes, 14 de noviembre de 2017

The new normal

Ya sé que la etiqueta de "normal" depende mucho de quien la pone. Para cada uno es normal una cosa distinta.  Lo que para mí es muy normal para otros puede resultar muy raro. Partiendo de esta premisa, me llama la atención como "en nuestra época", consideramos absolutamente normales cosas que antes, hace muy poco, eran raras,  increíbles o impensables. Es lo que podríamos llamar  " the new normal", expresión que tan de moda está.

Por ejemplo, ahora nos parece muy normal llevar el móvil pegado a nuestra mano como si de una prolongación de nuestra extremidad superior se tratara. Lo vemos muy normal pero si nos lo llegan a contar hace 20 años no lo hubiéramos creído. La gente hoy prefiere olvidarse la cartera en casa antes que el móvil. Salir sin móvil te hace sentirte totalmente desamparado. Ya ni me acuerdo de cómo éramos cuando no teníamos teléfonos móviles. Hoy no somos nadie sin nuestro móvil.

En nuestros hábitos más cotidianos el concepto de normal también ha cambiado mucho. Ahora es absolutamente normal comer tofu, quinoa, algas, semillas germinadas o brotes de soja. También es normal pasarse horas corriendo sin tener prisa ni tener que llegar a ningún sitio, solo por el puro placer de correr. De paso, es muy normal  ir todo el día en chándal o en zapatillas de deporte, incluso aunque no vayas a hacer deporte en todo el día.

La normalidad en el concepto de familia también es distinta.  Ahora es normal casarse tres veces, separarse otras tantas, tener un hijo por aquí, otro por allá, tener dos madres, tener dos padres o tener óvulos congelados. Todo es normal. Recuerdo cuando en el colegio mirábamos con curiosidad a la única niña de la clase con padres separados. Todo ha cambiado. Lo que ya no sé es si las familias antes conocidas como "tradicionales" se pueden seguir considerando normales.



Por supuesto, también es completamente normal operarte cualquier parte de tu cuerpo, aunque no sea fea, solo para tener, por ejemplo, la nariz de Nicole Kidman,  la boca de Julia Roberts, los pómulos de Bo Dereck, el pecho de Marilyn Monroe, o el culo de la Kardassian, aunque luego no te quepa en ninguna silla. Y en este mismo orden de cosas, hoy es normal que los hombres ya no tengan pelo porque se depilan de arriba a abajo, que tu piel esté tersa como el culito de un bebé porque en menos que canta un gallo te pegas un chute de bótox o que haya madres que parecen más jóvenes de sus hijas y sin embargo no sientan ningún tipo de pudor.

Por no hablar  del mundo "digital".  Hoy es normal que un niño de dos años sepa manejar el ordenador mejor que su padre;  que cualquiera pueda acceder a todo tipo de información sin filtro alguno y sin salir de su casa, o que una noticia falsa y absurda recorra medio mundo y se de por buena sin verificar la fuente.

Todo es normal. Lo que antes era increíble hoy es normal. Cuando piensas en que algo anormal que sucede muchas veces se convierte en normal da un poco de miedo. Quiero que algunas cosas sigan siendo raras, extraordinarias, poco cotidianas, hasta estrafalarias o extravagantes. Reivindico un lugar para los que se salen de la norma, que en el fondo no dejan de ser "anormales" pioneros de una futura normalidad. Alguien me sigue? pues eso!  Feliz semana!


jueves, 9 de noviembre de 2017

Los "porsis" de la vida

Ayer bajé al trastero y casi ni pude abrir la puerta.  Está lleno de 'porsis". Cosas que no usas pero que guardas por si un día las   necesitas.

Las cortinas de seda que quité de mi salón y que, aunque ocupan medio trastero, no tiro por si un día decido ponerlas de nuevo; los juguetes favoritos de los niños por si  les hace ilusión conservarlos;  los apuntes de la carrera por si un día me da por repasarlos; los azulejos del baño y el papel del pasillo por si un día hago obra y necesito reponer algo; los palos de golf por si un día me da por volver a jugar. 

Mi armario también está lleno de porsis. Chaquetas de hace 20 años que no tiro por si se vuelven a poner de moda, pantalones que no me caben pero de los que no me deshago por si adelgazo, zapatos que no tiro por si un día los quiere mi hija en plan vintage....


Inútiles "porsis" que seguramente, y a veces lamentablemente, no volverán a ser útiles en mi vida.

Recuerdo que cuando era pequeña mi madre reservaba siempre unos pijamas "por si te operan". Cada ve que íbamos a dormir a  casa de alguien queríamos estrenarlos pero nunca podíamos porque eran "por si te operan". No nos operaron nunca  así que nunca llegamos a usar aquellos pijamas.

Una amiga mia, loca del color rosa, nunca se atrevió a pintar el cuarto de sus hijos de rosa por si después de la niña venía el niño. Acabó teniendo 4 niñas y su habitación pintada de azul.

Peor es aún la gente que conserva intocable su salón  por si  tiene invitados y luego nunca invita a nadie. 

Las maletas de los viajes también son un buen cúmulo de "porsis". Abrigo por si hace frío, paraguas por si llueve, ropa de deporte  por si el hotel tiene gimnasio, tacones por si me da por arreglarme una  noche. Y luego hace calor, no llueve, no te apetece ir al gimnasio y menos aún ponerte lo tacones, así que los "porsis" vuelven  en la maleta tal y como llegaron, intactos.

Está genial donar sangre por si alguien la necesita, donar órganos por si pueden salvar a otro, ahorrar por si vienen mal dadas, hacerte revisiones periodicas por si  te descubren a tiempo algo, reservar con tiempo por si luego ya  no hay sitio, pasar tu ropa a alguien por si le resulta útil, pero .... cuidado. Tengo la impresion de que a veces  los "porsis" del mañana  empañan el presente.  De hecho, creo que voy a dar un repaso a mis principales porsis a ver si alguno soy capaz de convertirlo en un "porqueno". Por ejemplo, bajar al trastero y tirar la mitad de las cosas porque no las voy a usar  nunca. Creo que si lo hago a mi marido le da un ataque de alegría.

Claro que basta que tire algo para que al día siguiente lo necesite. Así es la vida.  Pero esta vez no pienso dejar de actuar por si a Murphy le da por hacer de las suyas!!!!

Feliz semana!!

martes, 7 de noviembre de 2017

Se busca a un ser extraño


No sé bien si ir a contárselo a la Policía o si ir al programa Cuarto Milenio, pero ayer me pasó una cosa realmente extraña.

Salía de la oficina camino a casa como cada día.  Eran las 7 de la tarde. El coche de delante iba un poco lento así que decidí adelantarle. Al hacerlo, miré a la derecha, sin prestar demasiada atención, un movimiento mecánico, como el que hace uno cuando adelanta en una autovía.

Pero al mirar, me pareció ver algo raro en el conductor. Su cara me pareció extraña, en aquel primer momento no sabría decir bien por qué.  Me quedé intrigada así que reduje velocidad y dejé que me adelantase él a mí. En cuanto lo hizo miré a mi izquierda. Esta segunda vez lo pude ver un poco mejor. Me froté los ojos. ¿Estoy viendo lo que creo estar viendo? Pensé.  La cara del conductor era una especie de careta marón llena de cráteres. Es imposible, irá disfrazado, pensé. Volví a adelantarle y volví a mirar. Y efectivamente, no estaba soñando, la cara o la careta de aquel conductor me recordó a un extraterrestre. De repente me dí cuenta de que, con tanto adelantamiento, me había pasado la salida, pero a esas alturas, ya estaba demasiado intrigada. No me podía ir así sin más, así que decidí seguirle un rato.

Durante unos cuántos kilómetros nos fuimos adelantando el uno al otro y cada adelantamiento corroboraba mi impresión. O aquel extraño conductor llevaba una careta o muy humano no parecía. Quizá sea algún tipo de deformación, pensé. O un rezagado de Halloween. Mi curiosidad iba en aumento.  Y mientras tanto seguía recorriendo kilómetros. De pronto, llegamos a un peaje. Paré detrás del coche y casi me da un infarto cuando saca su brazo por la ventanilla. Su brazo era largo, muy largo y muy delgado, marrón, rugoso, pero lo peor eran sus dedos. No me dio tiempo a contarlo pero en aquella extraña mano había más de 5 dedos, y más de 6, no sé si 7 o hasta 8. Eran como tentáculos.  No me lo podía creer. Casi me desmayo del susto. Estaré soñando, me pregunté. Hasta me dí un pellizco. Pero no, era realidad. 


Pasamos el peaje y continuamos el camino. Sin darme cuenta había recorrido más de 100 kilómetros y ya no sabía ni donde estaba.  Llegamos a una ciudad. Un semáforo, otro semáforo y de repente, en un cruce,  le perdí el rastro.  Dí varias vueltas, desesperada, pero nada. Se había esfumado.  En ese momento, me dí cuenta de la hora. Eran casi las diez y allí estaba yo, perdida en aquella ciudad que ni su nombre sabía. Resignada, decidí volver a casa. Puse el navegador e inicié mi regreso a Madrid. 

Después de recorrer 50 kilómetros me entró el sueño y paré en un bar a tomarme un café y un bocadillo. Cuando pedí la cuenta el camarero me dijo. No se preocupe. Está pagado. ¿Cómo? ¿Quién me ha invitado? Un señor que acaba de salir. ¡No puede ser! ¿Y cómo era el señor? No lo sé, llevaba una máscara de Spiderman puesta. Era él, sin duda. Pensé. ¿Quién si no se pondría una máscara de Spiderman llegado a cierta edad?  ¿Y cómo eran sus manos le pregunte al camarero? Él vaciló un rato y me contestó: Ni idea, llevaba guantes. Mi cara debía ser un poema.  

El resto del camino lo pasé buscando a mi extraterrestre pero no tuve suerte. Y desde entonces no lo he vuelto a ver.  Sueño con él. Le busco detrás de cada esquina. Quiero encontrarlo y hablar con él. Que me cuente quién es. Hasta he pensado en poner carteles de Se busca, pero claro, me tomarían por loca.  No me doy por vencida. Lo seguiré buscando.

Si alguien lo ve, que me avise.  Entre tanto... feliz semana!

viernes, 27 de octubre de 2017

La vida y las listas

Soy una “chica lista”. Con esto no quiero decir que sea inteligente, aguda, hábil o rápida de entendimiento. Sería pretencioso decirlo yo de mí misma.  Simplemente me refiero a que me encanta hacer listas.  Tengo listas de todo tipo.

No sé si todo el mundo tendrá tantas listas en su vida como tengo yo. Algunas de mis listas está claro que son muy comunes. Me refiero, por ejemplo, a la lista de la compra. En un mundo digital como el que vivimos reconozco que estoy de lo más anticuada en lo que a la compra se refiere. Me encanta hacerla por teléfono y aunque tengo más de una lista grabada en mi ordenador, la mayoría de las veces parto de nuevas y rehago la lista en mi cuadernito. Porque, por supuesto, mis listas las escribo a mano en un cuaderno que llevo siempre en el bolso. Nada de agenda electrónica ni nada que se le parezca. Recuerdo el día que coincidí en Mercadona con el marido de una amiga y me dejó impactada la maravillosa lista de la compra que llevaba en su móvil con los productos ordenados por secciones. Impresionante.  ¿Será cosa de hombres? me pregunté. Mi lista es mucho más desordenada y la suelo hacer tan rápido que ni yo misma la entiendo.



Otra de mis listas más clásicas es la de los viajes. Cada vez que me voy de viaje escribo la lista de lo que necesito llevarme. Pero no sólo es eso, una vez que lo tengo todo en la maleta hago una segunda lista adicional con las cosas de último momento, tipo cepillo de dientes, liquido de las lentillas o secador.

Por supuesto, en el trabajo cada día hago una lista de mis tareas cotidianas ( mis “ To do’s” lo llamo). Y  además, marco la prioridad de cada tarea con asteriscos.  Me consta que hay quien utiliza colores para marcar prioridades, en mi caso la prioridad la dan los asteriscos, es como los hoteles y las estrellas, cuanto más asteriscos tiene una tarea más importante es. Y me enerva ver, como a veces ocurre muy a mi pesar, que una tarea con muchos asteriscos vaya arrastrándose de lista a lista cada  día.  A sensu contrario, qué inmenso placer ir tachando tareas, qué felicidad!!

Hay épocas muy propicias para las listas y entonces me vuelvo loca. Por ejemplo, en Navidad siempre hay mil listas (los regalos que comprar, los regalos comprados, los regalos que devolver, los vales que gestionar, las cenas que celebrar..). Me estresa tanta lista. Lo mismo pasa antes de que empiece el verano por no hablar del terrible mes de septiembre, en el que, como madre que soy, las listas se me acumulan y acabo medio loca.

Repasar mis listas es como repasar mi vida. Me encanta hacerlo de vez en cuando. Y por cierto, me hace mucha gracia comprobar que alguna de las tareas, que más bien en este caso son buenos propósitos nunca llegan a materializarse, tipo: apuntarme al gimnasio, ponerme a dieta o leer el periódico en inglés.  

A veces hasta tengo la impresión de que algunos días se convierten en un mero cumplir la lista. Y eso tiene su peligro porque la vida puede hacerse  aburrida. También le ocurre a muchas parejas que han olvidado lo que en su día fueron para convertirse en meros gestores de una lista de quehaceres cotidianos comunes.  Esto también tiene mucho peligro. Casi más que lo anterior. Porque ya solo hablan para referirse a la lista.

En fin, no quiero que mi vida sea una pura lista. Quiero que haya hueco para la improvisación, para lo que no está listado pero me apetece hacer por qué si, de repente y sin venir a cuento, sin haberlo planeado. No quiero dejarme constreñir por mis listas. Y si algún día no cumplo mi lista no pasa nada. Porque soy libre. Y pocas cosas realmente tienen grandes consecuencias. Una vez que lo asumes eres capaz de saltarte la lista. Eres libre.

Feliz semana!

lunes, 23 de octubre de 2017

Los números nos invaden

Hay quien dice que los humanos somos puros algoritmos. No soy de matemáticas, así que eso de los algoritmos me suena fatal y muy complicado. No sé si seremos algoritmos ( así, a bote pronto, me inclino más a pensar que no, la verdad) pero lo cierto es que nuestro día cada vez está más inundado de cifras y números.

Recién llegada de Nueva York, donde todo son números, la 5ª con la 52, la 81 con la 2ª, la 1ª con la 44….  el famoso 155 me está volviendo loca.  Que si 155 para arriba, que si 155 para abajo, que si se aplica, que si no se aplica. La gente habla del artículo en cuestión con toda la ligereza del mundo y debate sin cesar en torno al 155 cuando no ha leído la constitución en su vida.  De hecho, ahora todo quisqui parece saber lo que dice el artículo 155 de nuestra Constitución pero poca gente sabe lo que dice el artículo 1. 

Los números nos invaden. Recuerdo que cuando empecé a salir con el que hoy es mi marido, me impresionada verle resolver ecuaciones de esas gigantescas que parecen no tener ni fin ni solución. Cuando lo cuento la gente no se lo cree y piensan que llamo ecuación a otra cosa, pero no, eran ecuaciones, tal cual.

Hay números intrínsecamente ligados a nuestra identidad como el número del DNI o el del pasaporte, el numero de teléfono, el número de pie, lo que medimos o lo que pesamos (este último número, para bien o para mal, suele variar).

Hay números asociados a fechas, que nunca se olvidan, como la tu cumpleaños o la del cumpleaños de tus seres más queridos. Y a medida que va pasando la vida, a esta lista de fechas se van uniendo otras fechas también inolvidables, ya sea por buenas, como la de tu boda, o malas, como las fechas marcadas por muertes cercanas.

Mundo aparte es el mundo de las contraseñas. No hay manera de recordarlas todas. Yo siempre trato de poner la misma pero al final es imposible así que siempre hay sitios en los que no consigo entrar por culpa de la maldita contraseña. Un horror.

Hasta la infancia que todos recordamos suele estar cargada de números. Hoy no soy capaz de memorizar ningún número de teléfono, sin embargo, recuerdo sin problema los número de teléfono de las dos casas en las que viví de pequeña o el teléfono de mis mejores amigas. Recuerdo también el número de los autobuses que solía coger más a menudo, el 61, el 16, el 147 y por supuesto, recuerdo la 1 y la 2, los 2 rombos y los 3 globos (1 globo, 2 globos, 3 gloooobos…).


Es curioso el juego que dan las combinaciones de números y letras. Desde elementos químicos de la tabla periódica, H2O, CO2; hasta robots, RD2-D2; pasando por grupos musicales, UB40, U2; grupos de influencia y poder: G20, G30; modelos de coches, A6,  Q5; de hornos, de lavadoras…….. No hay más que fijarse un poco en lo que nos rodea para darse cuenta.

Incluso algunas de las fechas más señaladas de los últimos tiempos se han convertido en meras combinaciones.  Hablamos ya siempre del 11S para referirnos al triste atentado de las torres gemelas; del 11M para hablar del atentado de Madrid, o del 23F, que es la forma más habitual de referirse al golpe de Estado de Tejero.

Por no hablar del mundo de las leyes y normas. Los abogados hablan de la 49/2002 o de la 15/2015 como si todo hijo de vecino las conociera.

Los números nos invaden, está claro. Y ahora, para más inri, parece que el que no sepa programar está perdido. Miedo me da. 

Reivindico un lugar para los de letras, para las fechas en toda su inmensidad. No quiero que el 12 de octubre de 1492 termine convertido en 12O42, aunque………. a la vista del nombre de la proposición de ley que leí ayer (Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales, y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales”)…. abreviemos por favor!!!!!!!!!!


¡Feliz semana!

martes, 17 de octubre de 2017

NEW YORK, NEW YORK!!

Me encanta Nueva York.  Sentirme pequeña y a la vez grande. Mirar a mi alrededor y tener que estirar el cuello.

Me gusta la sensación de que en cualquier momento puedes encontrarte con un actor aunque no me encuentre con ninguno. Confiar en que al doblar la siguiente esquina me estará esperando Woody Allen, Leonardo di Caprio o el mismísimo Harrison Ford.

Me gusta sentirme "new yorker" simplemente por el hecho de llevar en la mano un vaso de café o por llevar los tacones en mi bolso mientras recorro las calles con mis zapatos planos.


Me encanta tomarme un perrito caliente en uno de los miles de puestos callejeros de Manhattan. Con kétchup, mostaza y cebolla caramelizada.


Me hace ilusión sentirme Carrie Bradsaw paseando por delante de su portal en el 66 de la Calle Perry, en pleno corazón del Village. Y de paso, me encanta imaginarme por un momento que su vestidor es mío.


Me encanta parar un taxi amarillo en medio del tráfico. Bastante menos me gustan sin embargo los atascos y las propinas obligatorias.




Me encantan las limusinas aparcadas en cualquier esquina. Me intriga saber cómo se aparcan.



Me maravilla la capacidad que tiene la ciudad de albergar tantas culturas, razas, religiones, looks, estilos, formas de pensar y de vivir.

Me gustan las ardillas civilizadas de Washington Square, que parece que van a hablar en cualquier momemto.



Me asombra descubrir que la globalización haya hecho que casi todo lo que compras hoy en NY también lo hay en Madrid. Y hasta más barato, que es peor.

Me encanta que el Empire State se convierta en mi brújula, a pesar de que echo de menos a King Kong.

Me gusta mirar el agua de las piscinas del World Trade Center y dedicarles unos minutos de pensamiento a las víctimas del 11S.



Me encanta ver pasear a la gente en el distrito financiero y que te venga a la mente Melanie Griffith en Armas de Mujer; entrar en el Hotel Plaza y acordarte del niño de Solo en Casa; pasar por delante de la NY Public Library y recordar Cazafantasmas; entrar en Tiffany y sentirte como Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes.



Me fascinan los puentes de NY, el de Brooklyn, el de Manhattan, el Queensboro… Todos y cada uno de ellos forman parte de mi retina desde antes incluso de conocer New York.



Me maravilla desayunar en la cama del hotel mientras escucho New York, New York de Frank Sinatra.

Me encanta que Michael Jackson se reencarne en un artista del metro y nos haga pasar a todos un buen rato.

Me emociona recorrer el impresionante Metropolitan Museum, descubrir las salas de pintura española y sentirte orgullosa de tu país y de sus artistas. 



Me maravilla pasear por la 5ª avenida y descubrir que el escaparate del que más cosas te comprarías es el de Zara.

Me fascina el bullicio de las calles del Soho. Y sentirme en China en Chinatown.

Me encanta imaginarme corriendo por Central Park, lo malo es que no corro.



Podría seguir y no parar. ... 

Ya lo decía Frank Sinatra: I wanna wake up in a city, that doesn't sleep, and find your king of the hill, top of the heap….  New York, New York!!!!!!!!!! pues eso!!!!!!!!! Entre tanto...... hasta la próxima New York!!!!!!!!

Feliz semana!



viernes, 6 de octubre de 2017

¡VIVA ESPAÑA!

Welcome to Catatonia. Así estamos todas y todas, jóvenes y jóvenas, después de la intervención del 5º Beatle, y todavía hombre libre, que ejerce de Presidente de Catatonia. Y es que, como vive en un país paralelo de realidad virtual, habrá que llamarlo de alguna forma, y por qué no Catatonia, que es como me he quedado yo, catatónica, con todo lo que está pasando. Menos mal que nuestro Rey nos ha recordado que este es un gran país, una gran patria en la que todos cabemos y de la que tenemos sobrados motivos para sentirnos orgullosos.  También ha llamado a todos los poderes del Estado para restablecer el orden constitucional, lo que no es ninguna tontería, dicho está de paso. Así que, eso, que se pongan a ello, y cuanto más rápido mejor.


Escribo esto cuando los dos grandes bancos catalanes y muchas empresas están ejerciendo “su derecho a decidir” y parece que están decidiendo, como muchos de sus clientes, votar con los pies para alejarse todo lo posible de Catatonia. Espero y confío que muchas otras grandes marcas hagan lo mismo.

La Catatonia del falso Beatle cada vez se parece  más al bloque de hielo que se deshace por el cambio climático. Primero los osos polares y los pingüinos saltan al agua y poco a poco lo que fue un gran bloque acaba sirviendo solo para hacer cubitos de hielo. Aún estamos a tiempo de detenerlo.

También en España y Cataluña está cambiando el clima y muchos catalanes y españoles parecen despertar de una larga siesta durante la cual los niñatos nacionalistas jugaban a cargarse nuestro país. 

Seremos muchos este fin de semana en Barcelona y en otros muchos puntos y plazas de España para mandar a donde se merecen a todos estos irresponsables y manifestar nuestra voluntad de permanecer unidos y orgullosos de este gran país.  ¡¡ Viva España!!

miércoles, 4 de octubre de 2017

Errores desmemorizados

El mundo sería otro si los errores tuvieran memoria. Pero la vida está llena de errores desmemorizados.

Yo tengo una caja llena de errores. No quiero llenarla más. Es más, nunca quise coleccionarlos. De algunos de ellos conozco su origen, sé de dónde vienen, los reconozco como propios, pero, en la mayoría de los casos, no sé ni cómo llegaron ahí. ¿Seguros que son míos? me pregunto a menudo. ¿No serán de otros que me los quieren endosar a mí?  Parece ser que es bastante frecuente esto de ver como ajenos los errores propios.

A menudo doy vueltas a mi caja de errores, aunque quiero dejar de hacerlo porque me mareo. Cada vez que lo hago, la intento cerrar un poco más, para que los errores no se escapen. Porque sé que si se escapan se harán más grandes y cada uno de ellos volverá  a hacer lo que más le gusta, sin acordarse de lo que ya hizo, porque, insisto, los errores no tienen memoria, y peor aún,  son reincidentes. Cuando se escapan, hacen de las suyas, sin acordarse de las consecuencias. Son tremendos los errores.


En mi caja hay errores de todos los tamaños. Los pequeñitos me gustan, algunos son hasta graciosos, mientras no se escapen varias veces, claro, porque si lo hacen dejan de tener gracia.  Otros son más grandes. Esos los vigilo con atención. Los tengo atados y con la boca bien cerrada para que no puedan actuar de nuevo.  De momento, no se han escapado, pero nadie me asegura que no lo hagan algún día. Estoy perdida si lo hacen. 

Mi caja es mediana. Pero me han contado que las cajas de algunos son enormes, casi no caben en ningún sitio. En esos casos, existe el riesgo de que la caja se rompa y los errores salgan disparados en todas las direcciones, como fuegos artificiales.  Hay que impedir que este tipo de cosas pasen, porque los fuegos artificiales de errores son realmente peligrosos. Cuando un error grande se escapa de una caja, las consecuencias son terribles y afectan a muchas personas. En algunos casos, dependiendo de lo importante e influyente que sea el dueño de la caja, hasta pueden afectar al destino de la humanidad.

Algunas personas parece que no tienen cajas pero es porque las tienen escondidas. No quieren que nadie sepa que han cometido errores. Es absurdo tratar de esconderlos. Hasta los niños tienen sus cajitas, normalmente muy pequeñas. En estos casos, depende mucho de sus padres lo rápido o lento que puedan crecer esas cajas. Hay familias que necesitan grandes almacenes para tanta caja que tienen.

Estaría bien que alguien inventase un látigo con el que tener a raya los errores propios. Ya de paso, y puestos a investigar, sería fantástico tener un escudo anti-errores que ayudase a evitar o al menos mitigar los efectos de los errores ajenos que, en su huida de la caja, nos llevan por delante.  Entre tanto, que cada uno intente controlar como pueda su caja!!

Feliz semana!


lunes, 2 de octubre de 2017

ACCIDENTES GEOMÉTRICOS

Hace poco asistí a una charla interesante y uno de los ponentes decía que en la vida hay tres figuras geométricas que hay que evitar: los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentes cuadradas.

La frase me ha dado que pensar.  El tema de los triángulos amorosos siempre me ha llamado la atención. Si ya es difícil de por sí la relación de pareja, no me quiero ni imaginar lo que debe ser cuando hay tres implicados. Dejando al lado razones puramente morales, creo que mi cabeza ya no está capacitada para un triángulo amoroso. Sólo pensarlo me provoca estrés.  Y si te equivocas de nombre? Y si en sueños dices el nombre de uno cuando estás con el otro?  Qué lío y qué cansancio: comes con uno y cenas con otro, vas a París con uno y a Londres con otro, ya nos sabes qué ropa te has puesto con uno y qué ropa te has puesto con otro, cuál de los dos tiene intolerancia al kiwi y cuál a la lactosa…  Qué ansiedad!

Lo de caer en un círculo vicioso sin embargo me parece mucho más fácil. En este caso lo difícil es salir de ellos. Los círculos viciosos son como arenas movedizas, te atrapan y te engullen. Los quieres romper, destruir, pero no ves la forma de hacerlo.  En mi caso, el círculo vicioso en el que caigo con más asiduidad tiene que ver con el deporte. Me da pereza hacer deporte, como no lo hago estoy agotada, como estoy agotada no encuentro fuerza para hacer deporte y así sucesivamente. Claro que, a sensu contrario, también hay círculos virtuosos, es el caso de las que se enganchan al deporte, por ejemplo. Cuanto más haces más quieres. No me ha pasado nunca. Debo reconocerlo.

Y de mentes cuadradas está el mundo lleno. Mentes rígidas en las que solo cabe lo blanco o lo negro,  sin posibilidad de grises; mentes calculadoras en las que no tiene cabida lo inesperado, lo espontáneo. Mentes que lo analizan todo desde una sola óptica sin entender que hay mil prismas. 

Pero lo peor no son las mentes cuadradas sino las mentes al cubo. Las que rizan el rizo.Me refiero a esas personas que se tienen ellas mismas por modernas, liberales y dialogantes, y que sin embargo resultan ser las más intolerantes, rancias y obtusas, llenas de prejuicios, ancladas a estereotipos arcaicos,  y absolutamente dominadas por su cerrazón. ¿quién  no conoce a alguna? Yo a varias, no hay más que mirar el panorama nacional para reconocer a unas cuantas...

En fin, es sólo una reflexión y me ha apetecido compartirla.

Feliz semana!




lunes, 25 de septiembre de 2017

La gorda misteriosa

Hasta hoy no me había atrevido a contárselo a nadie. Pero este verano me ha pasado una cosa muy misteriosa. Cada tarde, a la hora de la siesta, en mi cama aparecía una gorda. Tal cual, una gorda completamente desconocida. Una gorda como las de Botero. Inmensa, desparramada en mi  cama. 

Siempre aparecía en el mismo momento. Justo cuando me debatía entre dejarme llevar por el sopor más absoluto y abandonarme definitivamente al sueño o levantarme de un salto para irme a la playa. En ese instante, aparecía la gorda indolente mirándome con ojos de cordero degollado y yo claro, me quedaba inmóvil. Porque al principio me daba miedo. ¿Que hace ésta en mi cama? Pensaba yo.

Pero a medida que sus apariciones se iban repitiendo, le fui perdiendo el miedo y me acostumbré a su presencia. A veces también aparecía por la mañana. Sonaba el despertador que me había puesto para salir a caminar por la playa y al girarme para apagarlo, ahí estaba la gorda de nuevo. Henchida, rellenita, comodona, ocupando bien su espacio, o más bien el mío. Yo de nuevo me quedaba quieta sin atreverme a mover un músculo y al final  no salía a andar, impactada con aquella presencia. Hasta que la gorda desaparecía, yo no me atrevía a levantarme de la cama.


Otras veces la gorda aparecía a la hora del aperitivo en la playa. Sentada en una silla en el chiringuito, repanchingada, plena, rebosante, desbordada. Nadie la veía, sólo yo, pero ahí estaba y su presencia me impedía irme a casa a comer, a pesar de tener la comida esperándome. Mejor me quedo, pensaba yo, y le seguía dando al tinto de verano inhibida por aquella presencia tan perturbadora pero que cada vez me resultaba más agradable.

Al final me acostumbré a su presencia y le tomé cariño. Me gustaba tenerla conmigo a veces.
Pero de repente mi gorda ha desaparecido. Hemos llegado a Madrid, ha  empezado septiembre y  he dejado de verla. La echo de menos. Desearía tenerla a mi lado de vez en cuando, lo reconozco, pero ya no está.

A veces me da la impresión de verla pero es algo fugaz. Rápidamente desaparece. Ocurre sobre todo los fines de semana pero sus apariciones son efímeras. Apenas aparece unos instantes y rápidamente se va. Entonces los que aparecen son mis hijos. Hay que llevarles al tenis, al fútbol o un cumple, hay que ir a Mercadona, a misa o al médico, hay que forrar libros o limpiar zapatos y claro todo eso se impone a la gorda…. 

Y entonces he caído. Mi gorda era aquella maravillosa y deliciosa pereza que invade los días de verano, cuando las obligaciones desaparecen,  cuando no hace falta despertarse si no quieres, cuando puedes seguir durmiendo la siesta si es lo que te apetece, cuando no hay horarios ni imposiciones, cuando los aperitivos se alargan, cuando las sobremesas son eternas, cuando un tinto de verano te lleva a otro, cuando cada uno lleva su ritmo y no el del jefe, cuando nada es obligatorio… Bendita pereza veraniega cuánto te echo de menos!!!!!!!!!!!!

Feliz semana!!