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Mostrando entradas de febrero, 2018

Cuestión de género

La semana pasada me pasó una cosa bastante "curiosa". Llegué a los probadores de una tienda enorme. Había unos a la derecha, otros a la izquierda y otros en el centro. Le pregunté a la dependienta. Perdone, ¿cuáles son los probadores de señora? Y mas ancha que larga me contestó:  Eso ya no se estila, entre en el que quiera. Ya, le dije yo, pero es que yo soy una señora, ya lo siento, y me encanta ir a probadores de señoras porque no quiero que luego me toque un hombre en el probador de al lado. Olvídese del género. Es algo del pasado. Anticuado. Fruto de estereotipos y prejuicios absurdos. Pruébese sin mas, me contestó ella. Yo la miré atónita y a punto estuve de irme, pero me encantaba la prenda en cuestión así que me contuve y accedí al probador no sin cierto resquemor. Cuando entré, mi temor se hizo realidad, en el probador de al lado, un pedazo maromo. O al menos, eso es lo que parecía, que ya nunca se sabe. Y yo, claro, me cohibí y fui incapaz de salir del probador...

Saber o no saber

La semana pasada fui al Festival internacional de magia. Impresionante. Unos magos buenísimos y unos trucos de ésos que te dejan boquiabierta. Uno de los magos desaparece y aparece en medio del público, otro se corta en dos y consigue reponerse, otro entra y sale de su sombra con una facilidad pasmosa. Disfruté como una enana absolutamente entregada al misterio de la magia. Y todo a pesar de la tabarra que me dio la que estaba sentada detrás de mí, que se pasó el espectáculo tratando de descubrir el truco. Que si hay una cuerda invisible que levanta al mago, que si hay un agujero en el que se esconde, que si el mago tiene un mellizo... No paró de buscar la explicación a cada cosa mágica que sucedía en el escenario. Cuando acabó el festival me quedé con ganas de decirle que esa no era la actitud con la que ir a un espectáculo de magia. En la magia hay que creer. Hay que dejarse llevar. Y no hay que pretender saberlo todo. Ese es el quid de la cuestión. No siempre hay que saberlo t...

Tentadoras adicciones

Llevo más de un mes prácticamente sin vida. No leo, ni duermo, no hago la compra, no cocino, no me ocupo de mis hijos, ni de mi marido, no me desmaquillo, casi, casi ni me ducho y trabajo porque no me queda otra. Victoria Grayson me ha quitado la vida. Me explico, llevo un mes enganchada a una serie. No es una serie de culto. Qué va. Es Revenge, una serie de guapos perversos capitaneados por los Grayson. Una serie de  lujo y venganza ambientada en los Hamptons. Al más puro estilo Dallas o Dinastía. No quería hacer nada que no fuese ver mi serie. A cualquier hora y a costa de lo que fuera.  Afortunadamente, por fin la he acabado. Al principio sentí un enorme vacío en mi vida, normal. Pero rápidamente he ido recuperando rutinas perdidas y he vuelto a la normalidad. He vuelto a ser yo. Lo cierto es que no es la primera vez que me engancho así con algo. Todavía recuerdo la época de Cristal, aquella telenovela venezolana con el insuperable Carlos Mata, que nos tenía completam...