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Mostrando entradas de 2024

¡Feliz 2025!

Vuelan los pensamientos que no atrapas. Se desvanecen los sueños que no luchas.   Languidecen los deseos sin cumplir. Mueren las ganas cohibidas. Los besos que no das se evaporan. Las palabras que no dices se deshacen.   Las risas que no brotan lloran. Las lágrimas que no salen duelen.   Las gracias que no das enmudecen. La belleza que no aprecias se hace invisible. El rencor que no vences se enquista. La alegría que no salta se adormece. Sangran las heridas sin curar. Se marchita el amor que no cuidas. Desaparece lo que dejas de  recordar. Se adormece el esfuerzo que no practicas. Se empequeñece el que tiene y no da. Se endurece el que no mira más allá. Desespera el que sólo espera.   En 2025….   Ama. Ríe. Llora. Persigue tus sueños. Cumple tus deseos. Cura tus heridas. Cuida a los que quieres. Comparte lo que tienes. Mira a tu alrededor. Aprecia la belleza. Baila. Canta. Esfuérzate. Actúa. Agradece. Vive.   ¡¡Feliz 2025!!        

Senegal. Viaje a la Casamance

He tenido la suerte de volver a Senegal, esta vez de la mano de la Fundación Xaley. Ha sido un viaje precioso, pero, sobre todo, ha sido una oportunidad para conocer de primera mano algunos de los proyectos que Xaley está llevando a cabo en el país y que impactan en la vida de miles de niñas y mujeres senegalesas.  Hemos visitado el centro de costura de Mbour donde forman a jóvenes para que puedan tener un futuro mejor. Hemos asistido a charlas de salud sexual y reproductiva, un tema muy importante en un país en el que los embarazos precoces son muy frecuentes y provocan que las niñas abandonen la escuela. Visitamos un centro donde acogen a chicas víctimas de abusos o violencia, a veces embarazadas y repudiadas por sus familias. Visitamos la tienda de una emprendedora que ha recuperado antiguas técnicas textiles y que hace cosas preciosas. Inauguramos un centro de transformación de frutas y legumbres y nos reunimos con un grupo local para comentar las consecuencias de la falta de i...

Usurpadores espaciales

Hay personas que ocupan el doble. No es que sean gordos ni siameses, simplemente ocupan un espacio vital mayor que el resto, espacio que, por cierto, tienden a robar a los que les rodean. En el metro abundan este tipo de personas. Me refiero, por ejemplo, a esos que van cargados con enormes mochilas sin calcular las dimensiones que adquieren sus cuerpos con semejantes bultos desproporcionados a la espalda y que cada vez que se mueven pegan un zambombazo a todo el que se coloque a su lado. A veces, en la mochila transportan un bebé que tambalea su pobre cabeza de aquí para allá. Los mochileros con bebés son los peores  porque se sienten legitimados para empellar sin miramientos a todo aquel que se interponga en su camino. Debería inventarse algún tipo de sistema que sirva para alertar de su presencia unos metros antes, como cuando pones el triángulo reflectante en la carretera para avisar de un accidente. Otra modalidad son los que pasean perros atados con larguísimas correas. Esta ...

De casquería y otros menesteres

No me gustan los callos. No me gusta su aspecto, ni su textura. Mi madre los prepara muy ricos, eso dicen, porque yo, hasta la fecha, no me he atrevido a probarlos. De pequeña, pensaba que los callos eran eso, callos, como los de los pies, y no entendía que alguien se los pudiese comer. Luego me enteré de que eran tripas y lo entendí todavía menos.  En cambio, me encantaban los sesos. En mi casa comíamos sesos rebozados. Comer sesos era como comer nubes o algodón  de azúcar. Al meterte un seso en la boca se deshacía. No sé si los niños de hoy siguen comiendo sesos. A mí han dejado de gustarme. Desconozco el motivo pero, si de lo que se come se cría, debería volver a comerlos porque me da la sensación de que, de un tiempo a esta parte, estoy perdiendo algún que otro seso, supongo que será la edad. Me surge la duda de si los sesos conservarán neuronas, porque después de todo, los sesos son cerebro. Eso de comer cerebro suena a zombies, a película de miedo. Tampoco me gustan las ...

El "desedadismo"

De un tiempo a esta parte me doy cuenta de que se me están viniendo abajo muchas “barreras mentales”, incluso diría “falsos mitos” relacionados con la edad. Una ya no sabe qué pensar. Los límites se desdibujan. Empiezo con una constatación que me trae de cabeza: hoy en día, hay madres más jóvenes que sus hijas. No tenemos mas que ver a Demi Moore, madre de tres hijas mayores que ella. Demi Moore es ahora más joven de lo que era en la película Ghost que la lanzó a la fama y que es de 1990. Un misterio. Un caso mucho más cercano es Isabel Preysler, que se ha convertido, al menos en el Hola, en la hija de su hija, que era de mi edad, al menos de pequeña. Ahora, visto que su madre pretende ser de mi edad, ya dudo de los años que tendrá ella. A Ana Obregón le pasa un poco lo mismo. Debe ser el síndrome de la eterna juventud. Qué obsesión. Otra falsa creencia está directamente relacionada con la maternidad. Recuerdo que cuando yo empecé a tener hijos, quería tenerlos todos antes de los 40. S...

Con chándal y a lo loco

Ayer hablaba con una amiga sobre estos días de final de septiembre en los que una no sabe qué ponerse. "Ropa de entretiempo" te recomiendan. Qué lío. Una no sabe si ponerse el abrigo o seguir con tirantes. Por la mañana te congelas y por la tarde te asfixias. Mi amiga en cambio, práctica y resolutiva, lo tenía claro. "Lo mejor es ir en chándal". Yo la miré atónita. Pensé que estaba de broma. Es una persona que suele vestir bien y que además se gasta mucho dinero en ropa. No me atrevi a responder y me quedé pensativa.  El chándal ha ganado la batalla al buen gusto. No hay más que mirar a nuestro alrededor. Hoy en día el chándal campa a sus anchas. Hasta las colecciones de los diseñadores de alta costura incorporan chándales. Chándales sofisticados y lujosos pero chándales al fin y al cabo. Habrá quien me tilde de "pija", de anticuada o de "demodée ". Me da igual. Pero no tengo chándal y creo que nunca lo tendré, aunque quién sabe, no digas nun...

Otras vidas

Llevo tiempo queriendo escribir pero no me sale. Pienso temas. Busco métodos de inspiración. Me concentro. Me relajo. Hago yoga. Leo. Escucho música. Pero nada. Qué tristeza. Mis fans me reclaman, se impacientan. Algunos hasta se preocupan. “Que las musas me pillen trabajando” decía Picasso. Sigo su consejo y aquí estoy, volcando sobre folio en blanco lo primero que se me pasa por la cabeza.  Varias ideas me vienen a la mente. Lanzo una. Me pregunto si es bueno pasarse la vida haciendo cosas que en el fondo uno no quiere hacer. Casi todo lo que hacemos cada día son cosas que si pudiésemos elegir, seguramente no haríamos. Madrugar, trabajar, ir a la compra, recoger a los niños en el colegio, preparar la cena… Somos animales domésticos, o más bien domesticados, entrenados para llevar una vida, en la mayoría de los casos, rutinaria.  Las rutinas son cómodas, conllevan confort, tranquilidad, confianza, pero a veces también cierto hartazgo. Las rutinas nos aletargan, nos adormece...

Hoy va de huevos

Entro en casa y encuentro a mi marido  vestido de jardinero. -Hay huevos en el jardín- me dice muy serio.  Qué manera tan rara de recibirme. Más normal me hubiese resultado que me hubiera dicho que no había huevos en la nevera.  - Espero que no sean de dinosaurio- se me ocurre contestarle, pero no me asomo al jardín para verificar de qué o quién pueden ser los huevos. Prefiero seguir en la inopia. - No te veo preocupada. -¿Acaso debo estarlo?.   -Hay cientos de huevos- me contesta con los ojos muy abiertos.  Yo, en cambio, cierro los ojos y comienzo a imaginar mi jardín plagado de huevos enormes, como en una película de ciencia ficción.  De esos huevos puede salir cualquier cosa. Extrañas criaturas, gremlins, pájaros voraces, arañas peludas, gusanos de mil patas, patos asesinos, pollos descabezados, lagartos verdes, niños extraterrestres. Puede ser una plaga, un ataque desde otro mundo, o una maldición. Quizá algún tipo de profecía.  Me da miedo salir ...

Reputación, a vuelapluma.

  Una noche, con 14 años, en plena edad del pavo, salí del baño de un discoteca de moda con el papel higiénico enganchado en la falda arrebujada, arrastrándolo como si de una larga y fina cola de novia se tratara.  A mi paso algunos se reían, pero nadie me decía nada. Arrastré alegremente mi particular cola hasta el lugar de la pista en el que se encontraban mis amigas entregadas a un ritmo frenético y me uní al grupo como si nada. Fue entonces cuando una de ellas me señaló mi  larga cola de papel. Quise desaparecer en ese mismo instante, hacerme invisible. Recuerdo que repasé una por una las personas a las que había saludado en mi camino desde el baño a la pista para no volver a mirarlas jamás a la cara. Sentí arruinada para siempre mi imagen y mi reputación. Qué verguenza tan terrible.Qué bochorno. Qué tragedia (así eran las tragedias a esa edad). Afortunadamente, casi nadie se había dado cuenta y al fin de semana siguiente nadie se acordaba. Nunca nadie me señaló con e...

¿Hacia dónde vamos?

Esto de la inteligencia artificial me tiene estresada últimamente. Ando un poco saturada con la IA, los robots, la transformación digital, los algoritmos, las plataformas, la realidad virtual... Google lo sabe todo de nosotros,  nuestros teléfonos nos espían, las redes sociales nos absorben y consumen nuestro tiempo sin darnos cuenta. Nos hemos vuelto adictos, algunos incluso esclavos. Pasamos horas mirando una pantalla, pegados al móvil, hablamos con Alexa y el chatGPT responde todas nuestras dudas. Vivimos a una velocidad frenética. Todo es inmediato. Vamos como pollos sin cabeza.  Nos inunda la información y a la vez no podemos ya fiarnos de nada. Desinformación, fake news, ciberataques, suplantación de identidad…   El mundo avanza muy rápido. Hay que ponerse al día. Hay que estar a la última. No puedes quedarte atrás. Hay que saber computación, programación, hay que analizar miles de datos. Las habilidades digitales cada vez son más imprescindibles. Hay que apren...

Soledad

Me siento a tu lado como cada tarde. Hoy no te he traído flores. Las de la semana pasada aún te duran. Hoy he venido cargado de álbumes de fotos. No creo que tengamos tiempo para verlos todos. ¡Qué tontería!.  Tenemos todo el tiempo del mundo. No tengo nada mejor que hacer. Y supongo que tú  todavía menos. Aunque contigo nunca se sabe.  Abro uno de ellos al azar. Mira, aparece Antoñito con pantalones cortos y tiritas en las rodillas. Qué guerra nos dio siempre, ¿te acuerdas? Recuerdo que hasta le teníamos que poner una chichonera porque iba dándose golpes en todas las esquinas. Qué inquieto era, siempre corriendo, saltando, atrevido, listo, sin miedo a nada. Me hacía sentirme orgulloso. Hace tiempo que no se nada de él.  Con lo cariñoso que era de pequeño. Ahora está siempre demasiado ocupado,  siempre viajando. Y sigue corriendo. Corre maratones en Nueva York, en Japón, hasta en Australia. Me pregunto qué meta persigue, de qué escapa o si acaso es que alguien l...

Amor imposible

Llevo días obsesionado. No paro de pensar en Ella, día y noche. Me quita el sueño. Invade mis pensamientos.  Temo que Pamela, que es extremadamente sensible, haya notado algo. Pamela tiene un sexto sentido muy desarrollado. Sabe siempre cómo me siento y lo que pienso, me asusta. Estoy deseando salir a la calle y cruzarme con Ella. Cuando la veo se me dispara la adrenalina. Siento una irremediable tentación de acercarme a hablar con Ella, de estar cerca, de mirarla directamente a los ojos. Esos ojos rasgados, verdes y profundos.  Pero siempre que salgo a la calle lo hago con Pamela. Siempre ha sido así. Siempre juntos. Pamela no hace nada sin mí y yo no hago nada sin Pamela. Creo que sospecharía si un día me viese salir solo a la calle.  No me dejaría  hacerlo.  Hasta que Ella apareció en mi vida, me gustaba mi especial relación con Pamela, nuestra rutina sin variaciones. Sé que siente mi dueña y como tal actúa, pero nunca me ha importado. Al contrario, siempre h...