Ayer fuimos a tomar una copa a una terraza que nos encanta. Es una terraza preciosa con una vista espectacular al Palacio de Oriente. Una maravilla. La noche acompañaba, con una luna llena grandiosa iluminando el cielo de Madrid. Es un sitio al que nos gusta ir porque a pesar de ser precioso es poco conocido y no suele haber mucha gente.
Hacía tiempo que no iba, la verdad, y me quedé descolocada al ver el ambiente. Sé que cuando mi amigo Toni lea este post me dirá que soy una pija, hasta snob. Me da igual. Además le diré que es como decir que alguien es de Vox o de extrema derecha por llevar una pulsera de la bandera de España. Absurdo. La bandera es de todos. Es patrimonio nacional. Pues bien, el buen gusto o al menos, el mínimo gusto también debería serlo, creo yo. Y ya se que para gustos los colores. Y que quizá para otros la hortera sea yo. Pero hay que cosas que no se entienden.
El entorno de ayer pegaba, al menos para mi, que soy muy peliculera, para gente como de las películas de antes. Cary Grant, con su traje impecable, guapísimo, apuesto. Andrey Hepburn, elegante siempre y en todo momento. Grace kelly, divina. Todos allí charlando con su copa de Martini frente al imponente Palacio Real.
Pero qué va! El mal gusto imperaba a sus anchas. La que teníamos al lado iba directamente en sujetador. Tal cual. En sujetador blanco de encaje con una especie de tul tapándose el ombligo. ¿Tu madre te ha visto salir de casa con semejante guisa? me dieron ganas de decirle. Otro debía venir directamente del gimnasio. Si no, no me lo explico. Con una especie de leggins apretados, camiseta como de rejilla y por supuesto, zapatillas de deporte ( que, lo siento, pero por muy de moda que estén, tienen su momento y su lugar). Otra, de metro ochenta y 80 kilos como poco, en un pantalón tan corto que enseñaba media cacha por cada lado. Sin olvidar al niño con la camiseta del Atleti.
Ya sé que, como me dice a menudo mi hermana, cada uno hace lo que le da la gana. Estupendo. Me parece muy bien. Por eso mismo yo también opino lo que me da la gana. Y opino que es una pena que cada vez más se esté imponiendo el horterismo más radical. Me maravilla por ejemplo ver en las fotos cómo iban mis padres a la Universidad. Ellos con traje y corbata y ellas con su falda estrechita y su medio tacón. Igualito que ahora.
Ya se que los tiempos han cambiado. Que ahora somos más prácticos, más modernos y más ecológicos. Pero insisto, el horterismo nos está invadiendo. Ni te cuento ya si te vas a la playa. Los looks son tales que dan ganas de salir corriendo. Claro, que no hay más que encender la televisión para ver lo que se estila ahora. Una pena. No me extraña que cada día sea más difícil conseguir que un niño se ponga una camisa, como si le estuvieses obligando a ponerse un sayo o algo así. Es mucho más cómodo ir en chándal todo el día.
No pido yo que seamos todos como la familia de Carolina de Mónaco. Tampoco hace falta ir todo el día de revista porque resulta agotador, pero por favor, un poquito de gusto y decoro no le vendría mal a unos cuantos, digo yo. Es mi opinión. I miss you Cary Grant!
Feliz semana!