El otro día leía
que una señora tendrá que devolver los 320.00 euros de un décimo de la lotería
premiado con el Gordo porque el décimo no era suyo sino que se lo había
encontrado y el verdadero dueño ha aparecido. Ese mismo día por la noche veía
en la televisión un anuncio de coches cuyo lema era “Recalculando”.
Ambas cosas me
llevaron a reflexionar sobre la cantidad de veces que la vida nos obliga a
recalcular.
La vida no
siempre sale como la planeas. Ni mucho menos. Como dice la canción “ La vida te
da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Las sorpresas a veces son buenas y
otras malas, hasta muy malas.
Hace unos años me
pasó una cosa muy curiosa. Una amiga me dejó su ordenador para trabajar durante
el fin de semana. Al abrirlo me saltó una hoja de cálculo que me dejó
impactada. Mi amiga tenía planeados al milímetro sus 10 siguientes años. En xx
haré un máster, en xx me echaré novio, en xx me casaré, en xx empezaré a
trabajar, en xx me compraré una casa, en xx tendré mi primer hijo. Increíble
pero cierto. Hasta ese momento no tenía ni idea de lo extremadamente
calculadora que era mi amiga. Casi me dio miedo.
Debo decir que 30 años después
casi todos los planes de mi amiga se han cumplido, al menos en apariencia.
Tesón, constancia, esfuerzo, foco, suerte… no sé cuál de estos factores habrá
influido más. En cualquier caso, no siempre sucede así. La mayoría de las veces
toca “recalcular”.
Te ves obligada a
recalcular cuando el hombre de tu vida ya no compartirá contigo más
viajes porque se ha ido con otra. Recalculas cuando asumes que tu hijo nunca
será el prestigioso médico que tenías soñado, como su padre y como su abuelo,
porque es batería en un grupo de rock y se niega a seguir estudiando. Recalculas cuando asumes que nunca llegarás a Directora general porque al que
promocionan es a otro. Recalculas cuando te das cuenta que nunca te podrás
comprar el apartamento de tus sueños con vistas al mar porque con 50 años te has quedado en paro de nuevo. Recalculas cuando sabes que nunca
correrás más maratones porque un accidente te ha dejado en silla de ruedas.
Recalculas cuando sabes que no verás a tu hija vestida de novia porque un
diagnóstico grave ha mermado de forma drástica tus años de vida.
La vida nos
obliga a recalcular continuamente . Algunos recálculos son más fáciles de
llevar a cabo, los realizas casi en automático. Pero otros exigen un esfuerzo
tremendo, una capacidad de superación enorme.
Pero esto es
vivir. Avanzar y retroceder, disfrutar y sufrir, triunfar y fracasar,
sorprender y defraudar, confiar y ser decepcionado. Nadie dijo que fuera fácil
pero sin duda merece la pena. Como me dijo ayer un amigo: “No te aguantes la
ganas de vivir”!! En eso estamos..
Feliz semana!
Bueno María, también hay re cálculos que pueden ser una alegria: cuando vas al ginecólogo y te dicen que en vez de unos vienen dos o tres! O
ResponderEliminarcuando heredas de forma inesperada de un familiar que ni conocías ...aáa
Tienes toda la razón! !gracias colombás!
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ResponderEliminarEs decir, que el hombre propone y Dios dispone.
ResponderEliminarTan sencillo como eso, aubque nos cueste entenderlo!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta lo que escribes Maria!!!!
ResponderEliminarMil gracias medusa!
EliminarSeguro que si lo piensas... hay más re cálculos en positivo que en negativo. Además. .. quien quiere ser director general? Esos si que están calcula do y recalculando rodo el día. Y mirano su espalda, para ver por donde vienen los cuchillos. ...
ResponderEliminarEn eso coincido plenamente Leal! ! Gracias x leerme guapetona!! Besos
EliminarMaría a lo mejor lo que hay que hacer es vivir día a día y no pensar más allá de mañana, de mañana es una exageración pero está claro, y a todos por unas cosas u otras la vida nos enseña que hay que ir poco a poco. Y sobre todo, yo hablo por lo que veo en mi y en mi alrededor, lo que no se puede es calcular o intentar planificar nada con respecto a los hijos. Con ellos si que hay que ir creciendo día a día, porque a priori todos los cálculos son erróneos, ellos toman sus decisiones y tienen sus deseos, y nosotros tenemos que aceptarlos y olvidarnos de lo que nos gustaría, que no siempre es lo mejor.
ResponderEliminarTienes toda la razón Ana, los hijos terminan volando y no podemos controlar su vuelo! !besos
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