Ayer hablaba con una amiga sobre estos días de final de septiembre en los que una no sabe qué ponerse. "Ropa de entretiempo" te recomiendan. Qué lío. Una no sabe si ponerse el abrigo o seguir con tirantes. Por la mañana te congelas y por la tarde te asfixias. Mi amiga en cambio, práctica y resolutiva, lo tenía claro. "Lo mejor es ir en chándal". Yo la miré atónita. Pensé que estaba de broma. Es una persona que suele vestir bien y que además se gasta mucho dinero en ropa. No me atrevi a responder y me quedé pensativa. El chándal ha ganado la batalla al buen gusto. No hay más que mirar a nuestro alrededor. Hoy en día el chándal campa a sus anchas. Hasta las colecciones de los diseñadores de alta costura incorporan chándales. Chándales sofisticados y lujosos pero chándales al fin y al cabo. Habrá quien me tilde de "pija", de anticuada o de "demodée ". Me da igual. Pero no tengo chándal y creo que nunca lo tendré, aunque quién sabe, no digas nun...
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