Julio Cortázar hablaba de los días entre paréntesis. Días que no pertenecen a ningún tiempo, que se abren como un paréntesis en medio de la frase incesante que es la vida. Los días entre paréntesis no son días de acción, tampoco de espera. Son días de suspensión. De estar al borde de algo. Son intervalos de quietud, como si el tiempo se plegara sobre sí mismo. Cuando ya ha pasado lo que tenía que pasar y todavía no ha llegado lo que vendrá. Vivir entre paréntesis es vivir suspendido entre dos certezas. Es cuando una puerta se ha cerrado y otra aún no se ha abierto. Cuando el ruido exterior se apaga y queda sólo el murmullo interior, ese leve presentimiento de que algo, en silencio, va a llegar. Es un estado provisional, pero podría ser eterno. En los días entre paréntesis a menudo ocurre lo esencial: el pensamiento, la conciencia, hasta la revelación. Quizá es en los paréntesis donde se forma lo que seremos, los pliegues invisibles en los que la vida, sin ruido, se aco...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...