viernes, 29 de noviembre de 2019

Por si no teniamos suficiente con Halloween, llegó el Black Friday!!!

Por si no teníamos suficiente con Halloween, llegó el Black Friday y lo inundó todo. Pero ¿qué pasa?

Imagino que esto son las consecuencias de la globalización, pero no veo yo a los americanos celebrando San Isidro ni la Feria de Sevilla. Qué manía con importar con tanta pasión las costumbres ajenas. Me extraña no estar rodeada de pavos por doquier festejando Thanksgiving!!! Pero todo llegará. No lo dudo.

Personalmente, me encanta celebrarlo todo, vaya esto por delante.  Por celebrar, celebro hasta el año chino, que me fascina, pero reconozco que este afán consumista del blackfriday me tiene hasta el moño.
Tanto descuento, tanto anuncio, tanta incitación a la compra hace que te crees falsas necesidades y que termines por comprar con una  absurda ansiedad desmedida arrastrada por la vorágine del entorno. Una locura!!.


Digo yo que si celebrasemos el Adviento  con tanto entusiasmo y energia otro gallo  nos cantaría. Pero claro el Adviento tiene mucho menos tirón y eso que solo requiere una corona, una velitas y un poco de devoción eso si, que me temo que es lo que falta.

Que difícil es por cierto encontrar calendarios de Adviento que tengan un motivo relacionado con la Navidad católica. Llevo varias tiendas y supermercados recorridos y no hay manera. Hay calendarios de Papá Noel (otro al que, lo siento, pero también le he cogido un poco de mania. Yo siempre he sido y seré de de los Reyes Magos),  de Dora la exploradora, de la Guerra de las galaxias, de Fortnite... Calendarios rellenos de chocolates, de chuches, de botes de perfume... de lo que quieras, pero encontrar un calendario con un nacimiento es ardua tarea!

En fin, que habrá quien me encuentre muy radical pero entre la globalizacion, el mundo digital, los "extranjerismos invasores" y el contexto político social ... menudo panorama nos espera!!!

Ánimo con el Black Friday!!!


martes, 26 de noviembre de 2019

Cosas de la edad


Ayer fui a hacerme una prueba al hospital. La enfermera que tenía que pincharme miró y remiró mis brazos en busca de mis venas. "Uyy, pues no me atrevo a pinchar, qué venas tan difíciles me dijo con voz meliflua. En ese momento, tumbada en la camilla, a punto de entrar en una especie de platillo volante descapotable para hacerme un TAC, indefensa y a su merced, me incorporé, me “empoderé”  (palabra de moda) y le dije: "Perdona, pero si no te atreves a pincharme tú que eres la enfermera,  te pido que por favor llames a otra persona para que lo haga". Y me quedé más ancha que larga. Mi respuesta me sorprendió hasta a mí misma. Me encontré de lo más atrevida. Antes me hubiera callado, hubiera sonreído y por dentro hubiese rezado para que me pinchara otra menos inepta. Y me hubiera pinchado la inútil, me hubiera hecho mucho daño y me habría salido un moratón. Todo por no decirle nada a la enfermera, no vaya a ser que hiera sus sentimientos.


Lo mismo me pasó en la peluquería cuando la que me lavaba el pelo no paraba de pegarme tirones y le pedí si por favor podía lavarme una persona un poco más delicada, en lugar de aguantar estoicamente y llegar luego a casa con dolor de cuero cabelludo. O cuando entré en un taxi que apestaba a tabaco y le pedí que parase para bajarme, en lugar de aguantarme y llegar apestando a casa.

Me pregunto si serán cosas de la edad. Será que me estoy volviendo cascarrabias o será mas bien que por fin voy liberándome de algunas de las ataduras que implica la buena educación y el comportamiento socialmente correcto? Me inclino por lo segundo, aunque me temo que mi marido quizá se incline por lo primero.

Yo siempre he sido muy de evitar conflictos. No me gustan las discusiones, ni las peleas, ni siquiera los intercambios de opinión demasiado apasionados. Suelo ser comedida, discreta y adecuada. No suelo perder demasiado los nervios y si lo hago no se me suele notar (salvo honrosas excepciones). Creo que tengo capacidad de autocontrol y hasta un cierto mindfullnes que es lo que se lleva. Ahora bien, empieza a gustarme cada vez más decir lo que pienso. 

Evidentemente, intento hacerlo siempre con mucha educación, y aplicando siempre los filtros necesarios, sobre todo en función del destinatario ( soy consciente de que la verdad a bocajarro no siempre es fácil de digerir y por otro lado, tampoco es plan de ir hiriendo gratuitamente los sentimientos del prójimo).

Pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte me voy lanzando cada vez más al atractivo mundo de la sinceridad social.  Y me gusta hacerlo.

Además, cada vez lo hago con mayor seguridad, desde la madurez y con las tablas que te da la edad. Sin absurdas vergüenzas o pudores. Sin tantos miramientos. Creo que con moderación y por supuesto con educación, es estupendo decir de vez en cuando lo que de verdad pensamos o sentimos. Eso sí, sin pasarse de frenada. 

Porque por muy atractiva que resulte la idea de decir lo que uno piensa, a menudo hay que callarse. Lo contrario nos llevaría al caos, nos acabaríamos tirando de los pelos, provocaría una auténtica fractura social, como se dice ahora. Claro que, cuando uno va de sincero por la vida también debe estar preparado para aguantar la sinceridad del de al lado, que a veces te pilla desprevenida y te descoloca.

En definitiva, que aunque soy plenamente consciente de que permanecer calladita es a veces toda una virtud y como tal la seguiré practicando, intento cada día no perder  la oportunidad de soltar alguna perlita de sinceridad repentina. Lo recomiendo. Te sientes bien. Y a medida que cumpla años, mas perlitas iré soltando. Aviso. Y el que avisa, no es traidor!

Feliz  semana!!