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Mostrando entradas de enero, 2018

Del tiempo y sus horas...

Hay personas a las que les cunde muchísimo el tiempo. Tengo una amiga que es jefa, tiene tres hijos, hace deporte, está estupenda, siempre lleva el pelo perfecto, las uñas hechas, ayuda con los deberes a sus niños, organiza cenas en su casa, va, viene, viaja, va al cine, al teatro, lee, está a  la última en moda, corre, cose, hace postres, yoga, meditación, voluntariado... La vida le cunde el doble. Se apunta a todo. Para todo esta dispuesta. No se pierde una. Nunca se cansa. Otro tipo es las que no hacen nada o lo que hacen lo hacen muy lento y les cuesta mucho. Y claro se asombran cuando ven la cantidad de cosas que hacen las primeras. Las horas pasan y el tiempo no les cunde. Y encima se estresan porque no les da tiempo a nada.  Aunque tengo  comprobado que ese nada para ellas ya es mucho. Este grupo suele estar siempre a tope. No quedan porque no tienen tiempo. No te llaman porque porque no ven el momento. Suelen estar desbordadas. No sé muy bien porqué y de qu...

Burbujas protectoras

Esta semana varias noticias me han dejado impactada. La primera, la de la familia Turpin. Unos padres que tenían a sus 13 hijos en condiciones realmente infrahumanas, atados a las camas, desnutridos y aislados. Y lo peor  es que aparentemente no estaban locos. Qué va. Estaban muy cuerdos y eran perfectamente conscientes de la barbarie que estaba cometiendo. Lo que  son es malvados, diábolicos, perversos. Porque el mal existe pero cuando se manifiesta en formas tan aterradoras como ésta tendemos a justificarlo disfrazándolo de locura, como si nos diese miedo reconocer que el hombre es capaz de un comportamiento tan extremo. Pero lo es y lo ha sido siempre. La segunda noticia impactante tiene que ver con los refugiados y la terrible crisis humanitaria que estamos viviendo. Un auténtico drama que de tanto ver ya casi no nos asombra cuando lo que debería es remordernos la conciencia a todos.  Me impresionó leer que un número importante de refugiados atraviesan estos día l...

Natural vs artificial. Como la vida misma

Hoy he comido con tres amigas y hemos hablado de flores.Una es la loca de las flores artificiales, tiene ramos maravillosos y todos artificiales. La otra  prefiere los ramos  naturales y cada sábado los renueva. Y la tercera es de las que combina artificiales y naturales y tiene la casa llena de flores. Natural versus artificial, como la vida misma. Me encanta la naturalidad cuando la veo en las revistas. Cara lavada, ideal claro; coleta hecha de cualquier manera, pero que se agita ligera al viento; unos simples vaqueros, que les quedan de cine y un jersey de rayas, chic total.  La naturalidad en persona. Pero trata de ser natural en la vida real, ay, no hay manera. La cara lavada no hay quien la resista llegada una determinada edad. La coleta suele ser coletajo muy poco favorecedor, por no hablar del pelo natural, que ya no recuerdo ni donde quedó. Los vaqueros exigen probarse mil modelos para dar con el ideal que nunca lo es lo suficiente. Y el jersey de ...

De leyendas y espíritus

Siempre me han llamado la atención las “leyendas urbanas” que circulan sobre la muerte de determinados personajes. Que si está congelado, como el caso de Walt Disney; que si realmente no está muerto, sino que sigue viviendo con otra personalidad en algún país lejano, como se dijo en su día de Jesús Gil y se ha llegado a decir de Rita Barberá; que si murió en circunstancias que suscitan el morbo popular… De todo hay. Me pregunto de donde saldrán estos rumores. Pero lo que realmente me han gustado toda la vida son las leyendas con un toque paranormal, tipo la de la mujer que aparecía en una curva en la carreta de la Coruña en noches de lluvia y que en realidad era el espíritu de una joven que murió hace años en esa curva y que pretendía avisar a los conductores para que tuvieran cuidado. Es una historia que circula desde hace años, y que yo, aficionada como soy a los espíritus y presencias, me he creído siempre a pie juntillas, aunque, por mucho que busco, nunca se me ha aparecido l...

¡Feliz noche de Reyes!

Hoy una amiga, para desearme una feliz noche de Reyes, me ha mandado este poema de Unamuno. Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños, yo he crecido, a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad; vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar. Me ha encantado y me ha hecho reflexionar. Ojalá no perdiésemos nunca esa capacidad de soñar que tienen los niños. La capacidad de sorprenderse con lo más pequeño. La capacidad ilimitada de ilusionarse. La capacidad de creer en lo mágico, sin buscar razones, ni argumentos. Tan solo creer. Hoy quiero creer en los Reyes, en la bondad, en la generosidad sin esperar nada a cambio, en la justicia.   Quiero creer en que la suerte y la “fortuna” en su sentido más amplio no solo llegarán a unos pocos privilegiados sino que nos llegarán a todos. A los de aquí y a los de allí. A los que vemos en la tele y nos parecen tan lejanos y a los ya ni siquiera vemos en los sopor...