¿Quién no ha metido la pata alguna vez? Imagino que todos lo hemos hecho en alguna ocasión en mayor o menor medida. Porque, claro, hay patas y patas. Hay meteduras de pata ligeras, nimias, sin apenas trascendencia. Meteduras que te suponen pasar un mal rato o hacérselo pasar a alguien, depende del caso, pero que afortunadamente no van a más. Recuerdo, por ejemplo, el día que en un cumpleaños de los niños vino a casa un señor bastante entrado en años y con el pelo completamente blanco a recoger a su hijo y yo avisé al niño de que ya había llegado su abuelo. El señor me miró muy serio y me dijo "soy su padre". Rápidamente llamé al niño y le dije a mi hijo Gonzalo: “Despídete de tu amiguito porque no le vas a volver a ver”. Tierra trágame, piensas siempre en estos casos. Aunque lo cierto es que la tierra nunca te traga por mucho que lo desees. Así que siempre toca afrontar lo mejor posible la metedura de pata y disculparte si hace falt...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...