viernes, 13 de marzo de 2020

Dime cómo te enfrentas al coronavirus y te diré quién eres

Esto del coronavirus nos tiene a todos medio locos. La cosa no es para menos.

Los últimos días me he dedicado a observar  las reacciones de la gente y en esto, como en todo, me hace gracia comprobar lo distintos que somos los unos de los otros.

Abundan los alarmistas, los que cada vez que hablas con ellos te lo pintan todo más negro. Se hunde España, el mundo, la bolsa, la economía, las empresas, los bancos, el turismo, el consumo, el bienestar social, occidente, oriente... La gran debacle. Sin remedio y sin solución. Dan miedo.

Otros, más que alarmistas, son precavidos, y  llevan ya más de un mes, como hormiguitas, llenado la despensa, haciéndose con mascarillas, con medicinas, con guantes, y hasta con tubos respiratorios por si surgiera la necesidad.

En el lado opuesto, están los pasotas, que con la excusa de que al final vamos a caer todos, no siguen ninguna recomendación, ni toman ninguna precaución. Pasan de todo. Por supuesto, este grupo, además de pasota, se puede calificar de insolidario, irresponsable y completamente inconsciente, por no aplicar adjetivos más duros.


Pero entre ambos extremos, se dan todo tipo de perfiles intermedios:

Los creativos, que no paran de concebir nuevos “memes” y chistes en torno al coronavirus. Me sorprende su rapidez y su gracia. Sin ellos esto sería mucho más aburrido.

Los emprendedores, que rápidamente ven una oportunidad de negocio en medio de la crisis. Te cuidan a los niños, te llevan comida a casa, te acercan las medicinas…

Los desalmados, que son capaces de robar cajas de mascarillas de los hospitales sin ningún remordimiento de conciencia.

Los egocéntricos, que aunque el mundo se venga abajo a su alrededor, solo se preocupan del viaje que han cancelado o la cena que han anulado.

Los creadores de fake news (antes llamados bulos), que no entiendo muy bien qué sacan a cambio, pero que disfrutan alarmando inútilmente al personal.

Los optimistas, que se centran en lo bueno que nos dejará el coronavirus: la capacidad de teletrabajar, más tiempo con los niños, nuevas recetas de cocina, más tiempo para ordenar…

Los malabaristas, que hacen de profesores, arbitran peleas, teletrabajan, cocinan, hacen camas, planchan, sacan al perro…

Los “porsiacaso”, que llenan su casa de productos de lo más insospechado solo por si acaso.  Como subgrupo de este grupo, estarían también los “cagones” que arrasan con el papel higiénico de cualquier supermercado.

Los vagos, que con esto del teletrabajo, no dan un palo al agua.

Los hipocondriacos, que de repente empiezan a tener todos los síntomas del coronavirus.

Los disfrutones, que el no poder salir de casa no les impide tomarse su  cervecita, su aperitivito, su vinito, su gin tonic o lo que se tercie..

Los sargentos, que imponen en sus casas un régimen absolutamente militar donde ni el coronavirus se atreve a entrar.

Los “hippies”, que aprovechando que se tienen que quedar en casa, no se peinan, se dejan crecer la barba, las uñas…

Los falsos, que hacen justo lo contrario de lo que predican.

Los hiperactivos, que aprovechan el enclaustramiento para hacer yoga, aprender chino, tocar la guitarra, meditar, ver series…

Los intelectuales, que aprovechan el parón, para releerse los grandes clásicos.

Los profundos, que ante el ataque del coronavirus se plantean muchos de los cimientos de nuestra existencia vital.

Los ingenuos, que creen que esto está a punto de acabar y que en breve todo vuelve a la normalidad.

Los líderes, que rápidamente toman el mando y dicen lo que hay que hacer.


Los rebeldes, que les digas lo que les digas, hacen lo que les da la gana.

Y por supuesto, los supersolidarios,  grupo muy numeroso del que forman parte todos los profesionales del mundo sanitario que están cuidando a los enfermos, haciendo guardia,  doblando turnos y trabajando a destajo.

Imagino que cada uno de nosotros se ve reflejado en uno o varios de estos perfiles. Muchos incluso hemos ido variando en los últimos días de un perfil a otro. Pero, afortunadamente, creo que la mayoría de nosotros poco a poco ha ido asumiendo el papel, sobre todo, de prudente, tomando conciencia de la situación y actuando en consecuencia, siguiendo pautas y consejos, sin alarmas innecesarias,  pero sí muy conscientes de la gravedad de las circunstancias. Ojalá cada vez haya más gente prudente y esto se estabilice pronto.  Por el bien de todos!
       

8 comentarios:

  1. Con un bebé de 2 meses y medio, me meto en el grupo de los precavidos y hormiguitas. Gran post Ruizmo!!!!

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    1. Jaja!! Gracias chemita!! Deseando conocer a Nicolás. Aunque a este paso le conozco en su Primera Comunión!!!!

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  2. ¡¡¡Genial, María!!! yo no sabría definirme... pero solidaria, ¡sí creo! Mil besos

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  3. Muy bien María.
    Creo que en está clasificación qué haces, te ha faltado el grupo de los añosos, que opinamos poco y de eso nadie nos hace caso.
    Que Dios nos bendiga a todos.

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    1. Jaja papá!! Tú llevas avisando hace un mes!!! Tienes toda la razón!!

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  4. Muy bien visto María, me ha encantado. Un abrazo

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