Pasear por Catarroja y Paiporta, 5 meses después de aquella terrible noche del 29 de octubre, es aún desolador. Lo hemos visto mil veces en el telediario. Nos hemos estremecido y emocionado, pero me pregunto si no lo habremos olvidado. Pero cuando vas allí y paseas por sus calles, se te ponen los pelos de punta. Cada pared, cada muro, cada fachada es testigo de la desgracia. En muchas aún se ve la señal de la atura que alcanzó el agua, que en algunos sitios fue de cerca de 3 metros. Tres metros de torrente, de agua sucia, de agua con barro, de agua cargada de cañas, de porquería, de aguas fecales, que arrasó con todo lo que encontró a su paso, con una fuerza tan descomunal que llegó a arrancar hasta las vías del tren. Ver en directo el famoso Barranco del Poyo impresiona. Impresiona verlo seco e imaginarlo lleno de agua hasta desbordarse. En muchos barrios de Paiporta parece que ha habido una guerra. Miras a tu alrededor y no parece España. Piensas en esas imágenes que...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...