jueves, 12 de noviembre de 2015

No tengo talla de china!!!



Ahora que empieza el frio quiero comprarme un buen abrigo. Además, en Tianjin puedes encontrar abrigos ideales, y de bastante buena calidad. También te los puedes hacer, claro. En fin, que estoy buscando uno.

El otro día, paseando por una de las principales zonas comerciales de la ciudad descubrí una tienda enorme y solo de abrigos. Había miles. Distintos estilos, modelos, colores....  así que decidí entrar.



La tienda, como digo, era gigante y no había nadie, ni un solo cliente, salvo yo ( y eso que era un sábado a las 7 de la tarde).  Eso sí, había, al menos, 25 dependientas. Varias de ellas muy amables se acercaron a atenderme, por supuesto en chino. Yo les dije, por signos, que quería mirar un poco y dos de ellas me acompañaron en mi paseo por la tienda sin parar de enseñarme abrigos.

Decidí probarme alguno, pero .... todos pequeños!! No podía creerme que en semejante tienda no hubiera  ni un solo abrigo que me sirviera. Está claro que las chinas son bastante más menudas en general que las europeas, pero, en fin, tampoco es que yo sea una gigantona. Así que seguí probándome modelos.

Las chinas que me atendían cada vez eran más numerosas y no paraban de insistirme para que me quitara el jersey que llevaba, pero yo intentaba explicarles  (en inglés, aunque podría hablar en español o hasta en ruso, porque no me iban a entender en ningún caso) que no quería quitarme el jersey porque el abrigo me lo iba  aponer encima de los jerseys. No entendían nada. Y a mí seguía sin valerme ni un solo abrigo.

La situación cada vez era más surrealista: yo allí rodeada de chinas sin parar de hablar, probándome abrigos, todos pequeños...  Y lo que es peor, Carlos y los niños esperando fuera. Gonzalo y Juan, cansados de esperar, entraron en la tienda, se metieron en el escaparate,cogieron varios globos, casi tiran un maniquí....  Conclusión, tuve que irme y allí dejé a las pobres chinitas descargándose un traductor en sus móviles para atenderme mejor y conseguir que comprara un abrigo, grande o pequeño, y con una montaña de abrigos que colocar. Les prometí que volvería sin niños y sin marido. De aquí no me voy yo sin mi abrigo!!!

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