Hace un tiempo que me ronda una extraña criatura. No me explico de dónde ha salido.
A priori debe ser una criatura de secano, puesto que aparece en mi casa, pero su aspecto es muy marino. Una especie de calamar gigante cubierto de pelo. Medio cefalópodo, medio artrópodo. Sea lo que sea, la criatura que me acecha es realmente inquietante.
Es gorda, peluda y llena de tentáculos pegajosos que no paran de agarrarme. Suele andar agazapada y aparece sin piedad cuando menos me lo espero. Es exuberante, sorpresiva, atrevida, invasora. No sabe de horarios ni respeta espacios. Campa a sus anchas y arrasa por donde pasa.
A veces parece que no está y siento un tremendo alivio. Aprovecho la aparente quietud para hacer cosas, temerosa de que aparezca, despliegue sus encantos y me agarre. Pero en cuanto me ve en acción aparece de nuevo, me atrapa y me zarandea de aquí para allá, a tal velocidad que logra marearme. Cuando me suelta me deja exhausta.
Debo reconocer que en ocasiones me gusta sentirme entre sus garras. Es emocionante, un chute de adrenalina. Creo que empiezo a desarrollar una relación como la de King Kong y su novia. Me siento irremediablemente atraída por la extraña criatura, aunque sospecho que no debo fiarme demasiado de este terrible pulpo gigante.
A veces no le hago caso y ella ofendida segrega una tinta brillante para llamar mi atención. Casi siempre lo logra. En cuanto la veo brillar acudo rápida a su lado,confiada, y ella, tramposa, lanza uno de sus tentáculos y me agarra de nuevo.
Curiosamente, la extraña criatura desapareció en el confinamiento. Ni rastro de ella. Se esfumó durante varios meses. Al principio la echaba de menos. Llegué a pensar que no podría vivir sin su presencia arrolladora. Sin embargo, no fue así. Sin sus tentáculos tentadores me sentí más libre, recuperé la paz. Por un momento, pensé que había desaparecido para siempre, que nunca volvería, pero me equivoqué. La extraña criatura ha vuelto a mi vida y lo ha hecho con más fuerza que nunca. Ha vuelto voraz, dislocada, desmedida.
Me preocupaba tanto el tema que ayer decidí consultarlo con un profesional. Me tumbé en el diván y le conté todo, aún a riesgo de que me tomase por loca. Al parecer lo que me ocurre es algo muy común en estos tiempos modernos y no soy la única invadida por esta extraña criatura, llamada "vorágine". La buena noticia es que tiene solución y las herramientas más poderosas para luchar contra ella están en uno mismo.
De nosotros depende alimentar al bicho o aniquilarlo, pero si hacemos lo primero la criatura nos aniquilará a nosotros. Y cuidado, porque, al parecer, fechas como la Navidad alteran mucho a la criatura, que se vuelve más salvaje. Si uno se deja llevar, puede verse devorado muy fácilmente por sus tentáculos. Cada uno verá lo que hace. El que avisa no es traidor!
Feliz semana!!
Me pones los pelos de punta María leyendo lo que te pasa .afortunadamente a mi parece que no me pasa... cruzó los dedos...
ResponderEliminarJaja.. pues sí. Da miedo!!!
EliminarQue cierto lo que dices maría. Doy fe de lo que dices y a mi me atrapo !!! Ya te contaré cuando nos veamos como pude escapar … no es para escribirlo ��������������
ResponderEliminarDeseando q me cuentes!!!!
EliminarQue cierto lo que dices María, controlada estimula, descontrolada agobia... mejor darle poco para que matenga el tipo
ResponderEliminarAsí es!! Un poco de vorágine como bien dices no viene mal, te pone las pilas pero con control.... muchas gracias!!
EliminarQue cierto!!! Son criaturas estremecedoras que pueden cambiar fácilmente de apariencia y que con sis encantos pueden embaucarte en una voragine vertiginosa. Lo que empieza con un síntoma puede acarrear un verdadero trastorno. Mejor alejarse de ellas
ResponderEliminarJaja. Ay la vorágine vertiginosa Santi... muy peligrosa!!
EliminarPensemos cómo escapar de esa criatura diabólica!!! Buenísimo Mary.��
ResponderEliminarJaja. Gracias mosquich!!!
EliminarEn mi caso el bicho se llama ansiedad... Jajajaja
ResponderEliminarEs un derivado de la vorágine. Primos hermanos!
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