lunes, 18 de diciembre de 2023

Buscando la paz

Leo hoy que lo que ahora está de moda para luchar contra el estrés y encontrar la paz y el equilibrio es abrazar vacas. La gente en Inglaterra paga 60 libras por pasar un rato en una granja abrazados a una vaca, a la cual, supongo, alguien habrá tenido antes que domesticar. Yo a veces no distingo bien una vaca de un toro ( hay vacas muy bravas) así que, cuando lo pienso me da miedo.

Dicen que la temperatura corporal de las vacas es más alta que la nuestra y que tienen un pulso más bajo, por eso acurrucarse a su lado hace que te sientas muy a gusto. No dicen nada del olor. 

Otros abrazan caballos. Un caballo, así a priori, lo veo más amigable. Dicen que los caballos son sensibles y que pueden sentir tu tensión o tu tristeza y "que reaccionan sin juzgarte".  Me tranquiliza no ser juzgada por un caballo. Lo que no estoy segura es si vale abrazar a un pony o a un burro. Un burro parece menos "cool" aunque resulta muy navideño.

Hay quien abraza árboles. Lo probé  hace poco y no sentí gran cosa. Además hay que tener cuidado porque si lo abrazas muy fuerte es malo para el árbol y no se si encontrarás la paz pero a lo mejor hasta te cae una multa. 

Es curioso ver las maneras tan distintas y a veces tan complicadas que algunos tienen de buscar la paz interior mientras que a otros les basta con mirar el fuego de una chimenea, escuchar el sonido del mar,  disfrutar de un atardecer, o sentarse ante un altar.

Una amiga hace poco me dijo que sus mayores momentos de paz los alcanza cuando hace yoga a 45 grados de temperatura. Sólo de pensarlo me mareo,  pero la práctica tiene muchos adeptos así que algún efecto debe surtir. Otra amiga, para encontrar el equilibrio, necesita enfrentarse a pruebas de extremo rendimiento y corre maratones por el Sáhara y cosas así. Yo, que no me veo capaz ni de correr hasta la esquina, cuando me lo cuenta me siento un ser inferior.  Luego se me pasa.

Hace unos días vi la película Libres sobre la vida monacal.  Me encantó. Varias frailes y monjas de clausura cuentan sus vidas. Todos ellos transmitían un enorme sosiego. Sentí ganas de experimentar algo parecido. Parece que, de momento, lo de hacerme monja  de clausura no va a poder ser por una serie de razones que no vienen al caso. 

Me fascina la gente que transmite paz. Ojalá pudiese tenerlos siempre cerca. De la misma manera, intento huir de los que me la quitan, pero es prácticamente imposible, porque me acechan. Como no puedo escapar de los raptores de paz, lo que debo hacer es protegerla muy bien, cuando la tengo, porque a menudo la pierdo. Construir a su alrededor un muro resistente que cueste derribar.  Estoy buscando las mejores herramientas para hacerlo. Dudo que abrace vacas, suba al Himalaya  o corra maratones pero vaya por delante mi admiración para aquellos que de un modo u otro logran alcanzar la paz en este mundo frenético. Tiene su mérito.

Feliz semana!

lunes, 4 de diciembre de 2023

Calcetines sueltos

Siento un especial cariño por los calcetines sueltos. Me resisto a asumir que nunca encontraré a su pareja. En el fondo de mi cesto de la plancha hay siempre una capa de calcetines sueltos esperando que aparezcan sus iguales. 

Los calcetines sueltos  son uno de los grandes misterios de la Humanidad. Ni el agujero de ozono ni el mismísimo Triángulo de las Bermudas superan el misterio de los calcetines que desaparecen y nadie sabe a dónde han ido a parar.

Me pregunto si habrá lavadoras devoradoras de calcetines. Es una posible explicación. Lavadoras malvadas que disfutan destrozando parejas y triturando a uno de sus componentes.

Otra posible explicación es que algunos calcetines huyan por decisión propia, cansados de andar siempre al unísono del otro. No es tan raro. Andar siempre a la par debe resultar agotador. Pero... ¿ a dónde irán?

De ser así, siento tristeza por los pobres calcetines abandonados a su suerte. A un calcetín desparejado le cuesta recuperar su vida. Está practicamente abocado a acabar en la basura. Como mucho, le emparejarán por error con otro impar, pero rápidamente alguien se dará cuenta y deshará la nueva pareja. 

La vida suele tratar injustamente a los calcetines sueltos. Da igual que sean bonitos, caros, originales o calentitos, si no tienen pareja su futuro es incierto. 

Quizá alguno tenga la suerte de acabar en manos de una madre creativa. En tal caso podrán convertirse en marionetas con ojos y boca o hasta en un jersey para el hamster. Las madres creativas son capaces de hacer mil cosas con un calcetín desparejado. Pero me temo que son las menos. La mayoría, cansadas de buscar al compañero, terminan por tirar el pobre calcetín viudo.

A veces he encontrado calcetines escondidos en los lugares más recónditos. Una vez encontré un calcetín en el congelador, entre los hielos. Nunca supe cómo fue a parar allí. Me puse contentísima cuando fui al cesto de la plancha y allí encontré a su pareja abandonada hace años. Qué alegría les debió dar reencontrarse. Para celebrarlo, me los puse y salí descalza y orgullosa a dar un paseo. Desde entonces nunca jamás tiro un calcetín suelto.

Un día, un amigo me dijo que él siempre se ponía los calcetines desparejados, que le aburría que fueran iguales. Me gustó la idea. De vez en cuando la he puesto en práctica. 

Otras veces me veo tentada de convertir mi colección de calcetines sueltos en una bufanda o hacer una escultura con ellos, quizá así cobrarían nueva vida. Pero en el fondo, soy una romántica y prefiero pensar que un día volverá su amado y de nuevo patearán juntos la vida.

Feliz semana!!

domingo, 5 de noviembre de 2023

Reflexiones otoñales

Pasó septiembre indolente. Voló octubre como si nada. Llegó noviembre. Cayó el otoño. Nuevos colores. Huele a castaña asada. Los monstruos de Halloween han vuelto a ganar a los santos. Las luces de Navidad ya están instaladas.

Tic tac tic tac. No hay tiempo. Corremos. Como el conejo de Alicia. Producimos. Hacemos. Tenemos. No se si somos. Pero todo lo contamos. Agujeros negros. Vidas rosas.

Nuevas guerras en el horizonte. Más sangre y más muerte. Lloramos, pero sólo un rato. Realidades invisibles.  Ya no las vemos. Aunque no estén tan lejos.  Burbujas. Nos hacemos bicho bola.

La anestesia ha hecho efecto. No sentimos ni padecemos. Se vende España y no reaccionamos. 

Palabras huecas. Lugares comunes. Eufemismos.  Falsos líderes. Delirios de poder y grandeza. Jugar al olvido.  Desmemoria. 

Héroes anónimos. Brazos que acogen. Hombros sobre los que llorar. Los que siempre están y no presumen. 

Andar de puntillas o chapotear en cada charco. Nadar sin guardar la ropa. Hablar o actuar. Tomar partido. Aún a riesgo de perder.

¿Te atreves?

lunes, 9 de octubre de 2023

De procrastinar y otras lindezas

La primera vez que oí la palabra procrastinar pensé que se trataba de algún tipo de delito. Quizá una modalidad de asesinato con alevosía que en mi época no contemplaba el código penal. Luego me enteré de su significado y me extrañó no haberla escuchado nunca antes.

Pero así son las palabras. De repente algunas se ponen de moda y otras caen en desuso. Procrastinar existe desde hace muchos años, de hecho, proviene del latín, pero antes nadie la usaba. Si a un señor de 80 años le hablas de procrastinar dudo mucho que te entienda.


Lo mismo pasa con la famosa resiliencia, una palabra que se ha vuelto muy cansina. A la gente se le llena la boca con eso de que hay que ser resiliente. Me pregunto qué éramos antes y cómo sobrevivíamos, siendo simplemente resistentes.

Ahora tienes que ser resiliente y por supuesto holístico, otra palabra de moda. Todo hoy es holístico. La vida hay que abordarla de manera  holística. Las estrategias son holísticas. Como lo son los planteamientos, los enfoques, las miradas, los pensamientos y los conceptos. Lo contrario es ser corto de mira y eso es muy malo. Yo, cuando algo no lo enfoco holísticamente, me excuso en que soy miope. No cuela.

Y si ya entramos en los anglicismos, sobre todo en el mundo empresarial, pero que cada día van infiltrándose más en el lenguaje cotidiano, entonces ya sí que no hay quien entienda nada. La gente ya no intercambia ideas hace brainstorming, no llama, tiene conference calls, no asesora, hace coaching, no acumula experiencia sino know-how, no tiene pasado, tiene background,  no compara,  hace benchmarking.... La lista podría ser interminable.

También ocurre en el mundo de la moda, donde lo grande es oversize,  el color piel es nude, lo acampanado es flare  y el desaliñado de toda la vida es ahora grunge.

Una pena que siendo nuestra lengua tan rica tengamos que recurrir a tanto anglicismo. Pero supongo que hablar así resulta más moderno. Lo peor es que poco a poco estas palabras en inglés acabarán formando parte de nuestra lengua como hoy le pasa a jean, friqui, clic, o taper.

Otras pobres palabras, sin embargo, han caído en desuso y ya casi nadie las utiliza como alcoba, patatús, soponcio, melifluo, melindres, papanatas, pusilánime, mequetrefe... A mí me encanta usarlas y noto que a veces la gente no las entiende. Debo ser ya "viejuna". Curioso esto del lenguaje.

La Real Academia del Español, la RAE, tiene un proyecto muy interesante para proteger el buen uso de la lengua en el ámbito de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías. Me parece importantísimo. Claro que a este paso van a hablar mejor los robots que las propias personas. Y si a esto unimos la Torre de Babel del Congreso y la ultradefensa absurda del uso de lenguas minoritarias por encima del español, el panorama resulta preocupante.

 Y ya puestos...  pues... Au revoir!!

Feliz semana!!

lunes, 4 de septiembre de 2023

Septiembre, ay septiembre....


Ayer sacudí mi bolsa de la playa y cayó una caracola, último vestigio de agosto. Carpetazo final a las vacaciones. Bienvenido septiembre.

En septiembre declina el verano y se presume el otoño. Se acortan los días y llegan las lluvias.

Hay a quien le encanta septiembre, hay gente para todo. Yo llego a septiembre agotada, perezosa. Lejos de cargar pilas en agosto, creo que es el mes en el que acabo de gastarlas del todo. En septiembre necesito un chute extra de energía.

Septiembre es el mes de la cuesta, es un mes que requiere mucho esfuerzo. En septiembre toca aterrizar, retomar rutinas,  regresar a la “normalidad”, recuperar costumbres y ritmos. Cuesta madrugar, trabajar, cuesta la vuelta al cole, cuesta renunciar a la siesta, cuesta volver al orden, o al caos, depende como se mire.

Septiembre tiene mucho en común con febrero, es un mes efímero, que intentas sortear como puedes, es el mes que quieres que sea agosto y que casi sin darte cuenta se convierte en octubre.  También es primo hermano de enero, es el segundo inicio del año, un mes cargado de buenas voluntades y grandes propósitos, de planes, de inicios o reinicios más o menos ilusionantes, que a medida que pasan los meses se van desinflando, con la tranquilidad de que lo que no se inicia en septiembre siempre se puede retomar en enero.

Septiembre es un mes nostálgico, en el que revives con melancolía el verano. Es un mes de añoranzas, de echar de menos.

 Es el mes de enfrentarse al espejo, de darse cuenta de lo poco que dura el moreno y lo mucho que cuesta deshacerse de los kilos que te regaló alegremente agosto. 

Es el mes de enterrar sueños irrealizables, el mes del quiero y no puedo, el mes en el que sueñas con montar un chiringuito al borde del mar pero tu irremediable destino es la oficina.

Es el mes de los reencuentros, de la alegría de volver a verse, de compartir recuerdos. Es el mes en el que llegaban las postales, cuando aún se mandaban.

Es el mes en el que uno querría seguir dejándose mecer por la desidia pero toca recuperar las riendas de la vida, de la real. Es el mes en el que toca de nuevo hacerse fuerte. Es el mes del silencio, tras el bullicio de agosto. Es un mes tornasolado, en el que las ondulaciones del verano se entremezclan con reflejos otoñales.

Septiembre, septiembre… ay septiembre... Y lo peor es que dentro de nada... diciembre!!!

Feliz semana!

lunes, 10 de julio de 2023

La vida en sobras

Hay un tema aparentemente banal que siempre me intriga: quién se come las sobras en cada casa.

Cuando yo era pequeña era mi madre la que se las comía. Otras veces las convertía en algo que nada tenía que ver con la naturaleza originaria de la sobra. Mi madre siempre ha sido una especialista en disfrazar las sobras.Una vez convirtió unas sobras de pollo en sardina escabechada. Ignoro cómo lo hizo. 

Las sobras tienen personalidad propia. Hay sobras emocionantes, que descubres  de manera inesperada y te alegran el dia. Otras son infinitas, nunca se acaban y les coges manía. A algunas les crece pelo y terminan mustias en la basura. Hay sobras atractivas, por las que la gente se pelea, y sobras cotidianas, que nadie quiere. También hay sobras que desaparecen por arte de magia y nadie reconoce haberse comido.

Los más ahorradores siempre se comen las sobras. Los más vagos también. Los más creativos las transforman en cualquier cosa.

La gestión de las sobras requiere un asombroso despliegue de tuppers.  A veces no hay tuppers para tanta sobra y otras veces no hay sobras para tanto tupper.

En mi casa siempre hay un día dedicado a las sobras. Ese dia intentamos liquidarlo todo. Las sobras de sobras no hay quien las quiera.

Supongo que no tiene sentido luchar contra el cambio climático o contra la pobreza en el mundo y no comerse las sobras. Los grandes cambios siempre empiezan por los pequeños gestos. La alternativa es atacar la cuestion en su raíz, es decir, como dice el refran " la del pobre: reventar, antes que sobre".

A menudo me pregunto cómo gestionamos las sobras de la vida, bienes intangibles de enorme valor. Me refiero a sobras como las de tiempo. 

Estamos tan poco acostumbrados a que nos sobre tiempo que cuando nos pasa no siempre sabemos qué hacer con él. A veces son sobras muy pequeñas como cuando te anulan una cita y te sobra una hora. Otras veces son sobras enormes, como sucede cuando tu ritmo de vida cambia de repente y ya no sabes qué hacer con tu tiempo. Si el tiempo se pudiese comercializar en tuppers, algunos se harían de oro. Otros en cambio se arruinarían de tanto comprar tiempo y nunca tendrían suficiente. 

Creo que conviene analizar de vez en cuando la gestión de sobras de nuestra vida. Estoy segura de que nos sorprendería comprobar todo lo que desperdiciamos...

Feliz semana!


lunes, 19 de junio de 2023

Almohadas

 Llevo un tiempo sin inspiración. El tema me tenía preocupada. Un amigo escritor me propuso un truco: elegir al azar  un objeto cotidiano y escribir sobre él, sin un fin concreto, improvisando. Y eso he hecho. 

He mirado a mi alrededor y he elegido mi almohada. Podía haber elegido un gorro de ducha, un felpudo o un calzador, pero he elegido una almohada.

Curiosamente, lo primero que me viene a la cabeza son las mil y una noches. Creo que mas allá de la vinculación evidente que no hace falta explicar, debe influirme el origen árabe de la palabra. 

Hace poco me contaban que en algunos hoteles de lujo existe el puesto de probador de almohadas. Debe ser gente que  no duerme mucho porque se pasan la noche pidiendo que les cambien de almohada.

Las almohadas antes se compartían. Las camas de matrimonio tenían una única almohada con independencia del número de moradores. Eran almohadas muy largas que era difícil meter en su funda. Se tardaba el doble en cambiar las sábanas por culpa de la almohada. Por la noche cada uno tiraba de ella hacia un lado hasta que se encontraba el justo equilibrio.

 Ahora en cambio cada cual tiene su almohada. No se si será por la globalización, culpable de casi todo, o porque ahora cada uno va a lo suyo. Tampoco se si las parejas se quieren más o menos según compartan o no almohada. Quizá el aumento de los divorcios tiene algo que ver con el tema. Podría ser objeto de estudio. 


Hay almohadas amigas, confidentes a quien cuentas tus inquietudes y tus sueños. Hay quien incluso confía en ellas para resolver sus dudas.  Son las almohadas oráculo. Pero también hay almohadas enemigas, que pueden convertirse en  el origen de muchos males. 

Hay almohadas narcóticas, que nada más reposar la cabeza en ellos te invade el suelo. Y almohadas rebeldes que nunca encuentras la posición en que colocarlas para entrar en trance.

Hay almohadas frías y almohadas calientes. A veces apetecen unas y a veces otras, depende del estado de ánimo.

Hay almohadas sin estrenar, tiesas e imperturbables y almohadas que desprenden el olor de su dueño, como si tuviesen vida propia. 

Hay almohadas que viven apelotondas junto con otras y almohadas independientes que no necesitan compañía para cumplir su función.

Hay almohadas que siempre reposan en horizontal y otras que cambian varias veces de postura a lo largo de la noche hasta acabar en el suelo.

Hay almohadas asesinas capaces de asfixiar a su dueño y almohadas con las que se construyen tiendas de campaña.

 Hay almohadas que han participado en guerras y han perdido todas sus plumas. Otras que un día fueron importantes y luego cayeron en el olvido.  Hay almohadas que en lugar de cabezas acogen pies. Hay almohadas que debajo ocultan grandes secretos como dientes de leche.

Antes las almohadas eran sólo de plumas que cuando se escapaban dejaban muy flaca a la pobre almohada. Hoy en día pueden tener múltiples composiciones por lo que elegir una es casi tan difícil como aprobar una oposición. 

Una almohada es decisiva. Marca tu sueño, tu confort y tu humor.

Yo cambié de almohada hace un año y desde  entonces no pego ojo. Le doy el cambiazo a mi marido cada vez que se descuida pero a media noche lo descubre y me cambia la almohada sin piedad.¿ Por qué no me compro otra? Pues no lo sé.  Porque esto de las almohadas es un lío.

 Dime con qué almohada duemes y te diré quién eres. 

Feliz semana!!




lunes, 1 de mayo de 2023

Viaje a Senegal

Recién llegada de Senegal. 

Es muy difícil resumir en palabras tantas emociones. Vuelvo a Madrid llena de recuerdos, con el corazón cargado de sentimientos y con miles de "momentos retina", imágenes que quedarán grababas para siempre.

En wolof, la lengua más hablada de Senegal, teranga significa hospitalidad. Teranga es una de las palabras que mejor definen este viaje. Senegal y su gente nos han hecho sentirnos "en casa".  

Los senegaleses son gente amable, hospitalaria, que acogen al extranjero como a un amigo, que te reciben con cariño y  que se esfuerzan para que te sientas a gusto. Y así es como nos hemos sentido. Tafa, nuestro acompañante  senegalés durante todo el viaje, ha tenido mucho que ver en ello. Gracias a él hemos conocido mejor Senegal, su cultura y sus costumbres.  "Aquí matamos el tiempo, a diferencia de vosotros que el tiempo os mata” nos dijo un día. Y cuanta razón tiene.

Viajar siempre es descubrir y en este viaje hemos descubierto muchas cosas, pero sobre todo, hemos descubierto a las mujeres senegalesas. Mujeres llenas de fuerza, emprendedoras y valientes.  Mujeres que luchan por sus comunidades.  Mujeres guapas, de porte elegante, serenas y pacientes. 

Hemos conocido cooperativas de mujeres que recogen la sal a pleno sol para luego venderla, a mujeres artesanas, otras que trabajan el índigo, o que transforman frutas en mermeladas y zumos con rudimentarios recursos.  
















Hemos visitado escuelas de cocina, de costura y de hostelería donde forman a chicas sin recursos para que puedan acceder a un empleo. Nos han contado cómo trabajan y nos han dejado trabajar con ellas. También hemos charlado con emprendedoras que con su ejemplo pueden servir de inspiración a muchas otras mujeres. De todas ellas nos llevamos recuerdos y mucho aprendizaje.

 También hemos conocido a la hermana Regina, un ángel en medio de Sam Sam, en Pikine, uno de los barrios más pobres de Dakar, volcada desde hace más de 30 años en ayudar a los más desfavorecidos.

Y no se puede hablar de África sin hablar de sus niños. Senegal es un un país donde el 54% de la población es menor de 20 años. No es raro ver niños por todos lados. Niños que siempre sonríen, que te dan mano, que te abrazan, que te miran con ojos profundos e intensos. Los niños de Senegal nos han cautivado. Son niños que tienen muy poco pero que irradian felicidad. Hemos bailado y cantado con ellos. Nos han emocionado. Guardamos todas sus miradas en el corazón.







Volvemos cautivados por la naturaleza del país. Su tierra roja, sus baobabs, su cielo estrellado, sus manglares,  el mecer de sus aguas, el cantar de los pájaros cada mañana.












Enormes vacas atraviesan los caminos. Cabras, burros y gallinas por todos lados. También salamandras enormes y algún que otro camaleón. Los amaneceres y atardeceres en el Delta del Sine Saloum son únicos.  Nunca había visto tan grande y naranja el sol. Un auténtico espectáculo.


 

Senegal es hospitalidad, convivencia, fraternidad, tolerancia y resiliencia. Es color, olor, fuerza, ritmo,  baile, vibración. Es tradición, cultura, transformación. 

 Senegal tiene un futuro por delante. Para alcanzarlo sólo necesita ayuda.  Por eso es tan importante la labor que hacen muchas ONG que trabajan en el país, con algunas de las cuales hemos compartido también nuestro viaje como Manos Unidas, Enraiza Derechos, Xaley, y Campamentos Solidarios, que gestionan el maravilloso campamento en Faoye en el que nos hemos alojado. Con todas ellas colabora la Fundación Banco Santander para apoyar, a través de su programa Best África, los cerca de 15 proyectos que hemos visitado. Un orgullo  haber formado parte de este maravilloso grupo de voluntarios. 










Hay un proverbio africano que dice: Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran. Estoy segura de que las huellas de este viaje nunca se borrarán. 



lunes, 10 de abril de 2023

Se busca atención perdida

Hace poco una amiga me preguntó qué  buscaría yo en una caja de cosas perdidas a lo largo de la vida. No lo dudé. Buscaría la cintura de los 15 años y mi capacidad de atención, desaparecida desde hace un tiempo.

Recuperar la cintura que tenía con 15 años me haría una enorme ilusión, aunque me temo que a estas alturas será difícil. 

Respecto a  la capacidad de atención todavía confío en recuperarla.

La verdad es que no sé en qué momento se me escapó. Ingenua de mí, creí tenerla bien amarrada, entrenada como estaba desde hace años. Me equivoqué. En cuanto tuvo oportunidad, voló. Como un globo que se te escapa de repente y lo ves surcar el cielo hasta perderle la pista.

Desde entonces me he vuelto una mujer "desenfocada". Lo hago todo a la vez. Y cuando haces todo a la vez es imposible poner foco. Veo una película mientras me pinto las uñas, chateo por WhatsApp y hago la compra on line. Estudio un informe a la vez que contesto correos, cotilleo Instagram y escucho un podcast. Leo una revista en diagonal, mientras doy al botón de avanzar en Netflix  y escucho a doble velocidad un audio de mi madre.

Soy incapaz de centrarme. Ando a salto de mata. ¿Que será de mí si mi atención no vuelve? 

Lo curioso es que  cuando comparto mi inquietud, a muchos les ocurre lo mismo. Es como si todo el rato tuviéramos que aprovechar al máximo el tiempo. Me pregunto si ya nadie hace cosas tan sencillas como, al viajar, sólo mirar por la ventanilla. 

Parece ser que la falta de atención es un síntoma de nuestro tiempo. Y no me extraña. La cantidad de estímulos que recibimos es  enorme y constante. Todo lo tenemos "a un golpe de click".  Todo es instantáneo, inmediato. Vivimos varias vidas en una. Compaginamos la vida real con la virtual. Vamos a mil por hora. Estamos hiperconectados. Recibimos bombardeos de información a todas horas y por múltiples canales.

En este contexto es muy fácil perder la capacidad de atención. Querer hacerlo todo a la vez es imposible por mucho que nos creamos que somos seres multitarea y multifocales, como las gafas. Cada cosa requiere su tiempo, su momento y su atención. "Cada día tiene su afán" que diría Santa Teresa.

Saber estar aquí y ahora es cada vez más complicado. Menos mal que, según dicen, la capacidad de atención puede entrenarse y si lo haces, vuelve. 

Estoy segura de que si rebusco a conciencia en esa famosa caja de cosas perdidas seré capaz de encontrarla.  Lo que tengo claro es que, cuando lo consiga, no pienso dejar que nada ni nadie me la arrebate de nuevo ( ojo, hay mucho arrebatador de atención suelto y no siempre es fácil detectarlos). Ahora que sé lo que supone perderla, prometo cuidarla como el preciado tesoro que es. ¡Ardua tarea!

Feliz semana.

jueves, 9 de marzo de 2023

Mi madre es feminista

No sé si mi madre es feminista. La verdad es que nunca se lo he oído decir. Mi madre de pequeña fue hormiga y presume mucho de ello. Tuvo la suerte de que nunca la pisaron y luego debió reencarnarse en niña hasta crecer y convertirse en mi madre. A veces me da por poner en duda esta historia que la verdad es que siempre me ha planteado muchas incógnitas. 

De lo que sin embargo nunca he tenido duda es de que mi madre siempre fue moderna, independiente y atrevida.  Recuerdo que  cuando yo era pequeña pocas madres trabajaban. A veces me daba envidia esas madres que recogían a sus hijas en el colegio y hacían pandilla entre ellas. Pero entonces me acordaba de que mi madre era médico y me daba una especie de subidón, debía ser de orgullo.

Mi madre trabajaba por la mañana y por la tarde, y además "conciliaba".  También cocinaba, hacía los disfraces, nos ayudaba con las manualidades y nos bordaba el nombre en la servilleta del cole. Mi madre sabía ( y sigue sabiendo) hacer de todo salvo conducir. No entiendo cómo siendo tan independiente y moderna nunca supo conducir. Pero eso nunca le impidió ir de aquí para allá todo el día. Sin pereza.

Seguramente el mundo profesional de mi madre era más de hombres, pero eso no le impidió ser femenina y presumida. Siempre le ha encantado llevar escote y nunca la he oído quejarse de ningún piropo. Al contrario, creo que siempre le han encantado.

Mi madre nunca nos habló de feminismo pero siempre nos dijo a mis hermanas y a mi que debíamos ser independientes económicamente, hablar idiomas y conducir. También nos insistía en sonreír, ser educadas y comer bien. Supongo que si hubiera tenido hijos les hubiera insistido en lo mismo. Como sólo tuvo hijas no lo sé. 

Mi madre se dejó el pelo blanco mucho antes de que se pusiese de moda. Y siempre ha defendido que el pelo blanco lejos de avenjentarla lo que le daba era mucha más personalidad. A mi madre siempre le ha importado poco lo que otros pensasen. 

Mi madre nunca ha perdido su jovialidad ni su voz alegre de siempre aunque con los años se queja más. Creo que a veces añora sus años de hormiga. También dice que se arrepiente de no haberse "metido a monja" aunque yo creo que no la hubiesen admitido en el convento.

No soy muy dada a esto del día de la mujer, seguramente porque se ha convertido en una fecha excesivamente politizada y no comparto muchos de los enfoques del supuesto actual feminismo. Sin pretenderlo ni buscarlo, la verdadera "feminista" siempre ha sido mi madre. Porque ha predicado con el ejemplo, ha roto barreras, ha tenido a su lado un hombre que la ha valorado, ha luchado, se ha esforzado y ha sido ejemplo e inspiración para muchas mujeres que la han rodeado y admirado, de las que por supuesto encabezo la lista.

domingo, 5 de marzo de 2023

Datos ( y datas)

 

La semana pasada, en la sala de espera del médico, me sorprendió que la enfermera, cada vez que llamaba a un paciente, solo dijera el nombre, sin apellido. Así, en una sala de espera rebosante, cada vez que se anunciaba un nombre "de pila" se levantaban tres o cuatro personas de nombre coincidente, de las cuales, todas menos una se volvían a sentar porque no era a ellas a quien llamaban. 

Una señora, después de levantarse tres  veces y tener que volver a sentarse otras tantas,  protestó enérgicamente. ¿Y cuál fue la respuesta?? Que por protección de datos no se podía decir en alto el nombre y el apellido. Lo entendería si el nombre fuese acompañado de algún tipo de detalle. Logicamente atentaría contra la intimidad que el enfermero dijese " le toca a Margarita Pérez aquejada de hemorroides" Pero lo otro me parece un excesivo celo. Y por cierto, que se compren un máquina de números y así lo solucionan.

Hoy en día en una entrevista de trabajo nadie puede preguntarte tu género, tu religión, tu edad o tu estado civil porque son datos de la esfera privada. Sin embargo, la gente publica sin pudor su vida  en las redes. Si lo que se lleva es airear a los cuatro vientos cada momento vital, ¿a cuento de qué viene luego ofenderse porque te preguntan la edad? ¿O es que de lo que se trata es de evitar que haya prejuicios basados en estos datos? Ya me pierdo.

En los contratos nos meten larguísimas cláusulas de protección de datos, por teléfono te someten a tortura haciéndote escuchar interminables políticas de datos personales y luego, sin embargo, vas a una comisaría a poner una denuncia y te enteres con pelos y señales de lo que le ha pasado al resto de denunciantes. Cero intimidad. No lo entiendo.

Tampoco entiendo que te llamen a todas horas para ofrecerte productos y servicios que nunca necesitas.  ¿De dónde  han sacado mis datos?  Aunque  si tenemos en cuenta que nos pasamos el día aceptando cookies no me extraña que hayamos cedido, no sólo nuestros datos, sino también nuestra alma. Dicen que se soluciona pidiendo entrar en la famosa "lista de Robinson" que suena como a club selecto pero que me temo que debe ser como "la niña de la curva", una leyenda urbana.

Internet lo sabe todo de tí, tu teléfono te espía, adivina tus pensamientos, tus deseos o intenciones antes de que incluso los verbalices.  Da miedo. Vamos dejando nuestro rastro digital por todos lados. La red, como si de un ente poderoso se tratara,  conoce perfectamente lo que haces, lo que ganas, lo que compras y dónde lo compras, tus viajes, tus aficiones, tus caprichos y hasta tus pecados.

Pocas personas a partir de una determinada edad son anónimas. Sorprende cuando metes  en Google el nombre de alguien supuestamente anónimo y descubres que no lo es.

En este mundo digitalizado, dominado por los algoritmos y la inteligencia artificial, se ha perdido algo a lo que nunca dimos la suficiente importancia, el anonimato. Y el anonimato, como la reputación, una vez que se pierde, nunca se vuelve a recuperar. 

Recuerdo que cuando era pequeña pensaba que 'Anónimo" era el nombre de un autor. Hoy se que Anónimo es una especie en extinción.

Feliz semana!

domingo, 12 de febrero de 2023

De veganos y pescadores

En realidad yo no debería escribir de esto. Es una memez. Una memez amplificada  por las redes como últimamente suele pasar con casi todas las memeces. Me refiero a la madre que en un tik tok ha declarado sentirse " absolutamente devastada" porque el colegio de su hija la ha obligado a ir disfrazada de pescadora, cuando ella es vegana. Resulta que ir vestida de pescadora a una función del cole atenta contra la moral, ética y valores de los veganos. Estupefacta me quedo.

Con la que está cayendo en el mundo¿de verdad, la gran tragedia de esta señora es que su hija vaya vestida de pescadora? Antes de escribir estas líneas he intentado tirar de empatía y tratar de ponerme en su  lugar. He tratado de imaginar alguna situación  similar en la que mi ética y principios se pudiesen ver atacados a través de un disfraz, pero no acabo de lograrlo. Pienso, por ejemplo qué habría pensado yo si a mi hijo le hubiesen pedido disfrazarse de Herodes en la función de Navidad del cole. Después de todo Herodes quería matar al niño Jesús, pieza angular de mis principios y valores. Hubiese preferido un disfraz de Rey Mago o de pastor, por eso de que siempre es mejor ir disfrazado de bueno que de malo, pero no hubiera rechistado. Debe ser que la situación no es comparable. Sigo buscando situaciones que me hagan comprender a esta madre pero, insisto, no lo consigo. 

Me pregunto si no hubiera sido más fácil decirle a la niña que ella era pescadora de algas por ejemplo. ¿Los veganos comen algas no? Porque ya me pierdo. 

Recuerdo un día que una chica muy activista a la salida del metro me pidió firmar contra el maltrato animal. Estuve un rato hablando con ella y  aproveché para preguntarle qué opinaba del aborto. Muy seria me contestó que cada mujer hace con su cuerpo lo que quiere. No firmé contra el maltrato animal. Tengo perro  y por supuesto soy contraria al maltrato a los animales pero me parece incoherente luchar contra el maltrato animal y defender el aborto libre.

Últimamente se habla mucho de  "brechas" para referirnos a la distancia cada vez mayor que separa el primer mundo del tercer mundo. Efectivamente, cuando hablas de igualdad, de acceso a la educación, de oportunidades laborales,  de condiciones de bienestar, la brecha entre regiones es enorme. 

Pero cuando analizas las "preocupaciones  cotidianas" que tenemos en este lado del mundo es cuando te das cuenta de que la brecha es prácticamente insalvable. 

Me encantó el caso de una madre que hizo avergonzarse a todo un pueblo haciendo público el bulling al que estaba sometido su hijo con discapacidad desde hace años.

Admiro a padres como mi amigo Miguel que desde que nació su hijo con acondroplasia lucha por dar visibilidad a esta discapacidad, la única de la que aún hoy, la gente se ríe. Admiro a los padres que pierden a su hijos de cáncer y luchan para conseguir fondos para la investigación. Admiro en general a las madres y padres coraje, que luchan a capa y espada para lograr un futuro mejor para sus hijos. 

Para cada causa su intensidad. Sentirse "devastada" por tan poco es tener muy pocos problemas por los que preocuparse.

Y por cierto yo si fuese pescador, oficio sacrificado donde los haya, iniciaría algún tipo de revuelta. Pero claro sería ponerse a la altura de la memez y no están los pescadores para tanta tontería.

Feliz semana!

lunes, 23 de enero de 2023

Líderes vulnerables

Me parece estupendo lo que ha hecho Jacinda Ardern, la primera Ministra de Nueva Zelanda hasta hace una semana, que dimitió. Tambien me parece estupendo que haya reconocido sin tapujos las razones para dejar su cargo. Otros hubiesen hablado de "razones personales", pero Jacinda ha preferido ser muy clara, dimite porque ha dejado de tener  la energía que requería el cargo y por motivos de salud mental.

Alguien me decía el otro día que con su dimisión había defraudado a millones de votantes.  Yo no creo que sea así. Yo creo que su dimisión es un ejercicio de honestidad y de humildad, algo que desgraciadamente no se estila mucho ni en política ni en general entre los grandes lideres. 

Reconocer que uno no tiene las fuerzas necesarias para seguir tirando del carro, mostrar tu vulnerabilidad, tu fragilidad y hablar sin tapujos de salud mental cuando estás en lo más alto no es de cobardes. Al contrario, es de valientes.

Es también un acto de sinceridad. Sinceridad con uno mismo  y con los demás, con esos que tanto esperan de tí. Y esa sinceridad cuesta mucho. Pero a veces en la vida hay que decir no puedo mas, hasta aquí he llegado, y hacerlo sin miedo a defraudar expectativas ajenas.

Nos pasamos la vida demostrando que somos capaces de cualquier cosa que nos propongamos, que podemos con todo, que sabemos conciliar, que cumplimos objetivos, que superamos retos, que somos fantásticos profesionales y todavía mejores padres de familia. El ansiado y costoso equilibrio. Hay quien efectivamente lo alcanza, pero otra gran mayoría andan por la vida en un estado de continua zozobra, autoobligados siempre a salir de la zona de confort para seguir subiendo peldaños. Pero a veces tanto  salir de la zona de confort lejos de hacerte crecer lo que provoca es un continuo disconfort. 

 ¿Merece la pena? ¿Qué nos dejamos en el camino? ¿Compensa el sacrificio? ¿En qué consiste de verdad  el éxito? ¿ No nos estaremos equivocando? Son preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez, al menos las mujeres ( me pega que los hombres le dan menos vueltas al tema, es mi impresión, quizá porque las cosas aún no han cambiado tanto como pensamos o porque en el fondo no somos tan iguales como pretendemos... ). 

No es una reflexión fácil como no lo es salirse de la rueda una vez que entras en ella.  Hay mucho que poner en la balanza. O a lo mejor no es tanto y es muy sencillo. No lo sé. 

Lo que sí tengo claro es que prefiero mil veces a un líder como Jacinda a esos falsos líderes que tanto abundan. Líderes que plenamente conscientes de no estar a la altura  del cargo se enganchan de tal manera al poder que llegan a creerse lo  que no son. Prefiero a alguien capaz de reconocer su agotamiento que a un impostor disfrazado de líder. Mucho que aprender por aquí...

Feliz semana!

domingo, 15 de enero de 2023

Por si nos invaden

Hace unos días coincidí en un  evento con una "famosa" de esas muy aficionadas a los retoques. Me quedé sorprendida porque casi no la reconozco. Hace tiempo que está en proceso de transformación pero esta vez me llamó la atención que hasta su pelo, su mirada, su sonrisa y su forma de hablar eran diferentes. 

Me dejó tan impactada que desde entonces llevo pensando si sería de verdad ella o sería su avatar. 

No es la primera vez que tengo esta sensación. Últimamente me cruzo con algunas personas  que me provocan una impresión rara. Tengo ganas de ponerlas a prueba y hacerles preguntas trampa para confirmar si de verdad son quienes dicen ser. En alguna ocasión incluso me he atrevido a tocarlas por si a través del tacto soy capaz de detectar algo extraño que corrobore mi presentimiento. Algunas, al tacto, resultan tan frías como artificial es su imagen.

 Me pregunto si no estará creándose una especie paralela a la humana. Podrían ser clones, robots, avatares, hologramas o simplemente extraterrestres. Eso sí, todos perfectos: inteligentes, guapos, fuertes, y por supuesto jóvenes, ni una arruga. No sería tan descabellado.

Cuando lo pienso me acuerdo de aquella serie que veíamos hace años en la que unos extraterrestres, lagartos con apariencia humana, llegan a la Tierra. Aparentemente, sus intenciones eran buenas pero en realidad lo que querían era invadir a los humanos. Quizá esté pasando algo parecido..

Dicen que hay un poder en la sombra, un grupo reducido de personas que maneja los hilos que mueven el mundo, algo así como la mano que mece la cuna. 

No dudo de que así sea, pero lo que me inquieta es que este grupo esté formado por extraterrestres, personas que nada tienen que ver con los humanos aunque aparenten serlo, personas que ni sienten ni padecen y a las que poco les importa lo que le ocurre al común de los mortales.

Quizá poco a poco este grupo esté extendiendo sus redes, formando un ejército de seres que aparentan ser personas pero no lo son y que van infiltrándose en todos los ámbitos. Yo ya me he cruzado con más de un sospechoso. 

A ver quién es el guapo que  se atreve a desenmascararlos. Yo sólo recomiendo estar muy atentos, por lo que pueda suceder. 

Y en todo caso, como dice mi amiga Padi, "si non è vero, è ben trovato".

Feliz semana!!