martes, 3 de junio de 2025

Mujeres gato

Hace poco, en una cena, un amigo me dijo al oído. "No me fío de las mujeres gato. Cada vez que una de ellas me mira con esos ojos tensados y ese labio inmóvil me entra la duda de si querrá saludarme o cazarme."

Me entró la risa, pero le entendí perfectamente y me alegró que alguien, por fin, sacase a la luz este tema, inquietante.

Las mujeres gato están por todas partes. Cejas en pico. Ojos abiertos como faros. Labios que parecen recién inflados, como las ruedas de una bici.

Hablan poco, miran mucho. No ronronean, pero casi. Deslizan las palabras. Seductoras, te acarician con la voz.  

Los gatos son listos. No se apegan.  No obedecen. Observan.  Se van cuando quieren.  Vuelven sólo si les conviene.  Y cuando atacan, no avisan.

Ellas también.  No se despeinan.  No se comprometen.  No se arrugan (literalmente). Van por la vida como si fueran de mármol.

Son guapas. Pero dan miedo. No sabes si son de carne y hueso o de botox y ácido hialurónico.

¿Y si esto es sólo principio?  

¿Y si un día se arrancan la piel y debajo hay felinas perfectas, listas para devorar a los pobres hombres?

¿Y si ya no ven hombres, sino ratones bien vestidos?

¿o será acaso que de tanto meternos con ellos, los hombres ya no son hombres, sino ratones?

No lo sé.  Solo sé que cada vez hay más mujeres gato y que quizá sea éste el principio del fin.

Yo ya he puesto en alerta a mis hijos y a mi marido. Si se cruzan con una mujer gato,  que echen a correr.

Y yo, la próxima vez que me cruce con una le lanzaré una bola de lana y a ver qué pasa.  

¡Feliz semana!

domingo, 1 de junio de 2025

Ángulos muertos

Ayer, un comercial de un concesionario nos explicaba las ventajas de un nuevo modelo de coche. Casi todo me sonaba a chino y desconecté, confiando en que mi marido, diligentemente, se estuviese enterando de todo. Pero en un momento dado, el comercial captó mi atención. Fue cuando comentó que el modelo de coche en cuestión iba dotado del más inteligente detector de ángulos muertos. 

Los ángulos muertos siempre me han dado miedo. Son algo así como los agujeros negros o el triángulo de las Bermudas. Espacios llenos de misterio.

La vida está llena de ángulos muertos. En ellos residen agazapadas circunstancias cercanas de las que no somos conscientes. Circunstancias que nos rodean sin hacer ruido, que caminan a nuestro lado, rozan nuestra vida, pero no las vemos.  

Los ángulos muertos son rincones donde no llega la vista, ni la intuición. 

Porque la vida guarda secretos que de repente emergen, como curvas en una carretera oscura.

Y un día, algo salta desde un ángulo ciego.  Una traición.Una pérdida. Un golpe que no vimos venir.  

Hay personas que conocen los ángulos muertos de los demás y saben moverse ahí. Son expertas en vivir en las sombras de otros. En esconder intenciones detrás de sonrisas. Y cuando atacan,  duele no haberlas visto venir. 

Otras personas también viven, muy a su pesar, en los ángulos muertos de la sociedad, invisibles a pesar de estar muy cerca. Cercanos pero ignorados. Nadie los ve. Nadie los mira. 

Algunos ángulos muertos también esconden belleza. Belleza cercana que no vemos, que no apreciamos y que sin embargo nos rodea y que un día nos sorprende. Milagros callados, discretos. Tesoros que un día, sin saber cómo, se hacen visibles y cambian tu vida.

Me pregunto si seremos capaces algún día de detectar los ángulos muertos que nos rodean. Quizá no es tan dificil. Quizá baste con mirar más allá de lo evidente. Escuchar lo que no se dice. Afinar el alma. 

¡Feliz semana!