Una noche, con 14 años, en plena edad del pavo, salí del baño de un discoteca de moda con el papel higiénico enganchado en la falda arrebujada, arrastrándolo como si de una larga y fina cola de novia se tratara. A mi paso algunos se reían, pero nadie me decía nada. Arrastré alegremente mi particular cola hasta el lugar de la pista en el que se encontraban mis amigas entregadas a un ritmo frenético y me uní al grupo como si nada. Fue entonces cuando una de ellas me señaló mi larga cola de papel. Quise desaparecer en ese mismo instante, hacerme invisible. Recuerdo que repasé una por una las personas a las que había saludado en mi camino desde el baño a la pista para no volver a mirarlas jamás a la cara. Sentí arruinada para siempre mi imagen y mi reputación. Qué verguenza tan terrible.Qué bochorno. Qué tragedia (así eran las tragedias a esa edad). Afortunadamente, casi nadie se había dado cuenta y al fin de semana siguiente nadie se acordaba. Nunca nadie me señaló con e...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...