La semana pasada, mientras paseaba al perro por el parque, escuché la conversación de dos madres jóvenes. Comentaban orgullosas lo bien que "interactuaban" sus hijos en los columpios. Miré a los niños y me pareció que más que interactuar simplemente jugaban, como todos los niños lo han hecho toda la vida. Ingenua de mi, pensaba que la tendencia a "hablar raro" que ahora tiene mucha gente era algo exclusivo del ámbito empresarial. Pero parece que no. Parece que poco a poco está invadiendo otros ámbitos y cada vez hay más gente que habla raro. En las empresas todo es holístico, disruptivo, sistémico y sinérgico. La gente habla de plataformas, ecosistemas, resiliencia, palancas, flujos y narrativas. Y una de cada 3 palabras es un anglicismo: insights, KPIs, performance, benchmark, mindset ... La lista es interminable. Hablamos así y nadie se asombra, y aparentemente, todo el mundo sabe de lo que habla. En las empresas nos hemos vuelto muy modernos, muy absurdos o mu...
Hay objetos en mi casa que no sirven para nada, pero que me encanta acumular. Tengo, por ejemplo, una tendencia irrefrenable a acumular bolsas de tela. Las suelo usar para guardar zapatos en la maleta. Tengo más de cien. Tengo muchas mas bolsas que zapatos. Las más de cien bolsas ocupan dos cajas en mi armario. Podría tirar al menos la mitad, pero lo cierto es que no soy capaz de hacerlo. Como mucho, bajo unas cuantas al coche para cuando vaya a hacer la compra. Y cuando voy a hacer la compra, nunca las uso porque se me olvidan. En este mismo orden de cosas, guardo bolsas de papel ( sólo las buenas) y bolsas de plástico ( cada vez menos desde que se han convertido en objeto diabólico no vaya a ser que acaben en la tripa de una ballena en extinción). También tengo varias cajas llenas de cables. En plena época del Bluetooth, de la conexión inalámbrica y hasta de la telepatía digital, no acierto a encontrar la razón de guardarlos. Pero tengo la esperanza de que un día algo impo...