viernes, 18 de septiembre de 2020

Alerta sobre el uso de mascarillas


En los últimos meses y ante un uso intensivo de las mascarillas, se están observando una serie de efectos secundarios sobre los que es necesario alertar a la población:

Mujeres barbudas. Informes recientes constatan que las mascarillas crean un efecto invernadero propicio para el crecimiento del vello.  Como consecuencia, muchas mujeres ven con asombro cómo su barbilla poco a poco se va poblando de pelo. Confiadas en que la mascarilla los tapa, van dejándolos crecer hasta que un día descubren que su barba es más larga que la de su marido. En algunas poblaciones se han creado ya asociaciones de mujeres barbudas que lejos de sentirse incómodas reclaman el derecho de, también en este ámbito, ser iguales que los hombres

Orejas de soplillo.  A medida que pasan los meses se constata una tendencia creciente en el despegue de las orejas. En el caso de que el número de personas con este despegue prominente de los “cartílagos orejeros”  siga aumentando se prevé una necesaria adaptación de accesorios como gorros, gorras, sombreros y demás. Si la tendencia siguiera imparable, habría incluso que plantear una ampliación de ciertas puertas, con los costes asociados correspondientes.

Mujeres con ojos de Barbie. La gente, y sobre todo las mujeres, es cada vez más consciente de que la atención ahora se centra en sus ojos. De nada  sirve el colorete o la barra de labios, si tus ojos no brillan y parpadean con fuerza. Como consecuencia, se está produciendo un incremento vertiginoso de los implantes de pestañas, que de continuar in crescendo provocará que algunas mujeres acaben con ojos de muñeca.   Algunos grupos feministas empiezan a protestar ante mensajes publicitarios como :” Si la mascarilla no te deja respirar, pero lo que tú quieres es gustar, como Barbie debes parpadear” .



Dejadez del cuidado bucal. Por el contrario, aumenta la preocupación por el rechazo que empiezan a experimentar muchos menores a ponerse aparato en los dientes. Dado que es una parte de su cuerpo que a este paso nunca van a enseñar, poco les importa tener los dientes no solo descolocados, sino sucios.  Estudios recientes muestran un descenso pronunciado en las ventas de cepillos de dientes. A su vez, algunas asociaciones de dentistas están impulsando la confección de mascarillas transparentes, las denominadas“invisa masks”, de modo que las blancas sonrisas puedan seguir luciendo como merecen.

Sospechosos habituales. El uso continuado de mascarillas está provocando una cierta sensación de desconfianza entre las personas, que tienden cada vez más a mirarse entre ellas con cara de sospechosos. Los más pesimistas ven factible que bajo esta apariencia ya de por sí sospechosa que otorga la mascarilla haya personas que sientan la necesidad de adoptar nuevos roles como podría por ejemplo ser el de atracador de banco. El Colegio de Psicólogos de Madrid está siguiendo muy de cerca este tipo de comportamientos.

Usos pocos propios. Crecen cada día los usos insospechados de las mascarillas. Hay quien las usa como pañuelo, cuando no tiene nada a mano para sonarse la nariz, como coletero, como diadema, como limosnera, como almohadilla para evitar sentarse en el suelo o en un escalón, como bufanda…. Todo ello conlleva el riesgo de olvidar el uso genuino que debe darse a este nuevo accesorio que ha irrumpido con fuerza en nuestra cotidianidad.

Mutación de estereotipos. De un tiempo a esta parte,se ha observado un considerable incremento de la notoriedad del colectivo de mujeres musulmanas. Si bien hace unos años el debate se centraba en la conveniencia o no  de que algunas mujeres llevaran la cara tapada por el velo en determinados ámbitos, ahora empiezan a ser consideradas verdaderas pioneras, auténticas visionarias. Cada vez más influencers se cambian de religión con tal de resultar de rabiosa actualidad.

Falta de compromiso medioambiental. En otro orden de cosas, en un contexto en el que el cambio climático y el medio ambiente ocupan los primeros puestos de la agenda pública, resulta alarmante la cantidad de mascarillas que pueden encontrarse tiradas en cualquier lugar: en la calle, en el campo, en la playa y hasta en el mar. Recientemente, una señora compró pescado en su establecimiento habitual y al llegar a casa y disponerse a limpiar el pez en su tripa encontró una mascarilla. Tuvo que tirar el pez, por si tenía coronavirus, y no le devolvieron el dinero.

El objetivo de este artículo no es otro que el de constatar y advertir. El que avisa, no es traidor!

Feliz semana!

 

4 comentarios:

  1. Jajajaja María qué bueeeeno!!!
    Me han chiflado las Invisa Masks!!! Quiero unaaaaaaa🤩

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  2. Muy bueno María . A mi me parece que tienen un puntazo sexy !!! Todo es una cuestión de imaginación ������

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