Cada mañana,
cuando llevo a mis hijos al colegio, coincido con una madre subida en un Porsche
Cayenne. Se nota que lo de ir en un Cayenne “le pone”. Se siente poderosa y
capaz de todo. Aparca donde le viene en gana, maniobra hacia adelante y hacia
atrás sin ningún tipo de reparo. Un día de estos se lleva a un niño por delante
y se queda tan pancha. Pero, claro, conduce un Porsche Cayenne y eso parece que
la legitima para hacer cualquier cosa, la sitúa en un plano superior al resto de
las pobres madres o padres que conducimos nuestros modestos “utilitarios” y a
los que mira con cara de condescendencia. Insufrible.
Es curioso como
determinadas posiciones o situaciones hacen a algunas personas sentirse
superiores al resto, muy por encima, algo así como “elevados”.
Pasa desde la
infancia. No hay más que pensar en el niño que reparte caramelos el día de su
cumpleaños y que tiene la potestad de decidir a quién reparte y a quién no. O
el niño dueño del balón antes de un partido de fútbol.
Pero sigue
pasando con personas mucho más creciditas, que es peor. El ejemplo perfecto es el portero de
discoteca. Si encima es una discoteca de moda, de ésas con cola en la puerta y
el portero está mazas y lleva pinganillo
en la oreja, ya ni te cuento. Se sienten
como dioses. Te miran como si te
perdonaran la vida. De ellos depende que puedas entrar o que te quedes fuera.
Son ellos los que juzgan si tu look es apropiado o no. Tu noche depende de él.
Como le caigas mal, estás perdido y lo saben.
Otro típico
ejemplo son las dependientas de tienda de lujo. En general, suelen resultar de
lo más intimidantes.
Entras en una tienda de lujo y te sientes observada de arriba abajo. Es como si estuvieran juzgando si
realmente eres digna de entrar en aquel templo del lujo. De repente piensas,
¿por qué no me habrá arreglado más? como si las apariencias no engañaran… En esos momentos, hayas entrado para comprar
o solo para cotillear, no hay que venirse abajo. Hay que entrar con decisión y
pisar fuerte la alfombra roja. Después de todo, la clienta eres tú.
Por no hablar de
algunos funcionarios (no todos por supuesto, que los hay estupendos y eficientes).
Me refiero a la típica situación en la que
necesitas un papel urgente y acudes al organismo público de turno. El funcionario que te atiende te ignora porque
está en medio de una conversación con su
amiga mucho más interesante que lo que tú vas a contarle. Cuando por fin se
digna a escucharte te mira con cara de “veré, cuando puedo ocuparme, ahora
estoy realmente liado, como puede observar”, A ti no te queda otra que poner cara de buena porque
realmente sabes que estás en su mano y que si le caes mal tu solicitud puede
pasar al fondo del taco de solicitudes que adornan la mesa. Así que sonríes y
muestras tu cara más adorable y paciente. Estás en sus manos.
Tremendos son también, en otro orden de cosas, los futbolistas cuando dan una rueda de prensa. No digo yo que en algún que otro aspecto un futbolista de primera no sea superior al resto de los mortales, pero... de ahí a dar ruedas de prensa en las que parecen presidentes de gobierno... Me resulta excesivo!
Tremendos son también, en otro orden de cosas, los futbolistas cuando dan una rueda de prensa. No digo yo que en algún que otro aspecto un futbolista de primera no sea superior al resto de los mortales, pero... de ahí a dar ruedas de prensa en las que parecen presidentes de gobierno... Me resulta excesivo!
Hay muchos más
casos. Estamos rodeados de seres superiores que en realidad no lo son. No hay
más que abrir las revistas de moda o ver los programas de televisión para darse
cuenta de varios ejemplos, pero eso da para otro post…
Feliz semana!!