Este fin de semana hemos viajado
hasta Chengdu, la capital de la provincia de Sichuan, en el suroeste de China,
a más de 1500 kilómetros de Pekín ( así son las distancias en este país!!).
Chengdu es una ciudad preciosa que, sobre todo, es conocida por los osos panda gigantes (el 80 por ciento de estos
osos habitan en esta región), por sus montañas, y por el espectacular buda
gigante de Leshan.
Ha sido un viaje estupendo, aunque
debo decir que por primera vez hemos experimentado lo que significa viajar en
China en días festivos nacionales. Podríamos decir de hecho que nos hemos dado
un auténtico “baño de masas”, ja, ja, aunque, sin duda, ha merecido la pena y
nos ha permitido vivir alguna que otra anécdota divertida.
Nuestra primera visita en Chengdu
fue al Centro de Conservación de los panda gigantes. Es una especie de zoológico enorme donde
puedes ver a estos geniales osos en su hábitat natural. Por cierto, los osos
panda son exclusivos de China y están en peligro de extinción. Otro dato
curioso, se alimentan solo de bambú y un oso solito se “zampa” entre 30 y 60
kilos de bambú al día. Toma ya!!
En este centro tuvimos la suerte de
ver muy de cerca tanto los “clásicos” osos panda como los menos conocidos osos
panda rojos, también preciosos. Personalmente, esperaba haber visto muchos más
osos pero parece ser que con el calor suelen esconderse y es más difícil
verlos.
Nuestra siguiente visita fue el Gran
Buda de Leshan ( los chinos lo llaman DAFO). Verdaderamente espectacular.
Se trata del Buda más grande del
mundo, está esculpido en la ladera de una colina, mide 71 metros de altura, y ha sido declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La construcción de la estatua la
ordenó un monje llamado Hai Tong en el siglo VIII con la intención de calmar
las aguas y proteger a los barcos que navegaban por el río.
Para llegar hasta el Buda cogimos un
tren de una hora desde Chengdu y luego 20 minutos en taxi. Eso sí, una vez
llegados, vimos el Buda por arriba, por abajo, por delante y por detrás, tris
tras!!.
Y aprovechamos para pasear por el maravilloso paraje natural en el que
se encuentra la gigantesca estatura.
Hasta cogimos un barco para ver el
Buda al completo y con cierta perspectiva. Impresionante.
La mejor anécdota nos pasó aquí. Para
bajar de la cabeza a los pies de Buda hay que bajar andando unas escarpadas
escaleras.
La cola para bajar las escaleras era
terrible y estuvimos esperando un montón de tiempo, rodeados de miles de
chinitos. En un momento dado me empezó a entrar un poco de agobio así que, ni
corta ni perezosa, busqué en mi cuaderno cómo decir en chino “ quiero vomitar”
y empecé a repetirlo como loca a la vez que nos hacíamos un hueco entre la masa
y conseguíamos colarnos poco a poco. Fue total.
Por cierto, “quiero vomitar” se
dice “Wǒ yào tǔle”!! Y por fin pudimos llegar por fin a los gigantescos pies del Buda. Impresionante el tamaño de cada uña...
Por último, pero no menos
importante, también visitamos la ciudad de Chengdu. Nos encantó. Es una ciudad
llena de parques, de templos y de casas de té. Muy animada.
Una de las zonas que más nos gustó es
lo que se llama Jinli. Es una zona de callecitas estrechas, llenas de restaurantes,
tiendas, puestos, casas de té. Todo precioso decorado y animadísimo.
Muy cerca está el templo Wuhou con un fantástico jardín de bonsais.
Otra zona muy bonita es el Renmim
Park, un parque enorme donde hasta pudimos montar en barquita. También tuvimos
la suerte de disfrutar de las clásicas escenas chinas que tanto me gustan, como
señoras mayores bailando, señores haciendo Tai chi …
Esta vez nos llamó mucho la atención un grupo de señoras bailando con una
raqueta y una pelota. La gracia era bailar sin que se te cayese la pelota y era
impresionante lo bien que lo hacían.
También volvimos a coincidir con un
mercado matrimonial, éste muy concurrido por cierto (debe ser que en Chengdu
lo de encontrar novio/a está difícil).
Pero lo mejor fue este señor
limpiando las orejas con una especia de varas metálicas. Verdaderamente genial.
No nos atrevimos a que nos las limpiara la verdad…. Ja, ja!!
Por último, también visitamos dos
espectaculares templos. El primero, el QingYang Gong, un templo daoista muy
bonito.
El segundo, el Wenshu Yuan, donde, entre otras cosas hay una preciosa pagoda que nos encantó.
En definitiva, ha sido un viaje
estupendo y una vez más vuelvo sorprendida de lo espectacular que es este país.
Me haría falta pasar aquí al menos 10 años más para descubrirlo!!!!!!!!!!!!
Feliz semana!!!