viernes, 28 de julio de 2017

Más vale una vez colorado ....


Escribo  este post desde la peluquería. Hasta hace un rato estaba yo tranquilamente con mi tinte puesto  en la  cabeza leyendo una revista. En paz. De repente, ha entrado una familia con dos niños pequeños. El que se iba a cortar el pelo era el padre. La madre se ha sentado a leer revistas y los niños se han dedicado literalmente a incordiar al prójimo. Se acabó mi paz.  

A medida que el barullo iba en aumento más despotricaba yo por dentro. “¿Qué necesidad tiene de venir toda la familia si sólo se  corta el pelo el padre?” “¿No podría la madre levantarse y poner un poco de orden?, “¡Como sigan gritando me los cargo!” Todo esto y cosas peores pasaban por mi mente, cuando, de pronto, la madre me pregunta “ No te molestan los niños, verdad?” Pregunta retórica donde las haya, dicho sea de paso. “No, por supuesto que no. Son niños.Es normal. Ni te preocupes” le he contestado yo toda amable  y sonriente.  Aunque lo que me hubiese apetecido decir hubiese sido: “Me molestan muchísimo. Me parecen unos maleducados y espero que te los lleves ya o no respondo de mis actos". Pero claro, soy educada y no lo he dicho.



Esto me lleva a recordar la frase de mi amigo Miguel “La educación nos mata” y al final hasta va a tener razón. Es como cuando estás cenando y el de al lado te pregunta: “¿ no te importa que fume, verdad?” “ No, claro, fuma lo que quieras. Yo encantada” cuando por dentro estás pensando, “ Qué asco, ahora voy a estar oliendo a humo toda la noche”. Pero claro, eres educada y te callas y de paso, te tragas el humo ajeno.

O el que te pregunta que si te molesta que su perro esté pegando lametazos a tus rodillas cada vez que te sientas en su sofá y al que contestas con una sonrisa :“No, qué va,  si me encantan los perros”, cuando los odias. O el que te pregunta si puede probar tu salmorejo y mete su cuchara chupada en tu plato, cuando eres escrupulosa y le contestas “Claro, prueba, está riquísimo” ( eso sí, ipso facto dejas de comerlo).

O el típico amigo que siempre se olvida de pagar las deudas y  cuando se acuerda te pide mil perdones y tú le contestas “ No pasa nada. Si a mí también se me había olvidado, tranquilo” cuando por dentro estás acordándote de la cantidad de veces que se ha olvidado y nunca te ha pagado.  

O el que se cuela en la cola y se hace el sueco y de repente te mira y te dice “Ay, no me había dado cuenta que estabas esperando” y le contestas “Tranquilo, no pasa nada” cuando lo que querrías es insultarle.

O la dependienta sincera que te suelta sin ningún tipo de miramiento una frase como “ Con su edad no creo que esto le siente bien” y encima tienes que sonreir y poner cara de “Claro, que lista es usted señorita” cuando lo que te dan ganas es de pegarle un buen bofetón. Se me ocurren mil ejemplos.

Hay veces que me entran unas ganas irrefrenables de decir lo que pienso, de no aguantarme, de no ser civilizada. Me encanta lo de “más vale una vez  colorado que ciento amarillo” pero no sirvo para hacerlo. Me puede la educación. Me autocontrolo en exceso.  Un dejarse llevar por los impulsos de vez en cuando tampoco está mal. Hasta uno se siente luego bien, como liberado. Lo sé porque  debo reconocer que con la edad uno va aprendiendo y cada vez me callo menos. Algo tenía que tener la famosa "madurez". Tiene sus riesgos y sus ventajas pero recomiendo hacerlo de vez en cuando!!

Feliz semana!!


lunes, 24 de julio de 2017

Planes en Madrid y Romanticismo a tope.

El post de hoy va de planes. Tras unos fines de semana viajeros, éste nos hemos quedado en Madrid y lo hemos aprovechado a tope. Es cierto que Madrid no tiene mar, ni playa, y que hace mucho calor, pero aún así, es una ciudad fantástica donde cada día hay mil planes que hacer.

Empiezo por recomendar una fantástica obra de teatro, La Mentira. La protagonizan Carlos Hipólito y Natalia Millán que lo bordan, buenísimos. Además el tema no puede ser más interesante. Si tu marido o tu mujer te engañase, ¿te gustaría saberlo?, ¿ está la sinceridad sobrevalorada? ¿ debemos siempre decir la verdad, caiga quien caiga? La cosa tiene miga…No creo que ni un solo espectador dejase de dedicar su cena post teatro al temita en cuestión. Es un buen debate al que sin duda debería dedicar un artículo aparte.

Mi segunda recomendación es un museo, el Museo del Romanticismo.  Maravilloso, de las cosas más bonitas que he visto últimamente. Realmente es un casa- museo que te permite conocer cómo era la sociedad de aquella época, en pleno reinado de Isabel II (1833- 1868)–, y recrea muy bien sus costumbres y gustos.


Cada una de sus salas está maravillosamente decorada. La alcoba femenina, refugio de misterios y secretos, con su cama con dosel, su maravilloso tocador y hasta una cunita preciosa; el boudoir, con sus vitrinas llenas de “bibelots” encantadores ; las dependencias masculinas, menos intimistas y más prácticas; el fumoir o fumadero, inspirado en el mundo oriental; el gabinete, la sala del billar; la sala de juego de niños, una de mis favoritas, o el espectacular comedor, que te deja boquiabierto.



El mobiliario es impresionante con algunas piezas que son auténticos tesoros: lámparas, relojes, sillerías, cómodas, divanes…. Todo precioso. Por supuesto, algunos de los máximos exponentes del Romanticismo español tienen su homenaje en el museo como es el caso de Larra, el Duque de Rivas, Bécquer o la poetisa Carolina Coronado, por citar a alguno.


Debo reconocer que me ha dado muchísima pena no haber nacido en aquella época en la que creo que yo hubiese encajado perfectamente, ja, ja. Me encanta eso de la defensa de la libertad, el subjetivismo, el idealismo, la exaltación de la imaginación, la sensibilidad, la nostalgia…  Por cierto, este año se ha cumplido el 180 aniversario del nacimiento de Bécquer, buen motivo para releer su poesía. Romanticismo  a tope.


Y volviendo al siglo XXI, mi última recomendación es un restaurante, muy cerca del Museo Romántico. Se llama El Cocinillas y le doy un 10. Pequeño, acogedor, buena decoración y lo mejor una comida deliciosa y un servicio excelente. Muy recomendable. Y para acabar un cafetito en el Café Comercial, en la Glorieta de Bilbao, un clásico renovado, que han dejado precioso (donde también se come muy bien por cierto).

En definitiva, que lo hemos pasado muy bien y me ha apetecido compartirlo!

Feliz semana!!

martes, 18 de julio de 2017

Casualmente "casual"

Seguro que habrá quien me tilde de rancia pero esto del estilo “casual” que se está imponiendo (exageradamente) en muchas empresas de un tiempo a esta parte  me tiene últimamente bastante asombrada.

Me parece estupendo que los hombres puedan tener la opción de deshacerse de la corbata de vez en cuando y sobre todo cuando aprietan estos calores. Me parece fenomenal que el traje no sea la única etiqueta posible y que quepa la posibilidad transmitir una imagen de profesionalidad y seriedad sin necesidad de llevar corbata, incluso sin necesidad de llevar chaqueta (el hábito no hace al monje).

Hasta aquí todo perfecto.  Pero… de ahí a ir a ir a trabajar, por ejemplo, con pantalones vaqueros rotos, sinceramente no lo veo.  Sobre todo si desempeñas determinado puesto de responsabilidad y tienes cierta edad, por muy  de moda que estén los vaqueros rotos.  Es como la que decide ir a trabajar en pareo o en vestido playero porque está mucho más fresca. O lo que es peor enseñando el tanga, o los tirantes del sujetador. Perdón, pero no lo considero “apropiado”. 


Hay quien confunde el “casual Friday” con el “casual Saturday” o si me apuras, directamente con el “casual camping”.   Creo que hay unos mínimos estándares, unas normas básicas que es importante no traspasar porque entonces estamos perdidos.  

En las películas puede que quede muy bien eso de firmar contratos millonarios en pijama y zapatillas, hasta puede que algunos países  y en algunas empresas sea así   (hay empresas y países en sí mismos muy “casual”, se me ocurre Google o Australia, por ejemplo) pero, de momento, en  España y en empresas “de toda la vida”,  estaría bien intentar no perder las formas, por mucho que avancemos, nos modernicemos, nos transformemos, nos flexibilicemos y nos digitalicemos.

El otro día mi amiga Irene fue a tomar una copa al Ritz de Londres.  Irene, puro glamour, llevaba unas zapatillas Converse y cuál fue su sorpresa cuando en el Ritz le dijeron que con Converse no podía entrar y le ofrecieron unos tacones.  Muchos lo criticarán pero a mí me parece genial. Por muy de moda que estén las zapatillas de deporte y similares, hay sitios a los que no se puede ir en zapatillas.  

Esto me recuerda el día que Carolina de Mónaco, la más chic entre las superchic, apareció en zapatillas de deporte, de Chanel, eso sí, en el mismísimo Baile de la Rosa de Mónaco. Pero ella tenía excusa. La acaban de operar de la rodilla y además de zapatillas llevaba bastón. Nada que objetar.   También es verdad que cuando eres chic, superchic, da igual lo que te pongas, porque todo te queda bien. Pero eso solo les pasa a muy pocos. El resto de los mortales hay determinadas cosas que no podemos permitirnos.

Me encantó leer el otro día una entrevista a  la campeona de Wimbledon en la que decía que su máximo capricho era un vestido de la diseñadora Stella McCartney, porque quería quitarse el chándal. Lo entiendo. Contrasta absolutamente con los que sin necesidad de llevar chándal  porque ni juegan al tenis, ni corren, ni hacen ningún deporte, lo llevan a todas horas. Lo siento, pero no se puede. 


Sin exageraciones,  sin imposiciones y sin complejos, pero respetando unos mínimos, por favor.
Como decía Coco Chanel: “No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase.”

Feliz semana!!


martes, 11 de julio de 2017

Fin de semana en Múnich

El post de hoy va de viajes. Este fin de semana hemos estado en Múnich, la capital de la región de Baviera, una ciudad elegante y animadísima que nos ha encantado. Es además un destino perfecto para un fin de semana porque tiene un tamaño que te permite recorrerla prácticamente entera en dos días, incluso andando, lo cual resulta muy cómodo (sin incluir visita a sus estupendos museos, claro, para visitarlos necesitas más tiempo y seguramente merecen la pena).

El centro neurálgico de Múnich es su preciosa Marienplatz, con su maravilloso Ayuntamiento y su famoso carrillón.  Un buen comienzo de día puede ser un buen desayuno en el Glockenspiel Café, con unas vistas estupendas a la plaza y poco turístico. La Marienplatz es el punto de partida perfecto para recorrer el centro histórico de la ciudad, espectacular.



Muy cerca de la Marienplatz no hay que dejar de visitar  el Viktualienmark, un mercado lleno de  puestos de frutas, flores, embutidos, mermeladas, adornos bávaros y sobre todo un montón de terrazas con las típicas mesas y bancos corridos llenos de gente tomando cerveza. Animadísimo. 






Allí aprovechamos para hacer una parada y tomarnos nuestra primera cerveza muniquesa al solecito. Planazo.


Andando se llega hasta la catedral Frauenkirche, con sus dos famosas torres, que se ven desde todo la ciudad.  Su interior es bastante austero porque fue reconstruido después de la Segunda Guerra Mundial.   Son muchos más bonitas otras iglesias de la ciudad como la Assankirche, puro barroco, con sus maravillosos confesionarios adornados con cabezas de angelitos.

Justo detrás de la catedral hay una placita preciosa con un restaurante estupendo, el Andechser am Dom, un sitio perfecto para probar las famosas salchichas  weisswurst  y luego continuar el paseo por las elegantes calles peatonales de Theatinerstrasse y Residentzstrasse y la famosa Maximilianstrasse, llena de tiendas de lujo.



Al lado, el Teatro de la Ópera y la Residencia, el palacio de la dinastía de los Wittelsbach, que gobernaron en Baviera hasta la Primera Guerra Mundial.  En esta zona, también hay dos restaurantes estupendos, el Spatenhaus y el Kuffler.  

Muy cerca también la Promenadeplatz, en la que está el famoso Hugo’s, un sitio muy cool en el que se reúne la “gente guapa” de Míunich.  Y un poco más allá el Herzog, con mucho ambiente y donde nos tomamos uso mojitos muy ricos.

Y por supuesto, hay que visitar la famosa cervecería Hofbräuhaus, testigo de numerosos acontecimientos históricos. Hasta dicen que en ella se redactó el programa por el que luego se regiría el partido nazi. La cervecería que quedó completamente destruida durante los bombardeos de 1945 y varios años después, en 1958, se reconstruyó.   En ella puedes disfrutar de una rica cerveza que ellos mismo producen, al son de la música en vivo de una típica orquesta bávara. No se puede pedir más!!



Incluso nos ha dado tiempo a visitar el palacio barroco de Nymphenburg, que fue la residencia de verano de los gobernantes del Reino de Baviera. Está rodeado de un parque inmenso por el que pasear tranquilamente.



Lo único que nos ha faltado ha sido vestirnos con los trajes típicos. Así que ya tengo una excusa para volver. Ya estoy imaginando a Carlos con los típicos pantaloncitos cortos de esos de ante con tirantes, al más puro estilo “Sonrisas y Lágrimas”. ¡¡Sin duda, debemos volver!! Viva Munich!!