Hace unos días un amigo me comentó que le habían diagnosticado un trastorno mental, le habían puesto tratamiento y a partir de ahora tendrían que hacerle seguimiento de por vida. Me encantó que me lo contase con tanta naturalidad, que no lo escondiese.
Dicen que en los últimos años se ha empezado a hablar mucho más de la salud mental y a raíz de la pandemia más si cabe. Es cierto que algunas enfermedades mentales tienen mayor visibilidad y que la demanda de psicólogos y psiquiatras en los últimos años se ha disparado pero creo, sin embargo, que aún sigue siendo un tema, no sé si tabú, pero del que a la gente no le gusta hablar.
Es curioso lo dados que somos a importar modas y costumbres americanas como calzarse una zapatillas de deporte aunque no vayas a hacer ejercicio o beber café por la calle en un vaso de cartón. Sin embargo, lo de tumbarse en el diván al mas puro estilo Woody Allen no ha llegado a triunfar.
Alguien me decía el otro día que era algo muy íntimo y que era normal no contarlo. Más intimo es que te operen de una hernia inguinal o tener ovarios poliquisticos y la gente lo habla sin pudor. Creo que hoy en día, aunque parezca mentira, la mayoria sigue asociando el psiquiatra con "estar loco" en su concepción más amplia.
A mi me encantaría recomendar a muchas personas de mi alrededor que fuesen al psiquiatra porque sin duda sufren algún tipo de trastorno, pero, precisamente porque no es algo "naturalmente aceptado" no me atrevo ni a mencionarlo. Si viese sin embargo a alguien arrastrado por las esquinas y con la cara amarilla no me lo pensaría dos veces y le recomendaría visitar un médico. Es un buen ejemplo de que se trata de un tema tabú.
Tiendo a pensar que el límite entre la salud y la enfermedad mental es difuso y muy frágil.No sé en qué momento pasas de estar triste a caer en depresión, de estar preocupado a tener ansiedad, de ser presumido a ser patológicamente narcisista, o de tener cambios de humor a ser ciclotimico. Supongo que como en cualquier enfermedad hay grados, procesos, evoluciones, desencadenantes...
Sea como sea lo cierto es que muchas personas sufren en silencio y otras hacen sufrir enormemente sin ser conscientes o ni siquiera responsables.
Hay muchas personas que necesitan ayuda pero no se atreven a pedirla. Cuando nos duele la rodilla vamos al traumatólogo pero a veces lo que duele es el alma y siendo mucho más importante el alma que la rodilla, preferimos ocultar ese dolor.
Hay mucha alma en pena tras una fachada feliz. También hay muchos con el "eje trastocado" que no dejan de incordiar y fastidiar al prójimo y que estarían mucho más tranquilitos con una buena pastillita!
Feliz semana!