Hoy, andando por la calle, me he cruzado con una nariz.
Sí, una nariz. Una nariz imponente. Curvada. Decidida. Una nariz que habría ganado al mismisimo Cyrano de Bergerac.
Me he quedado mirándola, o más bien admirándola y he pensado: ¡qué maravilla!
Siempre me han fascinado las narices. Son la parte más honesta de una cara. No disimulan. No se esconden. Presiden orgullosas el rostro. Están ahí, en el centro, liderando.
De pequeña, jugaba a un juego que consistía en ponerle ojos, boca y nariz a una patata. Yo siempre empezaba por la nariz. Era mi parte favorita. La patata sin nariz parecía incompleta, sin carácter. Pero con una buena nariz, era todo un personaje.
Recuerdo que hace unos años coincidí en una panadería con una nariz. Estaba justo enfrente, con una barra de pan integral. No podía dejar de mirarla. Era soberbia. Altiva, prepotente. Todo aquel que la miraba se cohibía. Agradecí no estar casada con ella. Convivir con semejante nariz no debe ser fácil. Durante varios dias no pude dejar de pensar en ella. Empecé a comprar pan mañana y tarde con tal de coincidir con aquella hermosa nariz. No volví a verla. Aún la busco.
Otra vez me senté en el cine junto a una nariz monumental, pero constipada. Me dio pena aquella nariz. Escultural, perfecta, bien tallada, pero sin parar de moquear, como un volcán en erupción. Toda la semana pedí por su pronta recuperación.
Mi hermana, una vez, vio una nariz montada en una moto. No recuerda al conductor, solo su nariz, que cortaba el viento como la proa de un barco. Nadie la creyó, salvo yo. Una nariz es capaz de cualquier cosa.
No sé por qué la gente se opera la nariz. Cambiar de nariz es casi como cambiar de alma. La nariz te define. Hay narices que entran en una habitación antes que su dueño. Hay narices que epatan, que provocan pálpitos, sonrojos y sudoraciones. Hay narices que enamoran. ¿Cómo puede alguien renunciar a algo así?
Siempre he pensado que los hombres más atractivos son los de nariz poderosa. Un hombre con nariz dominante inspira respeto. Un hombre con nariz pequeña parece un gato.
Por eso hoy, al mirar esa nariz, he pensado en la belleza de lo que no se retoca. En lo que se asoma sin pedir permiso. Lo que no se filtra ni se suaviza.
En una sociedad que avanza hacia lo artificial, que ansía la perfección bajo unos cánones impuestos, merece la pena defender la belleza de lo auténtico, de lo que nos diferencia y nos hace únicos. Aunque la mayoría de las veces nos cueste quererlo y aceptarlo.
¡Feliz semana!
Buen olfato y original relato!!!!
ResponderEliminarEnhorabuena 🎊🎉🎈🍾!!!!
Jeje..muchas gracias!
Eliminar😂😂😂😂Tiene narices la cosa !!!
ResponderEliminarJajs
EliminarDonde esté una buenra nariz...Ay, Cyrano, Cyrano, un baiser c'est un point qu'en met sur l'i du verbe aimer c'est un peut comme se respirer le coeur
ResponderEliminarAh!oui!
EliminarPara los hombres es personalidad. Para las mujeres complejo. En las familias reales infanta Pilar por ej decían que chata era nariz de fregona
ResponderEliminarPues es verdad!
EliminarMAria.gracias a Dios
ResponderEliminarTu la tienes pequeíta y monisima
Jeje.. muchas gracias!
EliminarLas narices grandes son de gente importante
ResponderEliminarAsí es
EliminarQué buen tema el de hoy María!! Yo tengo el tabique desviado y de adolescente estaba acomplejada. Incluso andaba por la acera derecha para enseñar siempre mi lado bueno. Hice varios intentos de que me operaran, pero por lo largo de la recuperación al final no me atreví. A estas alturas, cuando la celulitis aparece por cualquier parte, mi nariz ya no me preocupa. Todo es relativo !!
ResponderEliminarPues es verdad. Todo es relativo!
EliminarGran relato, Maria. Lo natural por supuesto! .. pero ay, una nariz grande en un hombre, no es lo mismo que en una mujer. Te lo dice una operada y un poco ' arrepentida'
ResponderEliminarArrepentida??
EliminarEs buenísimo María, tienes mucha razón siempre❤️ me haces reír y no hay nada que de más personalidad😊😘
ResponderEliminarQue alegría hacerte reír!
EliminarMuy bueno Maria!! Como siempre! 👏👏👏😂😂😉😘
ResponderEliminarMil gracias
EliminarAmén!!!
ResponderEliminarJaja
EliminarQué bueno Maria!! Tú y tus “narices” jajajajjs
ResponderEliminarTe imagino esa mirada intimidando a esa pobre nariz en la panadería 🤦♀️🤣
Jaja. Qué nariZ!!!
Eliminar👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 en los hombres de verdad q importa el tamaño! 🤣Pequeña, los empobrece…
ResponderEliminarMaría muy bueno como siempre !!
ResponderEliminarNo habia pensado nunca en las narices .
Ja ja
Jeje
EliminarPerfecto... solo añado estar de acuerdo con aceptar tus características sobre todo si son diferenciales. Pero si no te ves, en este caso si no te hueles...pues nada mejor que poder sentirte bien aunque ello suponga cierto retoque. Eso si, por favor pasada cualquier adolescencia.
ResponderEliminarPor supuesto. El q no se vea o no se huela q se retoque, pero q sea consciente del cambio de personalidad!
EliminarEstás inspiradísima ! Valga la metáfora. Gracias por alegrarnos. Marta
ResponderEliminarJeje. Gracias!
EliminarMuuuy muy interesante reflexión. Nunca lo había visto así. Nunca les doy la importancia que merecen a las narices 🤔
ResponderEliminarMuy bueno, María. Como alguien ha comentado arriba, la verdad es que en esto de las narices, como en algunas otras cosas, los hombres lo tenemos más fácil. Jajaja
ResponderEliminarEso es verdad!
EliminarCosas de la gravedad, sabido es que algunos órganos crecen durante toda la vida, al punto que las orejas pueden acabar reposando en los hombros y la nariz habría que apartarla con los dedos para comer sopa, lo que no deja de ser una incomodidad. Estoy convencido de que esta es una de las razones de que no seamos inmortales. Nariz grande sí, pero dentro de las limitaciones que la naturaleza impone
ResponderEliminarJaja, lo de apartar la nariz para tomar la sopa me ha encantado!! Lo de las orejas lo sufro personalmente jaja
EliminarEsta vez te ha salido “de narices” María 👃 😂😂
ResponderEliminarYa me daba en la nariz, que la nariz de los payasos tenía un sentido; vaya par de narices, María y felices vacaciones, que sigas con ese buen olfato para la escritura!
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