Mucho se habla de la formación que necesitan los jóvenes, tanto la académica como la que tiene que ver con habilidades cada vez más demandadas como el pensamiento crítico o la creatividad. Sin embargo, poco se señala otra enseñanza, mucho más silenciosa pero que reciben a diario y cala profundamente: la del ejemplo Vivimos en un entorno donde cada vez se transmite más el “todo vale”, y si los demás lo hacen, no hay motivo para actuar distinto. La corrupción, la falta de coherencia, la indiferencia o incluso desprecio al bien común parecen haberse normalizado hasta el punto de que ya no sorprenden. Me preocupa esta normalización, porque seguramente pesa mucho más que cualquier clase magistral. Porque los jóvenes aprenden de lo que ven y también de lo que respiramos como sociedad. Quizá nuestra mayor responsabilidad, como padres, como educadores, pero también como personas de relevancia pública, como políticos, como empresarios… sea la de encarnar valores. Recordar que cada ge...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...