Antes
de venirnos a China, corté el pelo a los niños, pero claro, 3 meses después, iban necesitando urgentemente
un buen corte, sobre todo Gonzalo, que parecía un Beattle.
Todo
el mundo me había metido mucho miedo con las peluquerías chinas, que hay miles,
por cierto. Parece ser que su manera de cortar y peinar no es como la europea.
Intenté
alargar el momento lo máximo posible e incluso un día me atreví a cortarle yo misma el
flequillo a Gonzalo. Qué osada. El resultado fue terrible.
La
cosa urgía ya. Pregunté a alguna amiga europea pero las peluquerías que me recomendaban estaban bastante
lejos de casa.
Pregunté a mi profesor de inglés y me recomendó un barbero de la calle!! Claro que él
es casi calvo. A quién se le ocurre preguntarle. Así que decidí arriesgarme y
probar en una peluquería cualquiera.
Mi
criterio de selección fue el peinado de los propios peluqueros. En una de las
peluquerías, me pareció que los peluqueros eran bastante monos e iban todos
bastante bien peinados y ahí que entramos.
Los
peluqueros no hablaban ni patata de inglés pero por signos logramos entendernos.
Además, les enseñé unas fotos del último corte de pelo en España, que precavidamente
tomé anticipando este momento.
Le
lavaron el pelo con masaje incluido y le cortaron. El peluquero era un chinito
muy dispuesto y amable y debo decir que finalmente le dejó bastante bien y
hasta logró disimular el terrible desaguisado que le había hecho yo al pobre
Gon.
Salimos
muy contentos. Eso sí, el precio completamente europeo y desde luego 20 veces
más caro que el barbero de la esquina…
Por cierto, lo mejor el artilugio para dejar la propina. Verdaderamente genial. Me he comprado uno igual para que mis invitados dejen sus tarjetas de visita.
Por cierto, lo mejor el artilugio para dejar la propina. Verdaderamente genial. Me he comprado uno igual para que mis invitados dejen sus tarjetas de visita.
FELIZ SEMANA!!!
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