miércoles, 31 de enero de 2018

Del tiempo y sus horas...

Hay personas a las que les cunde muchísimo el tiempo. Tengo una amiga que es jefa, tiene tres hijos, hace deporte, está estupenda, siempre lleva el pelo perfecto, las uñas hechas, ayuda con los deberes a sus niños, organiza cenas en su casa, va, viene, viaja, va al cine, al teatro, lee, está a  la última en moda, corre, cose, hace postres, yoga, meditación, voluntariado...

La vida le cunde el doble. Se apunta a todo. Para todo esta dispuesta. No se pierde una. Nunca se cansa.

Otro tipo es las que no hacen nada o lo que hacen lo hacen muy lento y les cuesta mucho. Y claro se asombran cuando ven la cantidad de cosas que hacen las primeras. Las horas pasan y el tiempo no les cunde. Y encima se estresan porque no les da tiempo a nada.  Aunque tengo  comprobado que ese nada para ellas ya es mucho.

Este grupo suele estar siempre a tope. No quedan porque no tienen tiempo. No te llaman porque porque no ven el momento. Suelen estar desbordadas. No sé muy bien porqué y de qué, pero no se lo inventan. Para ellas es así. Tengo también comprobado que a este grupo en general la gente les suele compadecer.  Me llama la atención. A mi personalmente me enervan.

Entre unas y otras estamos la gran mayoría, las que hacemos malabares cada día para intentar llegar a todo, sin conseguirlo casi nunca.


A veces hasta me pregunto si el tiempo será el mismo para todos. O si por algún motivo desconocido las horas de algunos se reproducen mientras que las de otros se escapan.

Me imagino un bote lleno de bolas.  Algunas personas utilizan esas bolas como si de chicles se tratara. Las inflan, inflan e inflan y las "horas- bolas" se estiran y estiran, dejan de tener su dimensión primitiva para ocupar un espacio mucho más grande.

Para otras en cambio las horas son como bolas de golf..imposibles de no perder. Juegas con ellas y irremediablemente pierdes alguna. Los más torpes hasta son capaces de perder muchas cada día que juegan.

Y para la gran mayoría, como digo, las horas son como pelotas de malabarista, que intentamos manejar de la mejor forma posible para que no se nos escape ninguna.

Pero, ojo, cuando estiras mucho un chicle al final se rompe. Y entonces  te quedas con cara de tonto con el chicle estampado en toda tu cara.  Lo mismo puede pasarte cuando pretendes llegar a todo y estar en todo. Algo importante puede estallarte y no darte cuenta.

Me pregunto si no merecerá quizá perder de vez en cuando alguna bola. ¿Por qué no?
Nuestra vida no tiene porque ser un continuo parque de atracciones. Puedes permitirte el lujo de vez en cuando de perder el tiempo. Al principio cuesta hacerlo, te encuentras rara, te sientes vaga y no te gusta, aunque poco a poco le vas cogiendo el gustillo. Pero, cuando ocurre eso, cuidado, porque tiene su peligro, puedes llegar a olvidar lo valioso que es el tiempo, tu tiempo, que al fin y al cabo es único e irrepetible.

Estaría genial poder comprar tiempo, comprar horas. Un montón de gente estaría dispuesta a comprarse horas y horas. Claro que eso implicaría gente dispuesta a vender horas y eso, pensándolo bien es triste. Es como despreciar la vida, que sólo pasa una vez. Al final, se trata de aprovechar la vida sin malgastar nuestro tiempo ni sobrecargarlo en exceso. Saber hacerlo es un don como otro cualquiera. 

Feliz semana!


sábado, 27 de enero de 2018

Burbujas protectoras

Esta semana varias noticias me han dejado impactada.

La primera, la de la familia Turpin. Unos padres que tenían a sus 13 hijos en condiciones realmente infrahumanas, atados a las camas, desnutridos y aislados. Y lo peor  es que aparentemente no estaban locos. Qué va. Estaban muy cuerdos y eran perfectamente conscientes de la barbarie que estaba cometiendo. Lo que  son es malvados, diábolicos, perversos. Porque el mal existe pero cuando se manifiesta en formas tan aterradoras como ésta tendemos a justificarlo disfrazándolo de locura, como si nos diese miedo reconocer que el hombre es capaz de un comportamiento tan extremo. Pero lo es y lo ha sido siempre.

La segunda noticia impactante tiene que ver con los refugiados y la terrible crisis humanitaria que estamos viviendo. Un auténtico drama que de tanto ver ya casi no nos asombra cuando lo que debería es remordernos la conciencia a todos.  Me impresionó leer que un número importante de refugiados atraviesan estos día los Alpes para llegar a Italia. Han  conseguido escapar de la tortura y el hambre que sufrían en sus países, han huido de la guerra, han atravesado el mar, han burlado vallas y controles policiales y todavía tienen que enfrentarse a los Alpes, al frío, a la nieve y  al riesgo de morir congelados, equipados con poco más que unos vaqueros, un anorak, unas zapatillas y una mochila cargada de esperanza en una vida mejor, que para muy pocos  llegará.

Y la tercera es la de los dos niños de 14 años que han asesinado a golpes y cuchilladas a dos ancianos en Bilbao. Me da igual si eran de una raza o de otra, si querían robar o si se les fue de las mano. Sea lo que sea, me impacta que dos niños, que al fin y al cabo es lo que son, sean capaces de cometer un crimen así en España.

No sé cuál de las tres noticias me ha impresionado más. Las tres me han hecho pensar.



La mayoría vivimos en un mundo más o menos feliz, con nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestros historias, nuestros problemas cotidianos, nuestros dimes y diretes, nuestras preocupaciones a veces banales, nuestra tendencia a dramatizar trivialidades.

Pero más allá y no tan lejos, convive un auténtico submundo dramático, oscuro y profundo. Tendemos a pensar que está muy lejos. Y seguimos viviendo en nuestra burbuja como si nada.

Ojalá esa burbuja no se rompa nunca, pero me pregunto si a veces no vendrá bien hacer una pequeña ranura cada uno en su burbuja particular y asomarse al mundo exterior. Hacerlo puede  enseñarte a relativizar nuestros problemas. Esto nunca viene mal, aunque  no deja de ser egoista. Hay quién se atreve a hacer una ranura un poquito más grande y asomarse con ojos atentos a lo que pasa fuera e incluso,  lejos de quedarse impasible, hasta se atreve a actuar.

Me refiero, por ejemplo, a personas que se conmueven por lo que pasa a su alrededor, crean una ong y movilizan a su entorno para luchar por una causa común, a los que colaboran como voluntarios y dedican desinteresadamente su tiempo a otros que lo necesitan, a los que renuncian a  sus cómodos veranos para irse a ayudar a otros países, a los que comparten lo que muchas veces no les sobra.

Me maravilla toda esta gente. Porque igual que existe el mal existe el bien, está claro. Aunque para la mayoría lo mas "cómodo" sea permanecer en nuestra burbuja y con las menores ranuras posibles

Feliz semana!!

martes, 16 de enero de 2018

Natural vs artificial. Como la vida misma

Hoy he comido con tres amigas y hemos hablado de flores.Una es la loca de las flores artificiales, tiene ramos maravillosos y todos artificiales. La otra  prefiere los ramos  naturales y cada sábado los renueva. Y la tercera es de las que combina artificiales y naturales y tiene la casa llena de flores.

Natural versus artificial, como la vida misma.

Me encanta la naturalidad cuando la veo en las revistas. Cara lavada, ideal claro; coleta hecha de cualquier manera, pero que se agita ligera al viento; unos simples vaqueros, que les quedan de cine y un jersey de rayas, chic total.  La naturalidad en persona. Pero trata de ser natural en la vida real, ay, no hay manera.


La cara lavada no hay quien la resista llegada una determinada edad. La coleta suele ser coletajo muy poco favorecedor, por no hablar del pelo natural, que ya no recuerdo ni donde quedó. Los vaqueros exigen probarse mil modelos para dar con el ideal que nunca lo es lo suficiente. Y el jersey de rayas resulta que engorda por eso de la horizontalidad.

No es fácil la naturalidad.  Porque la naturalidad no se fuerza. Se tiene o no se tiene. No tenemos mas que pensar en nuestra  Letizia con z. Ella intenta ser natural. Se esfuerza. No digo yo que no. Pero por mucho que se esfuerce nunca llegará a ser una Kate Middleton o una Máxima de Holanda, ejemplos de naturalidad innata.

Y es que la naturalidad no tiene sólo que ver con lo externo. Al revés, tiene mucho mas que ver con lo interno. Hay gente aparentemente artificial o superficial, incluso muy sofisticada y excéntrica, que sin embargo son absolutamente naturales en todo lo que hacen, y aunque hagan las cosas más  inverosímiles lo hacen con tal naturalidad que resulta pasmoso.


Ahora bien, nada tiene que ver realmente con la naturalidad decisiones  como no maquillarse, no depilarse, no pintarse las uñas o no teñirse el pelo. Hacerlo o no hacerlo no te lleva a ser mas o menos natural. Que nadie se lleve a engaño.

Personalmente, me encanta la gente natural, espontánea, que dice las cosas como las piensa. Que se muestra feliz cuando lo está pero que de vez en cuando también está triste y es capaz de reconocerlo y compartirlo.  La gente que sonríe con la boca pero también con la mirada. Que escucha, que habla pero también calla cuando toca. La gente discreta, que sabe estar en su lugar. 

No me gusta la gente artificial, que te quiere por lo que tienes y no por lo que eres,  que te dice una cosa aunque piense lo contrario, que te alaba y a tu espalda te critica. Que está contigo cuando todo te va bien pero que te deja en la estacada en cuanto las cosas te vienen mal dadas.

Y por cierto, huyo de los falsos naturales tanto como me atraen los falsos artificiales.

Y las  flores... las prefiero naturales!

Feliz semana!!!

viernes, 12 de enero de 2018

De leyendas y espíritus

Siempre me han llamado la atención las “leyendas urbanas” que circulan sobre la muerte de determinados personajes. Que si está congelado, como el caso de Walt Disney; que si realmente no está muerto, sino que sigue viviendo con otra personalidad en algún país lejano, como se dijo en su día de Jesús Gil y se ha llegado a decir de Rita Barberá; que si murió en circunstancias que suscitan el morbo popular… De todo hay. Me pregunto de donde saldrán estos rumores.

Pero lo que realmente me han gustado toda la vida son las leyendas con un toque paranormal, tipo la de la mujer que aparecía en una curva en la carreta de la Coruña en noches de lluvia y que en realidad era el espíritu de una joven que murió hace años en esa curva y que pretendía avisar a los conductores para que tuvieran cuidado. Es una historia que circula desde hace años, y que yo, aficionada como soy a los espíritus y presencias, me he creído siempre a pie juntillas, aunque, por mucho que busco, nunca se me ha aparecido la mujer en cuestión, casi mejor.

Recuerdo que en la época del colegio, en los años 70-80, circulaba la leyenda de una mano negra gigantesca que aparecía en el cuarto de baño y se llevaba a los niños. En mi colegio, nos tenía a todas aterrorizadas y durante un tiempo ni nos atrevíamos a ir solas al baño, por si aparecía la mano negra famosa.

Una de las mejores leyendas de este tipo es la del Palacio de Linares. Cuenta la leyenda que el marqués de Linares se casó, sin saberlo, con una mujer que era su hermana ( hija de una cigarrera con la que su padre había tenido un lío).  Conscientes del incesto que habían cometido, se dirigieron al papa Pío IX, quien les otorgó una bula papal “Casti convivere” (vivir juntos pero en castidad). Pero ya era demasiado tarde, porque ella estaba embarazada. Ante el miedo al escándalo, la pareja decidió matar a su hija. El marqués emparedó el cadáver en un recinto anexo a palacio construido para servir de zona de juegos para sus hijos, muy macabro el tema. Finalmente, la marquesa murió de pena y el marqués se suicidó. Todavía hoy, continúa el espíritu de la niña, que se llamaba Raimunda, cantando canciones infantiles y llamando a sus padres.  Impresionante. Cada vez que visito Casa de América estoy muy atenta a ver si oigo algo, pero nada.


Y por último, me encanta una leyenda que leí hace poco, la leyenda de la dama de la rosa blanca. Preciosa. Cuenta que una noche de carnaval de 1838 se celebraba una fiesta en el palacete de los marqueses de Fernán Nuñez de Madrid. Un diplomático británico, recién llegado a la capital, se quedó prendado de una joven de tez pálida, vestida toda de negro, con guantes blancos y una rosa blanca en sus manos.

Tras varios bailes, la joven le pidió que le acompañara hasta la cercana Iglesia de San José, en Alcalá. El inglés accedió y fueron caminando hasta allí. Se despidieron en la puerta de la iglesia, pese a que él insistió en acompañarla a casa, y quedaron en verse al día siguiente a mediodía en ese mismo lugar. 

Al día siguiente, al llegar él a la Iglesia, deseando volver a encontrarse con la misteriosa joven, descubre que se va a celebrar un funeral. Curioso, se acerca al féretro y ve que en su interior se halla la joven con la que había bailado la noche anterior, con las manos cruzadas y una rosa blanca entre ellas, marchitando. ¡¡¡¡¡¡Aghhhh!!!!!!!!!!!!!!!!! Me encanta esta historia. Romántica y misteriosa.

Espero no haber dado demasiado miedo y si alguien ve a la mujer de la curva, oye a Raimundita o se encuentra una rosa blanca marchitada en plena calle Alcalá que me avise!!

Feliz semana!!

viernes, 5 de enero de 2018

¡Feliz noche de Reyes!

Hoy una amiga, para desearme una feliz noche de Reyes, me ha mandado este poema de Unamuno.

Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.

Me ha encantado y me ha hecho reflexionar.

Ojalá no perdiésemos nunca esa capacidad de soñar que tienen los niños. La capacidad de sorprenderse con lo más pequeño. La capacidad ilimitada de ilusionarse. La capacidad de creer en lo mágico, sin buscar razones, ni argumentos. Tan solo creer.


Hoy quiero creer en los Reyes, en la bondad, en la generosidad sin esperar nada a cambio, en la justicia.  

Quiero creer en que la suerte y la “fortuna” en su sentido más amplio no solo llegarán a unos pocos privilegiados sino que nos llegarán a todos. A los de aquí y a los de allí. A los que vemos en la tele y nos parecen tan lejanos y a los ya ni siquiera vemos en los soportales o en la puerta del supermercado. Porque si no, nada se entiende.  

Hoy quiero tener ojos, corazón y esperanza de niño, aunque sea casi imposible.


¡¡Feliz noche de Reyes!!