Quién nos iba a decir que una simple prenda como la mascarilla iba a tener tanta importancia en nuestra vida. Es curioso fijarte en la cantidad de nuevas situaciones que está creando su simple uso. El otro día, por ejemplo, abrí la puerta al frutero y me sorprendió lo guapo que era. ¿Cómo no me había yo fijado antes? Luego caí en la cuenta de que tenía unos ojos preciosos.Debe tener nariz fea y dientes feos y como ahora no se le ven, pues resulta de lo más apuesto el señor frutero de ojos verdes. Curiosos son también algunos efectos de la mascarilla. Por ejemplo, yo cuando me la pongo, ni oigo ni veo. De verdad. Y es muy peligroso, claro. El otro día de hecho casi me mato en las escaleras mecánicas de Mercadona por culpa de la mascarilla. También tiene cosas buenas. Por ejemplo, hay quien ha dejado de morderse las uñas o lo que aún es mejor, de comerse los mocos. O al menos ya solo lo hacen en la intimidad de sus casas, lo cual se agradece. También se ahorra en barra de labios...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...