Hace unos días mi dermatólogo me dijo que que mi escote había llegado a su límite de sol. Oops!! Y eso que quiere decir? Pues que he tomado tanto sol en mi vida que ya no puedo tomarlo más. O sea, que mi escote se ha empachado de sol. Me vinieron a la cabeza todas las locuras que hacíamos con 15 años como tomar el sol embadurnadas en coca cola para que nos pegara más. A quién se le ocurre?
Salí y me fui de rebajas. A estas alturas del año los carteles del 70% te acechan allá donde vayas. Me vi en la caja cargada de cosas. Afortunadamente, me dio un repentino ataque de austeridad sobrevenida y me fui sin comprarme nada y tan contenta. El consumismo es otro exceso cotidiano . La mayoría tenemos de todo, no necesitamos nada, pero aún asi compramos a menudo de forma compulsiva.
Lo cierto es que vivimos una sociedad con una tendencia desenfrenada al exceso.
El culto al cuerpo es otro exceso habitual. La gente vive obsesionada por su físico. Hay quien empieza yendo al gimnasio dos veces por semana, luego corre sin parar, de ahí pasa al entrenador personal diario y acaba por hacerse una operación de abdomen para convertir su cuerpo en el de un culturista. Real como la vida misma.
O las que se enganchan a los retoques estéticos y ya no saben cuándo parar. Pómulos, labios, cuello, párpados… Hay caras que son puro Bótox, donde no hay ni un atisbo de autenticidad. Miedoso.
Otro exceso cotidiano es el tiene que ver con las calorías. Hay gente excesivamente preocupada con el tema. De hecho hay quien come como si fuera un pájaro no sólo por la poca cantidad sino por el tipo de comida, más parecida al alpiste que a otra cosa.
Hablando, por cierto, de excesos alimentarios, el mejor ejemplo son los buffets de los hoteles, donde algunos no entienden que la variedad de comidas está para que elijas, pero no implica que te lo tengas que comer todo y encima en el mismo plato. Me llama mucho la atención.
La lista de excesos es interminable. El propio Internet ha traido consigo un exceso de información que provoca escenas tan surrealistas como el paciente que pretende saber mas que su médico porque lo ha leído en Internet.
Sin olvidar temas más “controvertidos” como el exceso de participación ciudadana en determinadas decisiones que ha desembocado en situaciones tan rocambolescas como el “eterno Brexit”.
Lo que está claro es que los excesos nunca son buenos, es más, son hasta peligrosos. Cuando te ves engullido por alguno casi nunca te das cuenta lo cual hace que cada vez te devore más. Un exceso puede arruinarte, destruirte, cambiar tu forma de pensar, de ser y de actuar. Cualquier buena práctica repetida en exceso puede volverse perjudicial y hasta perversa.
Así que, ahora que llega el verano mejor no perder la prudencia, no vaya ser que los excesos no lleven a la "perdición"!! Aunque digo yo que algun que otro exceso de vez en cuando... no viene tan mal! O no?
Feliz y excesivo verano!!!