Después de mi eufórico post sobre mi regreso a China y mi
pasión por el país, no podía dejar de
escribir este post sobre la terrible crisis de contaminación que están viviendo, especialmente en ciudades como Pekín y Tianjín y otras 20 más, en alerta
roja desde el sábado.
Me he quedado impresionada al leer que según las últimas mediciones,
el nivel de partículas tóxicas ha alcanzado en algunas ciudades los 727
microgramos por metro cúbico. Espectacular. Para hacernos una idea de qué significa esto,
basta saber que la Organización Mundial de la Salud considera dañina la
exposición durante 24 horas a concentraciones de más de 25 microgramos por
metro cúbico. En Madrid, hoy, 19 de
diciembre, el índice de la calidad del aire se sitúa en 50 y cuando este
índice llega a 100 ya se empiezan a
tomar medidas.
Lo que no entiendo es cómo los chinos no caen por la
calle como moscas con semejante exposición al peligro. Deberían caer fulminados, como en una película
de ciencia ficción.
Lo máximo que he vivido personalmente han sido niveles de
300-350 y puedo decir que ya con esos niveles la densa niebla gris que te
envuelve es espectacular. Hay que vivirlo para creerlo.
Me he quedado tan impactada que hasta me he metido en la
web de la Organización Mundial de la Salud para leerme su famosa “Guía de calidad
del aire”, pero la verdad es que es un documento muy técnico y he sido incapaz
de entender nada.
Por supuesto, las consecuencias inmediatas de esta “crisis
contaminante” son muchas. Se han cerrado fábricas, se ha limitado el tráfico terrestre
y aéreo, se han cancelado las clases en los colegios y se han dado
recomendaciones de no salir a la calle. El peligro es grave, muy grave.
Pero lo peor son las consecuencias a largo plazo. La contaminación del aire aumenta el riesgo
de padecer enfermedades respiratorias como la neumonía, y crónicas, como el cáncer
del pulmón o enfermedades cardiovasculares.
Y además afecta sobre todo a las personas más
vulnerables, a las que ya están enfermas, a los niños, a los ancianos y a las
familias con pocos ingresos y por tanto con un acceso limitado a la asistencia
médica.
China tiene que hacer algo. No sé si les importa o no el medio ambiente,
pero lo que sí debería preocuparles es la salud de sus ciudadanos aunque sólo
sea por un tema puramente económico.
Mis hijos dicen que los Reyes Magos no llegan a China
porque en el cielo chino no se ve nada. Me temo que tienen toda la razón. Lo
peor es que los niños chinos no sólo se quedarán sin regalos de los Reyes sino
sin pulmones, que es mucho peor.
Feliz semana!
Que horror Mery la verdad es q no nos damos cuenta a veces de las cosas tan horribles q pasan fuera de nuestras fronteras
ResponderEliminarEs impactante la imagen y desde luego más todavía el pensar q en China viven con ello pienso q deberían hacer algo desde luego y como tú dices pensar en la salud de los suyos
Completamente impactante!!! besos
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