De un tiempo a esta parte me doy cuenta de que se me están viniendo abajo muchas “barreras mentales”, incluso diría “falsos mitos” relacionados con la edad. Una ya no sabe qué pensar. Los límites se desdibujan.
Empiezo con una constatación que me trae de cabeza: hoy en día, hay madres más jóvenes que sus hijas. No tenemos mas que ver a Demi Moore, madre de tres hijas mayores que ella. Demi Moore es ahora más joven de lo que era en la película Ghost que la lanzó a la fama y que es de 1990. Un misterio.
Un caso mucho más cercano es Isabel Preysler, que se ha convertido, al menos en el Hola, en la hija de su hija, que era de mi edad, al menos de pequeña. Ahora, visto que su madre pretende ser de mi edad, ya dudo de los años que tendrá ella. A Ana Obregón le pasa un poco lo mismo. Debe ser el síndrome de la eterna juventud. Qué obsesión.
Otra falsa creencia está directamente relacionada con la maternidad. Recuerdo que cuando yo empecé a tener hijos, quería tenerlos todos antes de los 40. Se supone que partir de ese momento, el cuerpo ya no está para tanto trote y además aumentan los riesgos para el bebé. Qué tontería. Ahora una puede ser madre a la edad que le plazca. De manera más o menos natural, eso sí, pero se puede, ¿quién dijo que no?.
Aunque me consta que lo de convertirse en madre a edad madura acarrea a veces algún disgusto, sobre todo cuando los amigos del retoño te confunden con su abuela. Pero eso tiene solución. Porque ahora los 50 son los nuevos 30, los 70, los nuevos 50 y así sucesivamente. Eso sí, me da la sensación de que el cuello se te sigue arrugando a la misma edad de siempre y eso es irremediable. Te puedes estirar la frente, subir el pómulo, levantar el párpado y hasta rebanarte la papada, pero lo del cuello no hay quien lo solucione.
Pero volvamos a las barreras. La fatídica edad de los 65 tampoco es ya lo que era. Ahora en muchas empresas te prejubilan a los 55, lo cual, unido a que la esperanza de vida cada vez es mayor, hace que te pases casi más años como jubilado que como empleado en activo. Me asusta pensarlo. No digo yo que no sea tentador eso de prejubilarse a tan tierna edad, pero, con una perspectiva de vida tan larga por delante se me plantean múltiples inquietudes.
Y a pesar de todo esto, en el telediario sigo escuchando lo de “un anciano de 60 años”. ¿Cómo que un anciano? Pero si con 60 eres un auténtico crío con media vida por delante.
Por curiosidad he buscado a qué edad comienza la famosa “tercera edad”. Empieza a los 65 años. Dado el devenir de los acontecimientos, habrá que contar con una cuarta y una quinta edad, como poco. Lo cual a la vez choca con el hecho de que los niños cada vez se hacen adultos antes.
Va a ser mejor suprimir esto de las edades. Si uno puede sentirse en cualquier momento hombre o mujer con independencia del sexo asignado al nacer, entonces, digo yo, que cada uno podrá elegir tener la edad que quiera. Podrá haber niños en las residencias de ancianos y ancianos en las guarderías, todo dependerá de cómo uno se sienta.
Las implicaciones y consecuencias pueden ser infinitas. Habrá quien decida quedarse en la cuna para siempre y quien, sin embargo, decida madurar de golpe. Lo bueno de todo esto es que a nadie se le pasará ya nunca el arroz. No habrá “relojes biológicos” limitantes. Los ciclos de la vida dejarán de estar condicionados por el entorno social. Cualquier momento será buen momento para cualquier cosa. ¡Qué dicha, qué felicidad!
¡Feliz semana!