jueves, 31 de enero de 2019

Espejito espejito mágico

El lunes instalaron un espejo en cada uno de los ascensores del edificio en el que trabajo. Un espejo gigante nos recibió a las 9 de la mañana, así de repente, sin previo aviso. En mi caso, debo decir que me pegué un susto. Andaba yo medio dormida, me metí en el ascensor y al verme reflejada , pensé que había alguien dentro que me miraba, hasta que me dí cuenta que ese alguien era yo misma. Superado el susto inicial, me encantó la idea. Me parece de lo más práctico un ascensor con espejo, de hecho, echo de menos cuando subo a uno y no lo tiene.

Para las chicas es muy cómodo, o eso pensaba yo. Te sirve para darte un último vistazo, retocarte los labios si hace falta, o comprobar si te has pintado de fucsia los dientes ( odio hablar con la gente con un diente teñido!). Sin embargo, me he dado cuenta de que, como todo en la vida, a cada uno las cosas le afectan de distinta manera.

Una de mis compañeras, por ejemplo, lleva desde el lunes buscando como loca el montacargas, con la esperanza de que ahí no hayan instalado un espejo. Lleva fatal eso de ver su imagen reflejada nada más llegar a la oficina.  Según ella, sale de casa toda contenta, convencida de que está monísima y de pronto, se monta en el ascensor y se le "pincha el globo". Se ve espantosa. Y se le quitan las ganas de trabajar. De hecho, está hasta tentada de dar al botón del garaje y volverse directa a su casa. Visto en positivo, el espejo del ascensor va a servirle para hacer más ejercicio diario, porque, aunque no lo sepa, en nuestro edificio no hay montacargas, así que me temo que la única manera de evitar su reflejo será subir cada día por la escalera!


Otra amiga, desde que han puesto el espejo, llega todos los días tarde. Primero, porque espera a que el ascensor suba vacío, lo cual no siempre es fácil a esas horas. Y segundo, porque cuando lo consigue, rápidamente se mete y entonces, ya no para de mirarse. Se mira y se remira, se pone colorete, se retoca los labios, se da un toque de cepillo, y hasta uno de rimmel si hace falta. Todo esto con la pierna estirada para que no se cierre el ascensor, lo cual le exige un punto de equilibrismo cuanto menos meritorio.

Otra amiga, el miércoles subió al ascensor, se miró al espejo y decidió volverse a casa a lavarse el pelo, de lo sucio que se lo vió. Me pregunto qué tipo de espejo tendrá en su cuarto de baño! A lo tonto a lo tonto, tardó media mañana en volver. Menudo líos va a provocar el espejo a los de recursos humanos. A este paso, la tasa de absentismo laboral se nos dispara en menos que canta un gallo.

Otras amigas, desde que han puesto el espejo, han adoptado grandes decisiones en su vida. Se han puesto a dieta, han pedido cita con el cirujano plástico o han decidido darse un chute de Botox. Tal cual. Forman parte del grupo de las más extremistas. De nuevo, imagino que hasta el momento en su casa debían tener solo espejos reductores o alguno como el de la madrastra de Blancanieves, que solo decía bondades.

En el extremo opuesto están las que ni se inmutan. Entran y se da la vuelta sin  más.  Les da igual que haya espejo o que no haya. Dan al botón y dan la espalda al espejo. Sin miramientos. Sencillas y llanas. Imagino que pertenecen al grupo de las menos presumidas.

Y en el medio, están las que hacen como que no les importa, pero que no paran de mirarse por el rabillo del ojo. Como si no nos diésemos cuenta de que están deseando “acicalarse”, pero, tímidas ellas, no se atreven a hacerlo.

Pero no sólo en las chicas el espejo ha provocado curiosas reacciones. También los chicos han comentado la llegada del espejo a nuestra “cotidianeidad laboral”. Mi amigo Paco está encantado porque por fin dejaremos de regañarle por venir despeinado después de sus clases de natación. Y mi amigo Toni, ni siquiera se había dado cuenta de que habían puesto un espejo. Así es él. Otros aprovechan para quitarse el trozo de lechuga del diente, lo cual sin duda se agradece. Y hay a alguno que incluso le da por hacerse un selfie. Me consta!!

Por cierto, el espejo me ha hecho enterarme de cosas que hasta ahora desconocía, como por ejemplo que algunos hombres llevan en el maletero del coche una camisa limpia por si se cortan afeitándose, les sangra y se manchan. Oops! Qué previsores! Lo descubrí porque subí con un compañero en el ascensor. Llevaba camisa de rayas, y al rato le ví en la máquina de café  con camisa blanca. Le pregunté y me lo explicó. Muerta me quedé!! Nosotras, que la mayoría de las veces no llevamos ni unas medias de repuesto por si se nos hace una carrera, cosa de lo más habitual en nuestras vidas. Estos hombres.. a veces nos sorprenden!

En fin, que resulta llamativo las reacciones tan variopintas que provoca un simple espejo en un ascensor, lo cual demuestra lo variados y diferentes que somos hasta en las cosas más elementales.  Y de paso, me sirve para reforzar mi cada vez más afianzada creencia de  que en la vida todo es cuestión de actitud, diga lo que diga el espejo. Porque no es la imagen del espejo la que ven los demás de ti, sino la imagen que cada uno con su actitud proyecta ante los demás, y eso sale de dentro, con independencia de lo que en cada momento refleje el espejo, con independencia de la edad, la talla, el maquillaje o el pelo.

Feliz semana!!

sábado, 19 de enero de 2019

Sabiduría popular


En algun post anterior ( Una ración de "almóndigas"") ya hablé de la tendencia sorprendente de la Real Academia de la Lengua de aceptar como buenas determinadas palabras que toda la vida habíamos tenido por incorrectas. Me refiero a palabras como  "almóndigas", "madalena", "setiembre" o "carné". En fin, la RAE sabrá lo que hace. Hoy en día ya se sabe que tenemos que ser todos muy modernos y tolerantes, aunque, personalmente, algunas palabritas de las aceptadas me llaman mucho la atención.

Como también me llama la atención el uso personalizado y particular que muchas personas dan a los refranes.

Por ejemplo, el famoso "más vale una vez morado que ciento amarillo" a menudo se convierte en "más vale una vez colorado que ciento amarillo". Tan extendido está el uso de esta segunda versión que hasta he tenido que comprobar cuál era realmente el correcto, porque me ha entrado la duda. 
Esta ligera adaptación del refrán popular tiene su pase y el que lo oye casi ni se da cuenta de la variación. Pero otras particulares adaptaciones son realmente sorprendentes.

Es el caso por ejemplo del que dice " llegar y pisar el santo" ¿ Pisar el santo?!!! ¿A quién se le ocurre?. Pues lo dice mucha gente. O lo de " A todo santo le llega su San Martín.  No será a todo cerdo? . Otros dicen " vestir a un santo para desvestir a un otro" en vez de "desnudar a un santo para vestir a otro" . O "Se ha quedado para desvestir santos". Será mas bien para vestirlos, digo yo. Aunque... quién sabe?

Es como la abuela inglesa de una amiga mía que siempre decía, con su acento de " doña croqueta": " uy hija, se me fue al santo al pueblo!". No había manera de que lo dijera bien. Era una señora muy divertida. En cualquier caso, pobres santos, menudo ajetreo. 

Muy divertido es también la gente que mezcla los refranes. Por ejemplo los que dicen " es blanco y con asas" o es "verde y en botella". Ay que lío. Mas que refranes son auténticas adivinanzas. Pero la combinación mas auténtica es la de una señora que dijo, muy seria ella, " no se puede estar en misa repicando y con el mazo dando". Absolutamente genial. Menuda mezcla. O el de " mas vale caballo regalado que ciento volando". Pues si, visto así, no digo yo que no sea cierto. O " A perro mordedor todos son pulgas". Ja, ja

Por no hablar de los que dicen "es mejor el remedio que la enfermedad". Obvio, digo yo.

Hay también quien dice " Dime como te llamas y te diré quién eres" y se quedan tan contentos con su agudeza. O "no se puede pedir peras al limonero", no claro, ni limones al peral. O " Quien con niños se acuesta con niños se levanta". Vamos, que no maduran por la  noche querrán decir. Qué susto si lo hicieran!.  Tampoco se quedan cortos los de  "Aprovechando que el río pasa por Pisuerga". Pero Pisuerga no era un río?.

Un día, una amiga me dijo "Me he quedado más pancha que larga" y efectivamente, tan pancha se quedó.  Y otra, para echarnos de su casa, despues de una cena que se alargaba sin fin, dijo muy seria: "cada mochuelo a su nido" y a nuestros nidos nos fuimos, claro.

También he oido decir " Más sabe el diablo por zorro que por viejo".  Qué lio! Hablamos de zorros? de diablos?

En fin, que esto del refranero popular da mucho juego y que a veces mas que sabiduría popular se convierte en "despropósito particular". Pero.... ya se sabe: ande yo caliente, ríase la gente!!

Feliz semana!!!