sábado, 30 de octubre de 2021

Viejunos en peligro de extinción


De un tiempo a esta parte tengo complejo de "viejuna". Yo me encuentro tan joven como siempre, soy creativa, curiosa, inquieta y todo me interesa, pero algo sin embargo me dice que empiezo a ser viejuna. 

Creo que esta sensación tiene mucho que ver con la palabra más de moda del momento: "disruptivo". Ahora, o eres disruptivo, o eres viejuno. No hay término medio.  

Se llevan los comportamientos disruptivos, los pensamientos disruptivos, los enfoques disruptivos. Las empresas y los headhunters ya no quieren a gente "normal", tradicional, convencional, por muy talentosa que sea. Están pasados de moda. Los quieren diferentes, innovadores, rompedores, transgresores, atrevidos, que se salgan del molde.

Miro a mi alrededor y en general, nos encuentro a todos bastante "viejunos", salvo honrosas excepciones. ¿Qué será de nosotros? me pregunto con preocupación. Me temo que empezamos a ser una especie en extinción. Luego miro a la becaria del pelo azul y pantalón roto y me pregunto si ella sí que será disruptiva. Ando un poco perdida con el concepto, la verdad. Ya sé que esto no va de apariencias sino de un modo de entender las cosas pero entonces ya me lio más.

Desde que me embarga esta sensación he tratado de actuar de forma disruptiva... En alguna ocasión creo que hasta lo conseguido. Me ha bastado pensar de otra manera.  Algo así como salir de mí misma para convertirme en otra. Tratar de pensar como lo haría la del pelo azul. Pero claro, ser disruptivo todo el rato resulta agotador. Aunque quizá es cuestión de practicarlo. 

Yo creo que eso de ser disruptivo está muy bien. Las cosas están cambiando muy rápido y toca adaptarse al mismo ritmo para sobrevivir. Hay que innovar o inevitablemente te vas quedando atrás. Pero cuidado con pasarse de frenada, con infravalorar otras miradas y perspectivas por muy viejunas que sean, porque hacerlo puede implicar dejar de lado mucho sentido común y mucha experiencia, y puede resultar tan peligroso o más. Y atención también a tanto disruptivo, a veces  tras fachadas muy "modernas" hay un muy poca sesera. Tengamos la mente abierta, pero no desparramada!!


Feliz semana!!





sábado, 9 de octubre de 2021

Profesiones del futuro

 Cuando tenía 15 años me encantaba la profesión de “bróker”. Por aquellos entonces, yo no tenía ni idea lo que era la Bolsa y menos lo que era un bróker, pera sólo el término y la imagen estereotipada que de la profesión tenía en mi cabeza me hacían sentirme atraída. En el último año de colegio escogí una asignatura que se llamaba “Comercio” y ahí es cuando descubrí realmente lo que hacían los brókers y ya no me gustó tanto.  

Mi siguiente profesión favorita era la de actriz pero no acababa de “atreverme” a estudiar Arte Dramático, quién sabe por qué motivo ( he sentido siempre no haberlo hecho). Al final, me decanté por estudiar Derecho, mucho más aburrido pero más seguro. A pesar de que no me quejo del devenir de mi vida profesional, creo, sin embargo, que si alguien ahora me pidiese consejo le aconsejaría “atreverse”.

Las cosas desde entonces ha cambiado mucho. Leo algunas de las profesiones del futuro y me quedo impactada. Una de ellas es Facilitador del teletrabajo, profesión que me hace pensar que a esto del teletrabajo le queda aún mucho recorrido.  Otra es Consejero de compromiso con la salud, que imagino que, entre otras cosas, velará para que todos los empleados coman más quinoa que chorizo,  hagan todos mucho deporte y practiquen mindfullnes.

También se habla de Arquitectos de inundaciones, supongo que con esto del cambio climático se prevén muchas porque si no, no le veo tanto futuro, y de Auditores del sesgo de los algoritmos. Esta última profesión me ha dejado muerta. No entiendo nada. Llevo un buen rato dando vueltas a qué harán estos futuros auditores y no acabo de comprenderlo.

Pero sin duda la mejor profesión del futuro es la de ….. Pronosticador de cibercalamidades. Ésta sí que me encanta. Los que se dediquen a esto se lo van a pasar pipa, aunque no creo que peguen ojo sinceramente. Todo el día tratando de pronosticar no ya ataques cibernéticos a gran escala, sino auténticas calamidades, que es un grado más.  Imagino que les pagarán muy bien, dado el nivel de estrés asociado. Voy a ver si investigo qué hay que estudiar para ser eso, para ir aconsejando a mis hijos.

Aunque quizá lo realmente interesante, y lo digo bajito para que nadie me oiga, es ser cibercriminal. Redes zombies, virus troyanos, dark web, hackers…  Ser cibercriminal suena apasionante.  Deben ser todos (y todas, que no digo yo que esto sea cosa de chicos!) listísimos aunque un poco frikis creo yo. De primeras, me imagino a los cibercriminales muy jóvenes, en un sótano oscuro de alguna ciudad asiática, rodeados de pantallas y comiendo hamburguesas grasientas en sus mesas. Pero seguro que la cosa es mucho más sofisticada. Los empiezo a imaginar instalados en lujosos áticos neoyorkinos con inmensas pantallas, grandes ventanales y espectaculares vistas, celebrando con champán cada ataque sideral.  A medida que me lo voy imaginando me va apeteciendo más ser cibercriminal. No tengo claro si daré el perfil, me temo que no, ni tan siquiera creo que encaje por edad, y menos aún por conocimiento, pero acabo de descubrir en mí un sorprendente deseo de cruzarme al lado oscuro.

Feliz semana!

domingo, 3 de octubre de 2021

¿Hay sitio para los confortables?

 

A lo largo de la vida nos toca salir muchas veces de la famosa "zona de confort". Hacerlo requiere a menudo, o más bien casi siempre, una dosis importante de trabajo, esfuerzo e incluso valentía.

En la zona de confort se está muy bien, para qué vamos a engañarnos, de lo contrario no se llamaría así. No salir nunca de tu zona de confort equivale a pasarse la vida tirado en el sofá viendo la tele. Se está muy a gusto. No te exige esfuerzo. Pero si lo repites tarde tras tarde imagino que tienes una cierta sensación de perder el tiempo. 

Con la zona de confort pasa un poco lo mismo y más en el contexto social que vivimos en el que hay que estar compitiendo siempre, superándose constantemente y aspirando a cumplir tus sueños, por muy ambiciosos que sean. 

Me pregunto si hay sitio para los confortables. ¿O acaso los confortables son realmente "conformables"?

¿La zona de confort equivale realmente al estancamiento vital?  ¿Hace falta aspirar siempre a algo más, abrirse a nuevos horizontes, arriesgarse?

¿Es más fácil encontrar la felicidad en la mullida zona de confort o acaso te espera una vez atravesado el  desierto, surcado anchos mares o escalado altas montañas (metafóricamente hablando me refiero)? ¿es tan placentera como dicen la sensación de haber cumplido un reto?

¿Se equivocan  los que apuestan por el sofá menospreciando todo lo que les espera fuera? ¿O más bien los equivocados son los aventureros que desprecian la tranquilidad del sofá?

¿Y qué ocurre con los que se quedan por camino, los que dejaron el sofá y no lograron llegar a su destino?  ¿Mereció la pena "desconfortarse"? 

Me pregunto, por ejemplo, si acierta o se equivoca el que después de haber estudiado dos carreras y aprendido cinco idiomas decide quedarse en su pueblo cultivando su huerto. O quizá precisamente haber tomado esa decisión es su forma de salir del tipo de confort al que parecía predestinado.

Mi amiga Ana, que es muy sabia, dice que el confort  es un concepto moderno. Que levantarse y hacer las cosas como Dios manda sin hacer daño a nadie es suficiente trabajo y a veces muy poco confortable. Quizá tiene razón.

En este domingo lluvioso mi cabeza reflexiona sobre el tema. Mientras, miro a mis hijos ensimismados con la play y me pregunto si esta generación tendrá algún día la capacidad de levantarse del sofá y despegarse de la pantalla.  Y eso si que me preocupa más!

Feliz semana!!