Me sorprende que la gente felicite cada vez más "las fiestas" en lugar de la Navidad.
Resulta que en estos tiempos modernos, como diría mi abuela, la gente te desea feliz Halloween, feliz Thanksgiving, aunque no sepamos muy bien qué se agradece ni a quién, o hasta feliz Ramadán, pero cuando llegan estas fechas navideñas... hala, felices fiestas. Así, en genérico, no vaya ser que alguien se sienta excluido.
Vaya por delante algo importante: cualquier deseo de felicidad al prójimo es bienvenido. Que no se me malinterprete.
Ahora bien, a veces tengo la sensación de que existe un empeño excesivo en matizar, suavizar o politizar determinadas creencias. Como si nombrarlas resultara incómodo.
Por curiosidad, he buscado el origen de esta nueva forma de felicitar la Navidad. Hay varias explicaciones, pero una parece tener mas peso: la secularización de las fiestas y la búsqueda de un saludo neutral. ¿Secularización de las fiestas? ¿Nos estamos volviendo locos?
La Navidad es una fiesta religiosa.
Lo que se celebra estos días es el nacimiento del Niño Jesús en Belén. Y sí, conviene recordarlo, ese Niño Jesús es Dios para millones de personas en el mundo desde hace más de veinte siglos.
Lo que ocurre es que cada vez tendemos más a disfrazar la Navidad de otra cosa. Papá Noel, árboles gigantes, elfos, compras compulsivas, viajes exprés... Mucho envoltorio y poco contenido.
Me pregunto si no habremos convertido la Navidad en un gran decorado, y si en el proceso, no habremos descuidado lo esencial.
Es curioso que la humanidad entera se disfrace sin complejos de monstruos, cadáveres andantes y criaturas terroríficas en Halloween. No sé por qué no ponemos de moda disfrazarnos, con respeto, de los personajes del Belén. Mucho más bonito y entrañable. Además, hay opciones para todos los gustos: rechonchos angelitos, barbudos reyes magos, humildes pastores, ovejas lanudas...
Creo que no se trata de imponer nada. Ni de incomodar a nadie. Ni de convertir las felicitaciones navideñas en un debate teológico. Se trata sólo de no olvidar el origen de lo que hoy celebramos.
De no diluirlo hasta que deje de significar lo que significa. De no tener miedo a llamar a las cosas por su nombre, sin necesidad de politizar.
Asi que, si me ves estos días, puedes felicitarme como quieras y me encantará. Pero si me dices feliz Navidad, seguro que sonrío más.
¡!Feliz Navidad!!

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