lunes, 24 de diciembre de 2018

Feliz Navidad!! ( y de paso, reflexión y cuento)

Este año la Navidad me ha pillado por sorpresa. Ha llegado sin avisar. Parece imposible, sobre todo teniendo en cuenta que los escaparates llevan vestido de luces desde hace más de un mes. Debe ser que andaba yo muy a lo mío.

Tanto ir, tanto venir, tanto stress, tanto grupo de whats app, tanto Instagram, tanta cena, tanta comida, tanta lista de cosas que hacer, tanta compra, tanto regalo pendiente…

Hasta un milagro ha tenido que ocurrir a mi lado para hacerme reflexionar sobre lo que de verdad importa en la vida y el poco  tiempo que, sin embargo, a menudo le dedicamos. Y es que uno se mete en la rueda y ya no sabe cómo salir, y gira y gira tontamente, medio mareado por la velocidad frenética y creciente que va tomando su vida.

Para esta Navidad solo deseo parar, bajarme de esa rueda y disfrutar con paz de la verdadera esencia de la Navidad. ¿Sabré hacerlo? Confío en que sí. Solo es intentarlo.


Quizá en enero me vuelva engullir la vorágine, quién sabe?. Pero espero al menos haber cargado, no ya mis pilas, sino mi espíritu, que es el que anda medio loco deseoso de un poco de reposo y sosiego.  Lo deseo para mí y para todos los de mí alrededor a los que quiero. Un parón navideño en medio de la locura vital en la que la mayoría vivimos, que nos recargue a todos de mucha paz.

Y para el que le apetezca… os dejo un cuento navideño, que podéis leer a vuestros hijos!

¡¡Feliz Navidad!!!


CUENTO. Una Navidad diferente.

Carlos lo tenía todo. Tenía 27 años, era guapo, deportista, brillante, una familia que le quería, un bonito apartamento en el centro de Madrid que era la envidia de sus amigos, un buen sueldo, un coche fantástico, vacaciones en los mejores hoteles… Él siempre había sido un “chico con suerte” eso le decía todo el mundo.

Sin embargo, Carlos siempre estaba protestando. Le agobiada su familia, porque siempre querían verle, su madre le parecía una pesada porque le llamaba todos los días para ver cómo estaba, su apartamento le parecía pequeño, los vecinos ruidosos, su jefe insoportable y muy exigente, los hoteles nunca eran suficientemente buenos para él, las vacaciones demasiado cortas, y el coche lo cambiaba cada año, porque enseguida se cansaba de él.

Llegó la Navidad y Carlos aún protestaba más. Le aburrían las cenas y las comidas, le aburría que la gente le felicitase, porque él no quería felicitar a nadie, tenía demasiado trabajo y poco tiempo para hacerlo, además, le parecía una pérdida de tiempo. No quería participar en ninguna campaña del kilo ni de recogida de juguetes porque todo le parecía una tontería, él no tenía tiempo para esas cosas, no le gustaba la decoración navideña, ni el turrón, ni los absurdos villancicos. Y de Jesús, ya ni se acordaba. Ya nunca rezaba. Otra pérdida de tiempo. 

Así que decidió que esa Navidad se iría de viaje al sitio más lejano que encontrase, donde nadie celebrase la Navidad. Y así lo hizo, se fue a una remota isla perdida en medio del océano Pacífico, rodeado de mar y de palmeras. Por supuesto, se alojó en el hotel más lujoso de la isla, a pesar de que todo lo demás, fuera del recinto del hotel, era pobreza.

Un día, Carlos estaba  en la playa, tomando el sol y bebiendo piña colada. No tenía ni móvil porque no quería que nadie le llamase para felicitarle la Navidad.

De repente, notó que la tierra empezaba a moverse, y el mar empezó a agitarse. Se asustó. Todo bajo sus pies empezó a temblar, el sonido era terrible. Era como si la tierra se estuviera abriendo. Carlos, descalzo, salió corriendo. No paró de correr. Era un terremoto. No sabía qué hacer.

Corrió y corrió hasta que llegó a una cabaña muy humilde. El terremoto había cesado pero todo a su alrededor estaba destrozado y Carlos estaba asustado y perdido. Entró en la cabaña y se encontró a una madre muy joven con su bebé en brazos. Ella le invitó a pasar y le ofreció agua y comida. Enseguida llegó su marido. Los dos  parecían ser muy pobres pero no paraban de sonreír. Le curaron alguna herida que se había hecho y le tranquilizaron.

Le explicaron que a ellos no les asustaban los terremotos porque ya estaban acostumbrados, pero sí tenían mucho miedo del gobernador de la isla porque quería matar a los niños que nacían. Decía que ya eran muchos y que no debía nacer nadie más. Ellos querían escapar pero no querían abandonar allí al resto de su familia, dejar su casa, que aunque era una triste cabaña, la habían construido ellos mismos con sus propias manos, dejar su isla, en la que siempre habían vivido.

Y de repente, Carlos se dio cuenta de todo lo que él tenía y lo poco que lo valoraba, y sin embargo, aquella familia que nada tenía, qué orgullosos estaban y cuánto lo amaban. Y entonces se dio de lo egoísta que era y que había sido siempre. Solo se había preocupado de él mismo, nunca de los demás. Y miró a aquel bebé a los ojos y pensó en Jesús recién nacido al que él había ignorado desde hacía años. La mirada de aquel niño cambió la vida de Carlos en un segundo.

Carlos volvió a España ese mismo día, celebró la Navidad con su familia, cantó villancicos, fue a la Misa del Gallo, comió turrón, y repartió su sueldo con los que sabía que lo necesitaban. 

Pero no solo fue eso, sino que después de Navidad, dejó su trabajo y se fue a vivir a aquella isla. Montó un negocio con el que dio trabajo a mucha gente.  Hoy sigue allí viviendo y además, es el Gobernador. La gente sigue siendo feliz como era antes pero ahora hay colegios, universidades, hospitales y casas dignas. Y el mejor ayudante de Carlos es aquel niño que un día cambió su vida.

FELIZ NAVIDAD!!

12 comentarios:

  1. Maria, efectivamente la Navidad llega a bote pronto, por sorpresa, y este año mas que nunca, en el que no sabemos si por dejadez o porque nos han mentalizado mas que nunca las formaciones moradas criticas con todo evento de tipo religioso, los motivos navideños brillan por su ausencia. Hace escasos años fueras donde fueras siempre habia un detalle navideño ya fuera un arbolito, estrella o cualquier figurita del niño dios junto con los reyes de oriente, hoy acudes a cualquier sitio y nos ves absolutamente nada de ello. Estan logrando carharse España, lograran tambien hacer desaparecer el espiritu de paz y recogimiento de la Navidad? En nosotros y la gente de bien esta que no lo hagan. Muy bonito el cuento. Feliz Navidad!

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    1. Santi!!! Hay q mantener bien vivo el espíritu de la Navidad y eso empieza en cada uno d nosotros y nadie te lo puede quitar!!! Feliz Navidad amigo!!

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  2. Muy bonito María y el cuento del amigo Carlos me ha entusiasmado y he hecho una profunda reflexión , qué suerte tuvo Carlos que padeció un leve terremoto pues si llega a ser un tsunami de estos de ahora , el pobre no hubiera podido montar ningún negocio ,suerte, suerte, suerte os deseo para todos.

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  3. Ante todo, Feliz Navidad a toda esa querida familia!!!
    Yo lo achaco a la edad pero desde hace tiempo, todo me sobra, tenemos demasiadas cosas que en el fondo no nos satisfacen. Entonces, qué debemos hacer? dar, dar lo que tenemos que no son necesariamente cosas materiales sino dar apoyo, cariño, tiempo...
    María, no me haces caso, tu escribe y guárdalo todo, ya llegará el momento y yo te corregire las galera das!!!

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    1. Que genial erea querida julita!!! Y que razón tienes. Tido cambiaría si nos contrasemos mas en dar y menos en acumular Gracias por tus halagos siempre. Feliz Navidad!!!

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  4. Preciosa reflexión María!!! Sosiego y tiempo para pensar...eso nos hace falta a todos!Feliz Navidad!!!!

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  5. Precioso el cuento! Muy Feliz Navidad querifa Ruizmo 😘😘😘😘😘

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  6. Feliz Navidad María!!! Espero que podamos compartir muchos momentos de alegría y sosiego el proximo año. Y muchos cuentos!!

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