La semana pasada me pasó una cosa bastante "curiosa". Llegué a los probadores de una tienda enorme. Había unos a la derecha, otros a la izquierda y otros en el centro. Le pregunté a la dependienta. Perdone, ¿cuáles son los probadores de señora? Y mas ancha que larga me contestó: Eso ya no se estila, entre en el que quiera. Ya, le dije yo, pero es que yo soy una señora, ya lo siento, y me encanta ir a probadores de señoras porque no quiero que luego me toque un hombre en el probador de al lado. Olvídese del género. Es algo del pasado. Anticuado. Fruto de estereotipos y prejuicios absurdos. Pruébese sin mas, me contestó ella. Yo la miré atónita y a punto estuve de irme, pero me encantaba la prenda en cuestión así que me contuve y accedí al probador no sin cierto resquemor. Cuando entré, mi temor se hizo realidad, en el probador de al lado, un pedazo maromo. O al menos, eso es lo que parecía, que ya nunca se sabe. Y yo, claro, me cohibí y fui incapaz de salir del probador...
Escribo sobre la vida. Reflexiones, pensamientos, ideas que cruzan por mi mente, viajes, anécdotas, aventuras...