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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Benditos antiguos despertares

 ¿Quién se quejaba de los despertares diarios de  nuestra antigua cotidianeidad? Quién??  !!! Y los encontrábamos estresantes.....!!!  Qué inocencia la  nuestra!! No sabíamos la que se nos venía encima. Ay, cómo echamos de menos aquellas mañanas monótonas y aburridas en las que todo se reducía a apagar el despertador cada día a la misma hora, preparar el desayuno para todos a la vez y tener listas las mochilas de deporte siguiendo el calendario pegado en la nevera, de aplicación todos las semanas del año, a excepción de vacaciones y festivos. Ahora sí que no hay quién se aclare.  Un niño va al colegio los lunes y los viernes. Los martes y los jueves se queda en casa. El otro niño es justo al contrario, los lunes y miércoles se conecta on line. El  lunes con horario fijo pero que alterna por semanas. El miércoles combina videos tutoriales sobre ecuaciones y polinomios con vídeos sobre cómo hacer la voltereta lateral, porque su profesora de educación f...

Alerta sobre el uso de mascarillas

En los últimos meses y ante un uso intensivo de las mascarillas, se están observando una serie de efectos secundarios sobre los que es necesario alertar a la población: Mujeres barbudas . Informes recientes constatan que las mascarillas crean un efecto invernadero propicio para el crecimiento del vello.  Como consecuencia, muchas mujeres ven con asombro cómo su barbilla poco a poco se va poblando de pelo. Confiadas en que la mascarilla los tapa, van dejándolos crecer hasta que un día descubren que su barba es más larga que la de su marido. En algunas poblaciones se han creado ya asociaciones de mujeres barbudas que lejos de sentirse incómodas reclaman el derecho de, también en este ámbito, ser iguales que los hombres Orejas de soplillo.   A medida que pasan los meses se constata una tendencia creciente en el despegue de las orejas. En el caso de que el número de personas con este despegue prominente de los “cartílagos orejeros”  siga aumentando se prevé una necesaria adap...

Babia

Me encanta pensar en la cantidad de lugares imaginarios que pueblan nuestro lenguaje. Muchos de ellos me resultan tremendamente evocadores y me entran muchas ganas de visitarlos.  Uno de ellos es Babia. Desde que era pequeña me pregunto si algún  día despertaré de verdad alli. Conozco a cantidad de gente que ha estado. Algunos pasan largas temporadas. No hay quién les haga volver. Otros van y vienen con una facilidad pasmosa. Otros en cambio nunca jamás lo han visitado. Yo me imagino Babia como un lugar muy bucólico, muy verde y frondoso, con árboles colgantes, murallas y grandes arcos. Parece ser que lo asocio con Babilonia o algo así.  Pensar que estoy en Babia me provoca a la vez sensación de paz, de tranquilidad.  Debe ser maravilloso poder desplazarte a Babia cuando te plazca. Una especie de superpoder infravalorado. Evocadora me resulta también la Conchinchina.  La Conchinchina debe estar muy muy lejos. Un lugar muy exótico. De esos que llegas y ya te qu...

De atuendos y demás

¡Que daño ha hecho Decathlon al turismo español!.  Me pregunto yo hasta qué punto es necesario que la gente para visitar un pueblo y pasear por sus calles se vista como si fuese a escalar el mismísimo Kilimanjaro. No lo entiendo. Me dice un amigo que es " en aras" de la comodidad. Pues sigo sin entenderlo.  Según eso, a este paso salimos directamente en pijama y  zapatillas de estar en casa. Tan cómodos todos, oye.   Mi combinación favorita es el escalador de montañas hooligan del Barça, que es el que se planta el pantalón Quechua pero combinado con la  camiseta de Messi, que menos que no se ha ido por cierto porque a ver que hacían ahora con tanta camiseta.  Eso sí,  si la camiseta futbolera la combinas directamente con el pantalón pirata a media pierna, ya llevas atuendo para todo el día, hasta para ir a cenar te sirve. El tema me tiene asombrada.  Y por supuesto, que no falten los tatuajes hasta en el rincón más recóndito de tu cuerpo serr...

Regreso al pasado

Quizá es que me estoy volviendo “vieja” o quizá es que esto del coronavirus y la “nueva normalidad”, que de normal no tiene nada, por cierto, me está afectando más de la cuenta, pero de un tiempo a esta parte siento nostalgia del pasado. Así, tal cual. Echo de menos cosas que “literalmente”, como dice mi hija Celia, han desaparecido.   Por ejemplo, echo de menos recibir cartas, claro que debo reconocer que tampoco las escribo. Recuerdo que cuando era pequeña allá donde iba compraba siempre postales y escribía a mis “clásicos”: a mis padres, si no viajaba con ellos, a mis abuelos, a mis mejores amigas, a mi tía Ana.. Hace poco releí alguna y me emocioné, porque por un momento me sentí aquella María de 9 o 10 años a la que le encantaba compartir con los demás lo bien que se lo pasaba. Supongo que es lo que hacemos ahora con las redes sociales, pero lo siento, no tiene nada que ver. Quién no se acuerda de la sensación de pegar el sello así “chupadillo” o de aquellos sobres de papel ...