Hace poco una amiga me preguntó qué buscaría yo en una caja de cosas perdidas a lo largo de la vida. No lo dudé. Buscaría la cintura de los 15 años y mi capacidad de atención, desaparecida desde hace un tiempo.
Recuperar la cintura que tenía con 15 años me haría una enorme ilusión, aunque me temo que a estas alturas será difícil.
Respecto a la capacidad de atención todavía confío en recuperarla.
La verdad es que no sé en qué momento se me escapó. Ingenua de mí, creí tenerla bien amarrada, entrenada como estaba desde hace años. Me equivoqué. En cuanto tuvo oportunidad, voló. Como un globo que se te escapa de repente y lo ves surcar el cielo hasta perderle la pista.
Desde entonces me he vuelto una mujer "desenfocada". Lo hago todo a la vez. Y cuando haces todo a la vez es imposible poner foco. Veo una película mientras me pinto las uñas, chateo por WhatsApp y hago la compra on line. Estudio un informe a la vez que contesto correos, cotilleo Instagram y escucho un podcast. Leo una revista en diagonal, mientras doy al botón de avanzar en Netflix y escucho a doble velocidad un audio de mi madre.
Soy incapaz de centrarme. Ando a salto de mata. ¿Que será de mí si mi atención no vuelve?
Lo curioso es que cuando comparto mi inquietud, a muchos les ocurre lo mismo. Es como si todo el rato tuviéramos que aprovechar al máximo el tiempo. Me pregunto si ya nadie hace cosas tan sencillas como, al viajar, sólo mirar por la ventanilla.
Parece ser que la falta de atención es un síntoma de nuestro tiempo. Y no me extraña. La cantidad de estímulos que recibimos es enorme y constante. Todo lo tenemos "a un golpe de click". Todo es instantáneo, inmediato. Vivimos varias vidas en una. Compaginamos la vida real con la virtual. Vamos a mil por hora. Estamos hiperconectados. Recibimos bombardeos de información a todas horas y por múltiples canales.
En este contexto es muy fácil perder la capacidad de atención. Querer hacerlo todo a la vez es imposible por mucho que nos creamos que somos seres multitarea y multifocales, como las gafas. Cada cosa requiere su tiempo, su momento y su atención. "Cada día tiene su afán" que diría Santa Teresa.
Saber estar aquí y ahora es cada vez más complicado. Menos mal que, según dicen, la capacidad de atención puede entrenarse y si lo haces, vuelve.
Estoy segura de que si rebusco a conciencia en esa famosa caja de cosas perdidas seré capaz de encontrarla. Lo que tengo claro es que, cuando lo consiga, no pienso dejar que nada ni nadie me la arrebate de nuevo ( ojo, hay mucho arrebatador de atención suelto y no siempre es fácil detectarlos). Ahora que sé lo que supone perderla, prometo cuidarla como el preciado tesoro que es. ¡Ardua tarea!
Feliz semana.