Hay objetos en mi casa que no sirven para nada, pero que me encanta acumular. Tengo, por ejemplo, una tendencia irrefrenable a acumular bolsas de tela. Las suelo usar para guardar zapatos en la maleta. Tengo más de cien. Tengo muchas mas bolsas que zapatos. Las más de cien bolsas ocupan dos cajas en mi armario. Podría tirar al menos la mitad, pero lo cierto es que no soy capaz de hacerlo. Como mucho, bajo unas cuantas al coche para cuando vaya a hacer la compra. Y cuando voy a hacer la compra, nunca las uso porque se me olvidan. En este mismo orden de cosas, guardo bolsas de papel ( sólo las buenas) y bolsas de plástico ( cada vez menos desde que se han convertido en objeto diabólico no vaya a ser que acaben en la tripa de una ballena en extinción). También tengo varias cajas llenas de cables. En plena época del Bluetooth, de la conexión inalámbrica y hasta de la telepatía digital, no acierto a encontrar la razón de guardarlos. Pero tengo la esperanza de que un día algo impo...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...