Estoy desolada. Este verano no he encontrado el yinyan . Mira que lo he buscado. Por aquí, por allá, pero nada. Ni rastro del yinyan . He buscado el yinyan mientras miraba el mar y se me ha ido el santo al cielo. Lo he buscado relajada en la tumbona y me he dormido. Haciendo yoga y me he torcido el tobillo. Con un tinto de verano, y han caído varios. Con cuencos tibetanos y me he mareado. En silencio, y lo han roto los de las palas. Con los brazos extendidos y me ha dado torticolis. Con respiraciones profundas y me he vuelto a dormir. Lo he buscado con ahínco, que no se diga, pero nada. Mi yinyan no hay quien lo encuentre. Anda perdido por la vida. Me pregunto si alguien lo habrá encontrado, el suyo, no el mío, claro. Si ha encontrado el mío, cosa rara, que por favor me lo devuelva. A priori, parece que el verano es la época más propicia para encontrar tu yinyan . Desconectas, descansas, bajas el ritmo, piensas, reflexionas, te relajas .. y de repente, ...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...