miércoles, 3 de junio de 2020

Mi otro yo ( o el síndrome del ermitaño)

Hoy he vuelto a la oficina y mi sensación es de nostalgia. Añoro el confinamiento, el de los primeros momentos, el confinamiento en su estado más puro. No me refiero a este estado intermedio e indefinido  en el que nos encontramos ahora en el que uno no sabe bien a qué atenerse, porque lo mismo te sientes libre que transgresora, prudente que atrevida, responsable que timorata. Lo que yo echo de menos es tenerme que quedar en casa por obligación. Asi,categóricamente.

En estos meses, al más puro estilo freudiano, he descubierto un "yo", que no conocía antes de mi misma. Un yo casero, tranquilo, paciente, acomodaticio, obedediente, reposado, prudente, natural, comprensivo, hasta un punto introvertido. Un yo que me ha encantado descubrir, que seguramente estaba latente, agazapago desde hace años tras mi yo más social sin atreverse ni siquiera a asomarse. Y ahora tengo miedo a que ese yo vuelva a desaparecer. 


Porque ese yo, aunque cueste creerlo, era un yo libre, sin ataduras, sin compromisos, sin idas y venidas, un yo menos esclavo. Un yo que se levantaba y no debía plantearse todo lo que hacer en el día porque su única opción era quedarse en casa y tan contento lo asumía.  Un yo que no corría, que no llegaba tarde, que no andaba siempre con prisas, que no cancelaba, que no iba con la lengua fuera, un yo al que nadie esperaba, que no necesitaba tacones para sentirse mejor. 

Y es que, como dice mi querida amiga Aica, la libertad es a menudo un arma de doble filo. Ser libre implica elegir, tomar decisiones, elegir a qué y a quien quieres dedicar tu tiempo. Ser libre es un ejercicio de responsabilidad y a menudo también implica por supuesto equivocarse.

Quizá lo ideal sería encontrar el punto intermedio. Ay, si fuera tan fácil! Pero, ¿quién encuentra ese punto de equilibrio? Me temo que pocos. Cabe el riesgo de que en unos días mi yo confinado haya desparecido, pero, siendo optimista, también tengo la oportunidad de dejar que mi nuevo yo conviva con el yo de siempre, que le aconseje, que le asesore y que incluso a veces le gane la batalla, lo cual, por cierto, implicaría no tener que andar siempre por la vida como pollo sin cabeza. 


Feliz semana!!

 


21 comentarios:

  1. Mucho me temo que muchos vamos a tener un efecto péndulo. Después de tanto tiempo recluidos y con nuestro yo tranquilo dominando, nuestro yo cagaprisas va a tomar el control a la velocidad de la luz. Que entremos en temporada de verano, hará que el tránsito sea más rápido y extremo. Conociéndote, María, vete despidiendo de tu otro yo.
    Jajaja

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    1. Uy no te creas Jorge... estoy en modo recluido!!!! Iremos viendo .. beso

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  2. https://www.google.com/amp/s/m.eldiario.es/zonacritica/sindrome_de_la_cabana_6_1033856639.amp.html

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  3. No sabes lo identificada q me siento con esto q has escrito! Dos besos enormes Mary! Uno para cada uno de tus yos!

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  4. Soy Elena por cierto, adiva cuál!

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  5. Soy Elena por cierto... sabes cual?

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  6. Quizás podamos compaginar ambos 2 "yo". El acelerado puede animar casero, a salir de su zona de confort, y el casero,puede frenar al acelerado cuando se pase de frenada. Gran post Ruizmo 😘

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    1. Gracias chemita!! Y como siempre... qué razón tienes!!!! Besos amigo

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  7. Mi querida Mery!! Gran frase aquella que dice " En el término medio está la virtud". Feliz de verte ayer

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  8. Nos hemos reencontrado, más seguras, controlando nuestras vidas y parando un poco el tiempo. Me ha encantado María

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    1. Viene muy bien parar de vez en cuando y hemos tenido la oportunidad de hacerlo!!!! Gracias!!! Besos

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  9. Avísame si encuentras ese punto de equilibrio!

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  10. Hay que intentar al menos recordar el yo del confinamiento. Como toda experiencia debe ayudarnos a crecer. Estoy de acuerdo hubo sentimientos de entonces que quiero seguir incorporando. Otros, angustia y miedos principalmente, aprendi a domesticarlos.

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