A veces noto que alguien me mira raro. Pero son momentos excepcionales. O quizá es sólo mi imaginación.
Visto como ellos, ando como ellos, hablo como ellos. Pestañeo, bostezo y guiño los ojos.
Vivo solo en un apartamento en el centro de la ciudad. Cada mañana madrugo, salgo a correr y voy a trabajar. Mis compañeros no saben mi realidad y me alegro. Me tratan como uno más. Sólo evito las horas del café y la comida. Porque yo no como, ni desayuno, ni ceno. Mi cuerpo no puede ingerir ningún alimento o colapsaría.
Me gusta pasar desapercibido. Evito los grupos que conversan demasiado rápido y que hablan a la vez, porque las palabras me llegan con solapamientos y me dejan sin margen para reaccionar. Creo que nadie nota que, cuando me río, lo hago un poco después de que algo gracioso ha ocurrido. Es un desfase minúsculo.
A veces me detengo frente a un escaparate y observo mi reflejo intentando reconocer las diferencias. Una línea demasiado recta en la mandíbula, un parpadeo demasiado metódico. Prefiero ver pasar a los demás, estudiar sus manías, aprender nuevas maneras que imitar.
Anoche, al volver, encontré en el rellano de mi puerta un papel doblado con una caligrafía temblorosa.
No había nombre, sólo un garabato —un círculo con un punto en el centro— y, al lado, una palabra que no logro clasificar. La leí dos veces. La tercera me llegué a preguntar si no sería un error de mi memoria.
¿Quién dejó eso ahí, y qué quería de mí?
Continuará...
¡Qué intriga!
ResponderEliminarJeje
EliminarNos dejas a tus lector@s a dos velas:)
ResponderEliminarEsperamos pronto su continuación!!!!
Enhorabuena 🎉🍾🎊🎈!!!!
En breve...
EliminarPara cuándo la siguiente entrega?
ResponderEliminarDentro de nada...
EliminarPues si me has dejado con la intriga...
ResponderEliminarJeje
EliminarSigue, María, imaginándome mil posibles secuelas, qué divertido...
ResponderEliminarA ver si aciertas
EliminarComo ???? Venga ... no puedes dejarnos así ... jeje
ResponderEliminarJaja
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