lunes, 19 de junio de 2023

Almohadas

 Llevo un tiempo sin inspiración. El tema me tenía preocupada. Un amigo escritor me propuso un truco: elegir al azar  un objeto cotidiano y escribir sobre él, sin un fin concreto, improvisando. Y eso he hecho. 

He mirado a mi alrededor y he elegido mi almohada. Podía haber elegido un gorro de ducha, un felpudo o un calzador, pero he elegido una almohada.

Curiosamente, lo primero que me viene a la cabeza son las mil y una noches. Creo que mas allá de la vinculación evidente que no hace falta explicar, debe influirme el origen árabe de la palabra. 

Hace poco me contaban que en algunos hoteles de lujo existe el puesto de probador de almohadas. Debe ser gente que  no duerme mucho porque se pasan la noche pidiendo que les cambien de almohada.

Las almohadas antes se compartían. Las camas de matrimonio tenían una única almohada con independencia del número de moradores. Eran almohadas muy largas que era difícil meter en su funda. Se tardaba el doble en cambiar las sábanas por culpa de la almohada. Por la noche cada uno tiraba de ella hacia un lado hasta que se encontraba el justo equilibrio.

 Ahora en cambio cada cual tiene su almohada. No se si será por la globalización, culpable de casi todo, o porque ahora cada uno va a lo suyo. Tampoco se si las parejas se quieren más o menos según compartan o no almohada. Quizá el aumento de los divorcios tiene algo que ver con el tema. Podría ser objeto de estudio. 


Hay almohadas amigas, confidentes a quien cuentas tus inquietudes y tus sueños. Hay quien incluso confía en ellas para resolver sus dudas.  Son las almohadas oráculo. Pero también hay almohadas enemigas, que pueden convertirse en  el origen de muchos males. 

Hay almohadas narcóticas, que nada más reposar la cabeza en ellos te invade el suelo. Y almohadas rebeldes que nunca encuentras la posición en que colocarlas para entrar en trance.

Hay almohadas frías y almohadas calientes. A veces apetecen unas y a veces otras, depende del estado de ánimo.

Hay almohadas sin estrenar, tiesas e imperturbables y almohadas que desprenden el olor de su dueño, como si tuviesen vida propia. 

Hay almohadas que viven apelotondas junto con otras y almohadas independientes que no necesitan compañía para cumplir su función.

Hay almohadas que siempre reposan en horizontal y otras que cambian varias veces de postura a lo largo de la noche hasta acabar en el suelo.

Hay almohadas asesinas capaces de asfixiar a su dueño y almohadas con las que se construyen tiendas de campaña.

 Hay almohadas que han participado en guerras y han perdido todas sus plumas. Otras que un día fueron importantes y luego cayeron en el olvido.  Hay almohadas que en lugar de cabezas acogen pies. Hay almohadas que debajo ocultan grandes secretos como dientes de leche.

Antes las almohadas eran sólo de plumas que cuando se escapaban dejaban muy flaca a la pobre almohada. Hoy en día pueden tener múltiples composiciones por lo que elegir una es casi tan difícil como aprobar una oposición. 

Una almohada es decisiva. Marca tu sueño, tu confort y tu humor.

Yo cambié de almohada hace un año y desde  entonces no pego ojo. Le doy el cambiazo a mi marido cada vez que se descuida pero a media noche lo descubre y me cambia la almohada sin piedad.¿ Por qué no me compro otra? Pues no lo sé.  Porque esto de las almohadas es un lío.

 Dime con qué almohada duemes y te diré quién eres. 

Feliz semana!!