Leo hoy que un hombre ha aparecido muerto en su casa. Llevaba 15 años muerto. Quince años. Quince cumpleaños. Quince Navidades. Quince veranos. Y nadie lo echó de menos. Tenía una ex mujer y dos hijos. Supongo que también vecinos y algún que otro amigo. Pero nadie llamó a su puerta. Nadie preguntó. Nadie dijo: “Hace mucho que no sé de él”. Nadie se preocupó lo suficiente como para investigar dónde podía estar. ¿Se puede desaparecer así del mundo sin que nadie lo note? Pienso en los hijos. Quince años dan para muchas cosas: bodas, divorcios, mudanzas, enfermedades, nacimientos, pérdidas… ¿En todos esos años nunca sintieron ganas de llamar a su padre? Me asusta que alguien pueda estar tan solo. Y me asusta pensar cuántas personas vivirán así, vivas, pero invisibles. Rodeadas de gente, pero olvidadas. Con cientos de contactos en el móvil, pero sin nadie que les llame para interesarse por ellos. En la era de la hiperconexión parece que la conexión real flaquea. Alguien muere y n...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...